Licenciado en Estudios Orientales. Posgrado en Negocios y Comercio de Asia Pacífico e India. Política Internacional; extremismo religioso.

 

Hace algunos meses, cuando mencionamos el posible impacto del Brexit en el turismo, se habló de las negociaciones en esta mega separación entre los la Unión Europea y Gran Bretaña. Dado la longevidad de la misma y su carácter integracionista no sólo había que hacer reparto de bienes; sino renegociar una gran parte de procesos entre el continente y el archipiélago al norte.

Theresa May, como flamante cabeza política británica, tiene una cosa clara: el Brexit es algo que va a pasar. Las negociaciones van lento y en gran parte los números no convencen; al no haber proyecciones claras de la separación muchos de los acuerdos no conforman a los políticos ingleses. La presión en pos de mejores acuerdos cae en oídos sordos europeos: tanto Francia como Alemania (los otros con peso en la relación) tienen una postura conciliadora pero no frágil, no van a firmar cualquier cosa. Hoy por hoy crece la posibilidad de una separación sin acuerdo; donde el Reino Unido corte relaciones primero y renegocie después. El impacto podría ser aún más grande de lo previsto.

Según informes del Banco Mundial, el FMI y los propios equipos de economistas bretones si el Reino Unido se sale el impacto sería el de una crisis económica: se habla de una caída del 4% del PBI así como del doble en lo que refiere a exportaciones. Sin ningún plan de contingencia habría problemas de abastecimiento en alimentos y medicamentos. Es cierto que hay tiempo para fines de marzo de 2019, fecha propuesta inicialmente como de salida. El desabastecimiento junto con la caída de la economía pondrían a Inglaterra en un serio déficit que muchos llaman “un agujero negro” en la economía. Lo más conveniente para los involucrados sería patear la fecha: ver si un cambio de gabinete frena los decesos cesionistas o May está dispuesta a negociar mejores términos. El impacto se extendería a lo largo del tiempo: la renegociación de todo acuerdo internacional sería necesaria y en muchos casos Inglaterra goza de términos favorables por su posición de fundador.

Macron está buscando conciliar posturas ya que entiende que la decisión de Inglaterra es irreversible y es mejor cortar en buenos términos. Si la UE presiona o “pone palos en la rueda” para trabar los acuerdos no habrá trato, lo que dará señas de una fragilidad institucional además del impacto en las producciones que abastecían a una de las economías más grandes de la Unión Europea.

La próxima fecha importante es el 18 de octubre, cuando la cumbre europea tome lugar. Allí líderes de Francia, Alemania e Inglaterra (los tres con peso político para acordar) se reunirán y tratarán de cerrar algo para que los parlamentos aprueben. Macron busca acercarse a May en estos días para no llegar a la cumbre con tantas incertidumbres.

Hay que estar atentos en las próximas semanas por un gesto político desde el continente hacia las islas: los británicos parecen estar dispuestos a todo con tal de salirse y, o no comprenden o no les importa, el impacto que tendría la separación en el corto y mediano plazo. No lo ven como lo correcto solo para Gran Bretaña, sino también para la Unión Europea.

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