Licenciado en Estudios Orientales. Posgrado en Negocios y Comercio de Asia Pacífico e India. Política Internacional; extremismo religioso.

La crisis del Golfo Pérsico persiste, teniendo a la República Islámica de Irán y los Estados Unidos como protagonistas. Si hacemos memoria de los primeros se dijo que habían atacado una serie de cargueros cerca del Estrecho de Hormuz, lo que llevó a un ataque de dron americano, el cual fue derribado.

Durante la noche americana del jueves ya estaba dado el ok para lanzar una ofensiva hacia radares, baterías de misiles y otros puntos estratégicos iraníes. Ya con los aviones en el aire el presidente Donald Trump canceló la operación. La relación nunca fue buena entre ambos países pero con Obama y el acuerdo para la no producción de material nuclear con fines no pacíficos las cosas se habían calmado. Con Trump volvieron las sanciones, el acuerdo se dinamitó y el dron fue un agregado. Los americanos dicen que el mismo investigaba el espacio aéreo internacional, mientras que los iraníes lo consideran un acto de espionaje.

Con todo cancelado el presidente americano se fue a Twitter, donde bajo un par de cambios de su reacción inicial al saber del derribo del dron. En primera instancia amenazaba a Irán, diciendo que habían cometido un grave error. Ya en frío lo tomó como algo imprudente y no intencionado, poniendo la situación lejos del ataque militar que tenía pensado en represalia.

No hubo ninguna explicación para la cancelación de dichos ataques o una mención a reprogramarlos, parecería que el presidente optó por no escalar la situación. Trump no es ajeno a lanzar ataques (ya había avanzado sobre Siria en 2017 y 2018). Al contrario que su predecesor, Barack Obama, Trump es poco medido con sus palabras pero es reticente a utilizar las capacidades plenas de las fuerzas armadas de los Estados Unidos.

Con el presidente ya metido en campaña buscando su reelección uno esperaría una posición más dura de lo normal para demostrar confianza, pero Donald Trump no es un político que se rija por la lógica. Decidió dar un paso hacia atrás y mostrarse medido ante uno de los rivales con el que parece tener más saña: lo acusó sin grandes pruebas de violar el acuerdo firmado por Obama, los países europeos e Irán. La semana pasada vinculó al país de atacar dos cargueros de petróleo que estaban en la zona y ni siquiera el resto de los países árabes se mostraba confiado de la participación de Irán. Estados Unidos le ejerce una presión brutal con las sanciones económicas, pero no parece que quisiese pasar a una presión militar.

Quedará pendiente ver si el ataque se reprograma por alguna cuestión de logística o inteligencia o si simplemente Trump optó por otra vía de resolución. 

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