Director del Observatorio de Políticas para la Economía Nacional (OPEN). Fueguino

Consumados el resultado de las elecciones nacionales del pasado domingo, con una victoria en primera vuelta de Alberto Fernández, la cual no sorprende dada la abultada diferencia obtenida en las PASO, se acerca el momento de empezar a pensar en los desafíos que se vienen por delante en materia económica.

No es ninguna novedad afirmar que la situación económica de nuestro país es muy compleja y delicada. De hecho, cambia el gobierno, pero no la coyuntura. Es decir, durante los próximos 4 años, salvo un cambio sorpresivo producto de algún shock exógeno no esperado, tendremos las mismas limitaciones que en estos años que pasaron, con la dificultad de que existen mayores niveles de endeudamiento externo, menor nivel de actividad, más desempleo y menor consumo interno, con una fuerte tensión social producto del malestar generado por el empeoramiento en las condiciones de vida de amplios sectores de nuestra sociedad.

Por otro lado, el sector externo no presenta buenos síntomas. Probablemente continuaremos con un mundo que tiende a cerrarse en materia de comercio exterior y la necesidad de renovar el MERCOSUR con un Brasil gobernado por Jair Bolsonaro, el cual se encuentra en las antípodas del pensamiento de la nueva coalición gobernante en nuestro país. Conocida es la postura del mandatario brasileño respecto a su favoritismo por Mauricio Macri y no ha dudado en poner en discusión al MERCOSUR y sus acuerdos comerciales como elemento disuasivo, para que los votantes de nuestro país se inclinen por Juntos por el Cambio. La realidad es que Alberto Fernandez y su equipo económico se encuentran ante el desafío de revitalizar el comercio intra región con perspectivas a reactivar la producción nacional. Otro cantar es el acuerdo de libre comercio con la Unión Europea, del cual hay pocos datos y que se deberá tratar en el futuro. A priori existe preocupación por el sector industrial de nuestro país, el cual es un importante generador de empleo y dinamizador de la economía. En función de los objetivos macroeconómicos del próximo gobierno, se decidirá si continuar esa vía o descartarla. Por último, resta ver el rol que ocupará China, importante socio comercial de nuestro país y examinar cómo podemos mejorar nuestro saldo comercial con dicha nación. En este último punto, sucede lo contrario que con Brasil, dado que el kirchnerismo en su momento logró tejer importantes avances en el dialogo y la relación bilateral de ambos.

En el plano interno, la situación es clara. Es necesario estabilizar la situación actual. El gobierno de Macri realizó un importante primer paso, quizás hasta radical, al pasar el cepo de U$D 10.000 a U$D 200. Esta medida se llevó adelante con el objetivo de detener la hemorragia ocasionada por la fuerte pérdida de reservas desde las PASO y apunta, a su vez, a poner límites a la demanda de la divisa norteamericana y así, detener saltos intempestivos en el tipo de cambio. El tiempo y la evolución de las variables macro dirán si este cepo se podrá relajar o si seguirá de esta forma. Por otro lado, resta estudiar el rol del sector financiero como apalancamiento al sector productivo de la economía. Para ello será necesario bajar la tasa de interés para volver a dinamizar los créditos productivos y dotar al sistema de liquidez a un costo razonable para aceitar una economía que viene perdiendo en estos últimos años una importante parte de la utilización de su capacidad instalada. Existe, en este aspecto, una obvia tensión, quizás el talón de Aquiles del macrismo, respecto a qué hacer con las Leliqs y cómo lograr que esa masa gigantesca de pesos, con un rendimiento irreal para las posibilidades de cualquier economía, no sea una bomba de tiempo, sino que se pueda desactivar con los menores impactos negativos posibles para nuestra economía.

Por último, aceitar la maquina sin ponerle combustible no sirve de nada. Ese combustible es el consumo interno. En el plano interno, de nada sirve generar condiciones para la reactivación de la economía si no hay mercado. Para ello, como lo vengo planteando, es necesario un readecuamiento salarial. Es decir, mejorar el poder adquisitivo de las y los argentinos, dado que buena parte de la producción nacional no se exporta, sino que se consume puertas adentro de nuestro país. En este sentido, será clave la actitud que se toma desde el gobierno entrante en las discusiones paritarias a principios del año que entra, dado que las y los votantes de Alberto Fernandez tienen importantes expectativas de mejora en sus condiciones de vida, algo que obliga al nuevo presidente a atender esta preocupación latente, incluso teniendo un contexto igual o peor que el gobierno saliente. El tiempo y las definiciones políticas en materia económica definirán como se resuelven estas tensiones y como se logra, o no, mayor consistencia en la macro economía.

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