Licenciado en Estudios Orientales. Posgrado en Negocios y Comercio de Asia Pacífico e India. Política Internacional; extremismo religioso.

En la primer mitad de 2019 la producción, y por consecuencia las ventas, de automóviles en todo el mundo ha declinado cerca de un 6%. Este fenómeno parece potenciado sobre todo en China, donde los números alcanzan casi el 13%. Gigantes internacionales como General Motors y Ford reportan un declive abultado en la producción al igual que las empresas chinas: Geely redujo sus ventas en casi un 30% en el mes de junio.

Mientras que los productores parecen llevarse el peor golpe, los distribuidores de partes no pasan por una situación mejor; y adjudican la reducción a las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China. En el caso del país asiático son tres los factores que complican a la industria automotriz: por un lado cuenta con el conflicto comercial, por otro su consumo interno se vio mermado ante los números no tan favorables de crecimiento y por último las nuevas regulaciones de emisiones han dejado a los posibles compradores de coches dubitativos y expectantes.

China propuso y empezó a aplicar hace algunos días un nuevo límite para las emisiones de los autos, en la lucha del gobierno contra la contaminación la norma aplica en las ciudades más grandes del país, entre las que figuran Shanghai y Beijing. Con esta reforma poco clara para los usuarios, hay dudas sobre el valor de reventa de los vehículos y hasta la capacidad de uso que tendrán, por lo que muchos continúan a la espera de mayor información.

No todo el panorama es malo: se espera que haya una relocalización de los vehículos que ya no podrán circular en las urbes de la costa hacia el oeste del país; recuperando aunque sea parte del costo de producción. Las ciudades más pobladas verán un cambio en el tipo de autos y, probablemente, haya un mayor impulso y beneficios para integrar a los autos eléctricos en mayor medida al mercado.

La polución es uno de los principales puntos de descontento de la ciudadanía, por lo que el gobierno de Xi Xinping lanzó en 2014 la “guerra contra la contaminación”, que hoy se ve aplicada en una de las medidas más restrictivas en lo referente a emisiones de automóviles. Un poco apuntado a mejorar las condiciones de vida de la población que vive en las megaciudades chinas y otro poco para potenciar una de las tecnologías de punta que hoy lidera el país: los autos eléctricos. China no es sólo el mayor fabricante sino el mayor consumidor; una regulación que mejore las posibilidades de consumo interno y limite la entrada de marcas extranjeras podría ser un beneficio extra a tomar una política más verde.

Por lo pronto, se espera que la tendencia continúe y la venta de automóviles siga a la baja; el repunte podría caer luego de la relocalización de modelos y un grado de certeza más elevado sobre las políticas que permitan a los posibles compradores tomar una decisión más informada. China atraviesa un período de menor crecimiento, potenciado por una larga guerra comercial con Estados Unidos; lo cual ya había golpeado la capacidad de compra del chino; se suma una medida de rápida implementación que deja al descubierto lo interdependientes que son las economías en un contexto mundial de cadenas de valor global.

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