La cuarentena nos muestra tal cual somos; «el poder no nos cambia, sólo nos desnuda» rezaba el famoso dicho popular. Esto quedó demostrado la semana pasada, cuando un concejal de Tolhuin usó su poder, «chapeó», para pasar un control y romper la cuarentena; arriesgando la salud de sus vecinos.
Este hecho ocurrió el martes anterior, cuando el concejal Matías Rodriguez Ojeda de Tolhuin, rompió la cuarentena pasando con su vehículo particular por uno de los controles de salida con destino a Río Grande. El episodio generó mucho malestar entre los vecinos en las redes, así como en los medios locales. Lo más alarmante quizá, es que Tolhuin permanece sin casos confirmados del COVID-19, mientras que Río Grande sí; lo cual podría haber introducido el virus a la ciudad. Desde el Municipio, los entes gubernamentales y vecinos se viene manteniendo una fuerte campaña de responsabilidad para evitar el contagio, pero parece que el concejal Rodriguez Ojeda no estaba al tanto.
¿Qué pasa si los que deben dar el ejemplo son los primeros en romper las normas? Se supone que, al ser un servidor público, el concejal debería trabajar por el bien común de la ciudad, no atentar contra la salud pública. Si los que están a cargo no cumplen: ¿Qué le podemos pedir al resto de los vecinos?.
En el caso de Matías Rodriguez Ojeda no es la primera vez que abusa de su autoridad. Anteriormente, desde su banca como concejal estando a cargo del ejecutivo, intentó presidir una sesión del cuerpo. El objetivo final era impedir que prosperaran las discusiones que tenían que ver con el otorgamiento de tierras por parte del ejecutivo, como les contamos allá por fines de 2018.
El hecho además, le habría correspondido una sanción a los policías a cargo del control como inicialmente se reportó, aunque no se ha confirmado. El concejal les mencionó que se dirigía a una propiedad suya, no a la ciudad de Río Grande. Fue en el control de entrada a la ciudad del norte de la provincia, que ante un nuevo control lo intimaron a regresar a Tolhuin y permanecer en su domicilio.
Ahora bien, la pregunta final es: ¿Qué hubiese pasado si era otro ciudadano? ¿Le habrían secuestrado el vehículo y abierto una causa federal o se hubiese ido con una advertencia?
