Licenciado en Estudios Orientales. Posgrado en Negocios y Comercio de Asia Pacífico e India. Política Internacional; extremismo religioso.

 

Creo que en este caso, antes de exponer datos, conviene hacer una aclaración: nuestra visión del FMI tiene un componente emocional. El Fondo es mala palabra y símbolo de crisis, se nos viene el torbellino que fue el 2001. Es el Fondo Monetario Internacional y Cavallo (un poco más atrás De La Rúa). Nos hacemos los desentenidos de esa década de despilfarro y 1 a 1, del Tequilazo y luego de la Crisis financiera Asiática o Crisis del Fondo (iniciada por malas medidas del fondo que derivaron en una devaluación en Tailandia y una posterior crisis en los mercados financieros asiáticos). A nosotros nos tocó el rebote internacional sumado a una muy mala administración de recursos; pero la culpa la tiene el otro.

Las medidas neoliberales que salen del Consenso de Washington y ese apuro casi desesperado de Occidente de forzar un sistema financiero abierto en esa “Asia milagrosa” de la que habla Paul Krugman se sucedieron en recetas inflexibles que no se adaptaban a las necesidades y contextos de los afectados. Antes de seguir analizando el FMI pasaremos a explicar qué es.

El FMI o Fondo Monetario Internacional es una de las organizaciones que surgen posterior a la conferencia de Bretton Woods (otros son el Banco Mundial, el GATT reconvertido en Organización Mundial del Comercio). La idea general de Bretton Woods es crear organismos internacionales para establecer una mayor estabilidad y aumentar los flujos de comercio. Mientras más integrado esté el mundo más se pueden evitar injusticias como la recibida por Alemania post Versalles. También sirvió como herramienta para financiar la reconstrucción de la Europa devastada por la guerra. Hasta ahí vamos bien, la declaración es bastante general y el acuerdo también, siendo negociado por los 44 aliados.

¿Qué pasa con Argentina? El país se suma un 20 de septiembre de 1956, más de una década después, al FMI y Banco Internacional para la Reconstrucción y el Desarrollo (el Banco Mundial). Acá surgen dos posturas: la peronista y la que llamaremos no peronista. Acá me limitaré a citar las posiciones y que cada uno saque sus conclusiones.

Peronistas

Los primeros dicen que Perón se negó a entrar al Fondo para mantener soberanía y evitar el caer en el patrón oro que imponen los americanos, la famosa oposición al norte y el rol de periferia económica para el sur. Dichas declaraciones se entienden de un Perón posterior (el de fines de los 60’s) que ya estaba más posicionados ideológicamente con los no alineados de Nehru (India), Sukarno (Indonesia), Nasser (Egipto) y más tarde Tito (Yugoslavia). La oposición al patrón oro venía de la acumulación de dicho recurso en forma masiva por los Estados Unidos, llevando a una manipulación del precio que les permitía moldear el valor de su moneda, generando una mano invisible que tenga injerencia sobre todas las transacciones; en resumidas cuentas Perón dice que entrar al Fondo es perder soberanía cambiaria y por lo tanto económica.

No-peronista

En su artículo para La Nación de 2006, Hugo Gambini, relata otra versión de la no participación en dichos organismos internacionales por parte de Argentina, en ese momento mal vista por los Estados Unidos dada su vinculación con el régimen nazi. Menciona una serie de eventos como la entrega de ciudadanía al empresario alemán Freude, parte de los compromisos asumidos en el acta Chapultepec. Se le suma a eso un cambio de posiciones por parte del líder político donde tensaba o distendía la relación con USA por fines políticos. Luego apareció el Libro Azul (documento americano que acusa a Argentina de un acercamiento al régimen alemán). Para 1948 el decreto que pedía el ingreso al foro se anula y será 8 años después la integración argentina a dichos organismos internacionales.

Quiebre del paradigma

El Fondo Monetario fue modelo de referencia por buena parte de la segunda mitad del Siglo XX; y entre sus filas agrupó a buena parte de la academia económica liberal. Ese control cuasi unilateral en materia de política cambiaria se hizo evidente a lo largo de los 80’s culminando con el Consenso de Wasington. Este evento da origen a las 10 máximas de Williamson (puntos generales de cómo debe funcionar una economía) que propone liberalización del comercio, bajas tasas, privatización de empresas públicas y redireccionamiento del subsidio hacia políticas de inversión. En un contexto neoliberal y donde la única posición política y económica parecía ser la de Occidente (la URSS ya estaba colapsando y se creía que de un mundo bipolar pasaríamos a una posición unificada global). Argentina aplicó estas medidas, o por lo menos una parte, y arrancó la historia que todos conocemos: un par de años de bonanza y un colapso económico para fines de 2001.

