Profesional de enseñanza primaria. Docente en contextos de encierro. Representante docente JCyD. Directora jubilada.

Herta Müller recibió el Premio Nobel de Literatura en el año 2009.

Nació en Rumania en 1953 en un pequeño pueblo en el cual sus padres granjeros pertenecían a una minoría germana radicada en ese país. Ello la llevó a escribir sobre la dictadura de Nicolae Ceaucescu, bajo la premisa expresada vastamente por ella: “Patriotismo es señalar lo que no está bien”.

Durante ese proceso político se quedó sin empleo por no colaborar con la policía del régimen comunista rumano. Ya no sería más traductora en una empresa de ingeniería, pero proseguiría su camino.

En 1982 su primer libro “En tierras bajas” fue censurado (era una colección de cuentos llamada Niederungen), pero dos años después se publicó en su versión completa en Alemania. Así era prohibida en Rumania pero premiada en Alemania y Austria.

Esta obra se presenta en forma de quince relatos independientes que traen la voz de una niña que describe su entorno próximo (su madre, su padre, algunos hermanos, vecinos y sus tías). La realidad y la fantasía se incorporan a un mundo donde en apariencia decir la verdad llevaba a la infelicidad.

Todo aquello ligado a un país que atravesaba la situación de ya no ser un satélite de la desbaratada Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas en las postrimerías del comunismo.

En el primer cuento, “La oración fúnebre” ya aparece la sórdida ensoñación de la protagonista, con pesadillas que anticipan la temática de los otros catorce cuentos.

En el cuento largo, “En tierras bajas”, que da título a la obra, describe minuciosamente los paisajes rumanos, la cría de los animales, los trabajos rurales, la granja donde vive con su familia y el cruel retrato de la mujer campesina (“El bigote les crece con la edad, por sus fosas nasales y sus verrugas asoman pelos. Son velludas y no tienen senos. Y cuando terminan de envejecer, parecen hombres y se deciden morir”).

Relata la vida inhumana que intentan llevar adelante esos personajes hoscos y huraños en medio de carencias de todo tipo (“Durante el día el orinal se quedaba debajo del taburete, entre las camas del matrimonio. Lo dejaban tapado por un periódico, y aunque no se veía, uno lo olía al entrar a la habitación”), constituyendo un pueblo compuesto por familias con tradiciones inamovibles y padres autoritarios que maltrataban a sus hijos, hijas y esposas.

Narra, sin limitar recursos, sobre la muerte, la pesadilla, el dolor, la desgracia, la mentira, la embriaguez y la enfermedad que componen ese escenario humano y natural donde existe una niña con miedo (“Mi corazón palpita de alegría. Aguardo la noche. También hay miedo en la alegría. Mi corazón palpita de miedo en la alegría, de miedo de no poder seguir alegrándome, de miedo de que el miedo y la alegría sean la misma cosa”).

Sus libros describieron el autoritarismo enlazado con la incomunicación, el miedo, la desesperanza, el individualismo, el aislamiento y la arbitrariedad.

Sus intensas metáforas y los paisajes de su tierra desplegaban alas hacia una literatura de técnica elevada. En sus historias, presentadas a modo de crónicas, esta autora rumana de ascendencia germana; muestra descarnadamente las horas más sombrías de una Rumania inmersa en la inestabilidad constante.

“La peripecia de una niña que cuidaba vacas en un valle hasta llegar aquí, hasta el ayuntamiento de Estocolmo, es muy extraña “(Frase pronunciada durante el discurso de agradecimiento de Herta Müller al recibir el Premio Nobel de Literatura 2009).

Nunca se resignó a su situación y el oficio de escribir fue el instrumento de denuncia adquirido para expresar su rechazo a la crueldad del mundo en el que le tocó crecer. En esas tierras rurales, esas tierras bajas.

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