En el día de ayer, mientras leía los diarios y portales provinciales, me encontré con una noticia que primero me dio gracia y luego, me indignó por lo ridículo del planteo. Para evitar que esto se convierta en un descargo de mi parte hacia las grandes mentes que habitan la Casa de Gobierno, decidí investigar un poco en profundidad y explicar, porque la medida no tiene pies ni cabeza.
El gobernador Melella, quizá asesorado por el enemigo, envió una carta a la Junta Directiva de Unicode para realizar una modificación al emoticón o emoji que la organización determina para las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y espacios marítimos e insulares correspondientes. La medida vendría en concordancia con una presentación del Concejo Asesor Observatorio Cuestión Malvinas, según indican fuentes oficiales.
El reclamo sobre la soberanía de Malvinas, como para todos los argentinos, y sobre todo fueguinos, es algo sensible y una causa común que trasciende banderas políticas. Esta carta busca que se retire lo que figura como “bandera de las Farklands”, dado que para la Nación Argentina, el territorio se encuentra ocupado ilegalmente. El problema pasa, al menos a mi entender, en hacer bombo y platillo de algo ridículo y a su vez, que no tendrá resultado.
Para empezar, expliquemos qué es Unicode. Si usamos de base una nota del año 2016 del Los Ángeles Times, el Unicode Consortium, es una organización sin fines de lucro instalada en Silicon Valley que, entre otras cosas, se encarga de los emojis. La organización se dedica al soporte de lenguajes alrededor del mundo, principalmente con la ayuda de voluntarios. Si pensamos en acciones recientes, tendremos la inclusión del emoji del mate a la base de datos, algo que podemos encontrar ahora en cualquier celular y app. Desde su web, se puede enviar una solicitud para sumar nuevo contenido, sin ningún tipo de costo. Desde Unicode plantean una serie de requisitos para aceptar o rechazar una postulación, en un proceso que suele llevar buena cantidad de tiempo.
¿Cuál es el problema entonces con el anuncio de Melella? Para arrancar, que haya enviado una carta a la Junta Directiva de dicha organización no respeta la lógica de funcionamiento de la organización. Si vamos a ejemplo previos, en 2018 hubo una campaña fuerte para incluir la bandera del Tíbet a la lista, que siguió los pasos de inclusión especificados. Segundo, el tiempo: Unicode en su sitio oficial aclara, con un cartel rojo difícil de perderse, que no tomará solicitudes debido a la pandemia del COVID-19. Todas las aplicaciones previas a abril de 2021 serán rechazadas y el proceso comenzará a partir del segundo día de este mes. No obstante que tengan la bandera incorrecta, hay un procedimiento a seguir. El emoji fue agregado en 2015, por lo que una carta de modificación llega 5 años tarde.
Visibilizar a un nivel internacional la soberanía argentina sobre Malvinas es importante; pero anuncios que no van a llegar a nada y tampoco respetan una lógica, sirven de poco y terminan quedando en un anuncio y una “gacetilla” para rellenar un ciclo de noticias paralizado en la provincia. Como la gestión Melella aprovecha la pandemia para hacer la plancha y discutir poco y nada sobre los problemas tangibles e inmediatos, salen estas cortinas de humo que no aportan nada y muestran las acciones de Tierra del Fuego como algo improvisado y poco serio.
Al funcionario o funcionaria que presentó esta “brillante” idea habría que preguntarle si hizo un poco de análisis de otros casos similares. Tenemos el reclamo de Tíbet como primer punto, un territorio que los tibetanos consideran independiente luego de la ocupación china en 1951. En este tipo de casos Unicode decide no tomar partido, sino transmite la responsabilidad a las empresas tecnológicas, Apple, Google, Facebook, Twitter, para definirse en este tipo de situaciones. Lo más probable, es que en un lapso de 8 a 9 meses, veamos que la respuesta oficial de Unicode sea algo similar a lo que acabo de plantear.
Malvinas es una especie de agujero negro en lo que refiere a derecho internacional, principalmente por la falta de definición por Naciones Unidas. Desde la ONU lo consideran un territorio en disputa que debería ser resuelto en las relaciones bilaterales de Argentina y Reino Unido, algo que no avanza dado que los británicos no se sientan en la mesa, si hablamos en criollo. De los territorios ocupados y administrados bajo la denominación “territorios británicos de ultramar”, entre los que encontramos Malvinas, Bermudas, Gilbraltar, Islas Turcas y Caicos, Caimán y otros tantos, todos cuentan con la bandera oficial determinada por la Corona Británica en Unicode, a pesar de contar con sendos reclamos territoriales. ¿No hubiese tenido más lógica y fuerza en el reclamo presentar un frente común?.
El Comité puede tardar algo de un año en considerar un emoji nuevo, como el que se envió desde la Provincia, en conjunto con la carta. Si vamos a la parte específica de banderas establecida por Unicode, veremos que sólo son válidas por países, por lo que si se aceptase un propuesta donde Malvinas es aceptada como el territorio argentino que es, se borraría el emoji presente, y quedaría incluido dentro de la bandera argentina. Sólo aquellos territorios con una fuerte presencia en frecuencia de uso, tales como Cataluña, Texas o California, cuentan con una bandera propia. Las mismas son sumadas de forma automática y no responden a propuestas para considerarse. Es decir, que la carta puede responder a una cierta lógica, siempre y cuando se hubiese leído el reglamento de Unicode antes de enviarla, para remover directamente el ícono referente a “Farklands”, pero para esto dicho territorio no tendría que tener ningún tipo de reconocimiento internacional.
Si pasamos en limpio todas las aclaraciones realizadas a lo largo del artículo, vemos que el pedido de Melella responde más a una campaña publicitaria que a un reclamo genuino por visibilizar que las Malvinas son argentinas. Con leer el reglamento y ver los casos similares disponibles, una búsqueda de 30 minutos en Google, vemos que el reclamo está mal encarado y es bastante improbable que reciba una contestación positiva desde Unicode.
Algún funcionario “paracaidista” tiró una idea sin chequear, por lo visto, y esta llegó a ejecutarse. ¿Sino pueden leer dos carillas de un procedimiento, cómo administran miles de millones de pesos?.
Lo que me da risa, y después me indigna, es la falta de planificación, la improvisación y la soltura con la que se toman un reclamo serio, que tiene una historia larga, compleja y con sangre derramada. El cambio del emoji será algo que vendrá una vez que se logre una definición desde Naciones Unidas por la soberanía argentina en Malvinas y la restitución por parte de Gran Bretaña; ahora parece una medida suelta que no ayuda en nada. Hay 650 almas que se perdieron en Malvinas, luchando por la patria, y otras tantas que cada día nos abandonan sin poder ver la bandera argentina flamear en Soledad y Gran Malvina. Que dos o tres incoherentes decidan tomarse el reclamo genuino y sacrificio para la joda es algo que no deberíamos permitir de ninguna forma. Hay que plantear las cosas con lógica, con pasos que tengan continuidad y no caer en la publinota.