El Indec reveló este miércoles los números de la inflación para el pasado mes de junio. Los últimos meses han estado fuertemente condicionados por la atípica situación de pandemia, por lo cual este indicador tuvo un ancla muy importante en su evolución: la caída en la actividad económica. Más allá de esto hecho, durante la pre-pandemia, el mes de enero arrancó de forma auspiciosa, mostrando un nivel del 2,3%, inferior a 11 de los 12 meses previos del 2019. Febrero incluso, con un 2% fue el mes con inflación más baja desde enero de 2018, apenas debajo con un 1,8%.
En este marco, con niveles de inflación que sin el sesgo del covid-19 ya iban a la baja, con un dólar estable, tasas menores a las observadas en periodos previos, pero así también con actividad económica en caída y una esfuerzo importante por mantener acuerdos de precios y tarifas congeladas, la inflación para el mes de junio terminó ubicándose en un 2,2%.
Los rubros que más treparon al alza fueron las prendas de vestir y calzado (6,6%) y el rubro de recreación y cultura (4,2%). Cabe destacar que las subas que se registraron en electrodomésticos, equipos de telefonía y otros equipos durables incidieron en los incrementos que se observaron en recreación y cultura. Por otro lado, los de menor crecimiento fueron los rubros de bienes y servicios varios (0,1%) y educación (0,4%).
Si hacemos un corte entre bienes en términos generales, por un lado, y servicios, por el otro, tenemos que crecieron un 2,9% y un 0,9%, respectivamente. Es evidente en este caso que, los servicios han visto condicionada su capacidad para elevar precios por las restricciones a su efectiva prestación impuesta por la pandemia.
Todos estos elementos configuran que, por sexto mes consecutivo, la inflación interanual (que se mide para los últimos 12 meses) presente una caída. Por otro lado, la inflación total para el primer semestre del año se ubica en torno al 13,6%, siendo este el de menor nivel desde el segundo semestre de 2017, es decir, previo al comienzo de la crisis económica por la fuga de divisas y corridas cambiarias en 2018.
Un tema importante es el vinculado a la evolución de los precios de los alimentos. En los últimos años el comportamiento de esta variable ha afectado de forma importante el costo de vida de las familias. Nuestro país, al ser exportador de bienes primarios vinculados al agro, tiene una importante debilidad frente a los vaivenes de la cotización del dólar a la hora de mantener estable el precio de los alimentos. En el siguiente grafico se puede observar como fue el desempeño de la inflación en este rubro. Como mencioné, a partir del comienzo de la escalada del tipo de cambio (en el segundo trimestre de 2018), acompañado de menores regulaciones referidas a los precios a nivel doméstico, se terminó configurando un escenario de subas bastante importantes que golpearon, principalmente, el bolsillo de los más vulnerables.
Durante este año, la trayectoria parece comenzar a estabilizarse, con niveles como el del mes de mayo, que se ubicó en el 0,7% o el mismo junio en 1%. Ambos se encuentran muy por debajo del promedio para 2017-2020 (parcial), el cual asciende a 2,9%. En este caso, las políticas implementadas para contener la inflación en este rubro parecen tener un resultado positivo, más allá del impacto del covid-19.
Por último, ¿Qué le depara al año en esta materia? Quizás uno de los pocos datos macroeconómicos positivos de este semestre es la reducción de los niveles de inflación. Sin embargo, en un contexto post pandemia es difícil pensar que los precios mantendrán esta trayectoria a la baja, de hecho el Relevamiento de Expectativas de Mercado (del Banco Central) prevé un 2020 con una inflación del 40,7%. Dependerá entonces, de un set de variables entre los cuales se incluye la evolución del dólar (atado en buena parte al acuerdo por la deuda externa), tasas, acuerdos de precios y también de cómo impacta la emisión monetaria de los últimos meses, que hasta aquí no ha jugado un papel central.