Licenciado en Estudios Orientales. Posgrado en Negocios y Comercio de Asia Pacífico e India. Política Internacional; extremismo religioso.

De la mucha tela que dejó para cortar el discurso sobre el Estado de la Unión, informe que el presidente americano brinda al congreso, las relaciones con la República Popular Democrática de Corea (del Norte) marcó la cancha desde las relaciones internacionales.

Donald Trump se refirió a su administración y las relaciones con el mandatario Kim Jong-Un como “La continuación de un esfuerzo histórico por la paz en la Península Coreana. Se han rescatado a los rehenes, se han detenido las pruebas nucleares y no ha habido un lanzamiento de misiles en más de 15 meses. Si yo no hubiese sido electo presidente de los Estados Unidos, al día de hoy y en mi opinión, estaríamos en guerra con Corea del Norte”.

Admitió que aún quedan puntos a trabajar y durante los días 27 y 28 de febrero ambos líderes se verán las caras en Vietnam, siendo posible encontrarse en Hanoi (capital del país y del antiguo Vietnam del Norte) o en Da Nang, ciudad portuaria ubicada en el centro del país. Para los coreanos Hanoi corre con ventaja: cuentan con una embajada en la ciudad. Mientras que para los americanos Da Nang ya demostró la capacidad de realizar controles de seguridad extensos luego de la cumbre del Foro de Cooperación Económica de Asia Pacífico en 2017.

Pero no todas son buenas noticias sobre Corea del Norte. Un informe del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas determinó que el país asiático sigue comprando de forma no regulada carbón y petróleo, aparentemente para abastecer el programa nuclear. A su vez la nación de la dinastía Kim ha intentado violar el embargo de armas puesto por la ONU, registrándose intentos de venta en Siria, a los hutíes en Yemen, en Libia y Sudán.

Parecen dos realidades distintas: una en la que vive Trump, donde Corea del Norte es el alumno ejemplar y que la resolución de la amenaza nuclear está a un par de reuniones. Por el otro lado, la comunidad global de inteligencia, incluyendo a la americana, menciona que el Norte apunta a retener sus misiles y es muy poco probable que ceda su arsenal. No debemos olvidar que para los Kim (abuelo, padre e hijo) el tener capacidad nuclear es una herramienta que mantiene vivo al régimen. Mientras tanto, Corea del Sur y Estados Unidos negocian mantener cerca de 30.000 tropas en las distintas bases de la zona. 

La administración Trump ya ha comenzado las reuniones previas al encuentro con su par Kim Jong-Un. Desde su gabinete afirman que “Trump está listo para terminar con la guerra”. Desde el Corea del Sur la postura también es conciliadora, recordemos que allá por abril del año pasado el presidente Moon Jae-in del Sur recibió en la zona desmilitarizada a su par del norte.

¿Qué puede suceder en la cumbre? algún tipo de acuerdo superficial que siga la línea de la primera en junio del año pasado en Singapur. Un entendimiento de no realizar más pruebas por parte del Norte a cambio del levantamiento parcial del embargo económico-comercial (como mejor escenario posible). A Trump la foto le ofrece capital político dentro y fuera de su país, mientras que a Kim le quita presión a la hora de continuar con su carrera armamentista, siempre y cuando no levante el perfil. Luego de la cumbre seguramente habrá una visita a Beijing, donde Xi Jinping demostrará que todavía mantiene buena relación con el Norte y la esfera de control americana es nominal, pero no habrá un cambio significativo en el balance de la región.

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