Allá por agosto escribía un artículo sobre el impacto de Ginóbili en la liga, sus chances de entrar al Salón de la Fama y cómo, según mi opinión, calificaba como uno de los 10 mejores escoltas de la historia de la liga. Hoy, en un AT&T Center colmado en la desértica San Antonio, Emanuel Ginóbili recibía uno de los honores más importantes para un jugador, que su camiseta sea retirada. En línea con lo que fue la ceremonia para Chris Bosh en Miami un par de días atrás, durante el entretiempo distintas personalidades del básquet contaron anécdotas por parte de los jugadores de la Generación Dorada, se pasaron videos de las mejores jugadas y se subió la camiseta a lo más alto del estadio; donde otros como el Almirante Robinson, Tim Duncan, Bruce Bowen y George Gervin lo acompañarán.
Bastante antes de la ceremonia la NBA supo publicitar este evento con videos de distintos jugadores, principalmente compañeros, describiendo cómo era Ginóbili por fuera de la cancha. Durante la transmisión, se pasaron relatos de estrellas recalcando sus talentos o actitud ante el deporte. Gigantes de la NBA como Kobe Bryant destacaban lo difícil que era de marcar Manu y cómo podía cambiar un partido. Rick Carlisle (histórico entrenador de los Mavericks) hablaba sobre la difícil de ejecutar un plan para contenerlo. Dirk Nowitzki, probablemente el mejor extranjero en la historia de la NBA, bañaba en halagos al 20 de San Antonio. Ex-compañeros como el brasileño Splitter, Bruce Bowen y otros tantos destacaban su ética profesional y el cariño con el que siempre los trataba.
Ginóbili supo conformar uno de los Big Three más letales que vio la liga junta a Tim Duncan (con la camiseta ya retirada) y Parker (que irá por la misma vía una vez que decida retirarse). Con más victorias en postemporada que sus rivales, son el segundo con más cantidad de anillos solo por detrás de Russell, Cousy y Heinsonh con 6, parte de esos Celtics que arrasaron durante los 50’s y 60’s. Atrás dejan a Jordan, Pippen y Rodman; Magic Johnson, Worthy y Kareem Abdul-Jabbar. No solo habla del éxito que dejó a Manu y sus compañeros con 4 anillos, sino de un gran técnico como Poppovich. Quizá el menos reluciente de los tres en el esquema, Ginóbili siempre fue un jugador esforzado en defensa y solidario en ataque. Haciendo un poco de todo y siempre yendo a pelear la pelota, con más inteligencia que atletismo, se volvió una parte fundamental del esquema ganador y una pieza que aún hoy permanece sin reemplazo.
Para nosotros siempre será recordado por ese grandísimo mundial en Indianápolis, que se nos escapó por tan poco, pero nos dejó una de las victorias más sorpresivas contra los Estados Unidos. Aquel “Dream Team” contaba con jugadores de primerísimo nivel como Ben Wallace, Paul Pierce, Reggie Miller, Shawn Marion y Baron Davis. La gesta heroica de la Argentina terminó con final amargo ante Yugoslavia 84-77.
La gloria de la Generación Dorada vino en Atenas, aquí en las semis se volvió a cruzar con el “Dream Team” que esta vez venía buscando venganza. Jugadores de la talla de Tim Duncan, Carmelo Anthony, Allen Iverson, Lebron James, Dwyane Wade y Lamar Odom se sumaron en busca de recuperar el orgullo perdido en Indianápolis. Con un Ginóbili en su mejor momento y 29 puntos, se logró repetir el milagro y ganarse el pase a la final 89-81. Luego vendría un seleccionado italiano al que se le ganó con holgura para colgarse la de oro.
Los 16 años de Manu en San Antonio y la gloria alcanzada con la selección le valieron ser uno de los deportistas argentinos más reconocidos del mundo por fuera del fútbol y ganarse un lugar entre los extranjeros que pudieron triunfar en la liga más importante del mundo en una época donde las estrellas eran norteamericanas. Con un estilo de juego solidario y generoso que parecía más de un base que un escolta se ganó un lugarcito en el corazón de los fanáticos de los Spurs que tendrán siempre el recuerdo presente de su camiseta número 20.