El FMI tomó la crisis argentina así como la de Asia y comenzó un proceso de autocrítica. Además de cuestionar la entrega de recetas como condicionante para los créditos y el FMI vió el surgimiento de nuevos organismos que cumplen sus mismas funciones. Ese mundo unipolar de los 80’s-90’s era una fantasía americana y la realidad es que hoy hay una pluralidad de jugadores con diversos tamaños y objetivos. Si un país quiere fondos tiene opciones; ninguna será gratuita pero hay mayores oportunidades.

Hoy el FMI piensa los créditos como un red ayuda para el desarrollo, por lo menos en papel. Las fórmulas mucho no han cambiado, la necesidad de reducir los gastos y aumentar la inversión siguen siendo parte de la postura del organismo, pero fue con la crisis griega que le dejan mayor margen de maniobra a los estados.

Caso Egipto

Tomo Egipto como caso por un par de puntos: aunque más diversificada que la Argentina, ambas matrices exportadoras son dependientes de productos primarios, lo que ata el desempeño a los valores del mercado. Egipto es también tiene una tendencia a endeudarse y un gasto público elevado. En los 80’s (un poquito antes que nosotros) fueron a buscar plata al Fondo por la grave crisis que recibió Mubarak del presidente anterior el-Sadat. Mubarak estabilizó la economía y con los famosos “años buenos” se comprometió a una serie de medidas liberales provenientes del Consenso de Washington en el 89. Privatizó las empresas, redujo el déficit fiscal y flexibilizó el empleo. Como los indicadores macro le dieron bien, comenzó un proceso de liberalización de mercados financieros. Lo cierto es que los números mostraban un crecimiento de la economía, pero no un desarrollo; la pobreza seguía azotando Egipto. Fue con las huelgas generales de 2004 y 2005 que las fórmulas del FMI mostraron tener deficiencias en los apartados sociales, al menos a ojos de la prensa internacional. La situación de malestar económico y social se fue agravando y, con la oleada de protestas en los países árabes, terminó con el gobierno de 30 años de Hosni Mubarak. La población en Egipto es mucho más displicente que la argentina y con gobiernos autocráticos, por lo que se entiende el prolongado malestar antes de la caída. El Fondo y sus medidas no contemplaron a los más vulnerables.

Hoy Egipto eligió, o no tuvo más opción, que volver al FMI. En noviembre de 2016 se le aprobaron fondos por 12.000 millones de dólares, los fondos provienen del EFF y el programa apunta (según documentos oficiales) a restaurar la estabilidad macroeconómica, mejorar el funcionamiento de los mercados internacionales, bajar el déficit. Se suma, de este Fondo que se propone más inclusivo y desarrollista, la necesidad de crear trabajo para los jóvenes y mujeres, sectores más vulnerados con el ajuste económico.

De las revisiones del propio organismo (básicamente evalúan el proceso por el que pasa el país y allí se determina si se aprueban los siguiente envíos de dinero o la extensión del cobro) se desprenden los siguientes resultados: nuevo impuesto al valor agregado, una tasa de cambio flotante (antes era regulada por el Estado), recorte de subsidios en combustible y energía. Dichas medidas derivaron en un crecimiento de la inversión extranjera directa y una estabilización del país; lo que aumentó el turismo y la industria manufacturera, por su mayor competitividad a nivel global. No es muy claro con las medidas de protección a los sectores vulnerados. Egipto, como Argentina, sufre de una elevada inflación y parte del plan del FMI es para bajarla. Con una economía más fuerte el fondo sugiere que las tasas bajarían.

Vamos a las medidas sociales; lo que diferencia al FMI de los 80’s del actual. Hubo un aumento en el valor de las asignaciones sociales (para alimentos), así como de medicamentos en el caso de niños. El pago de un bono único para la administración pública a fin de compensar la inflación elevada y la creación de planes para comedores escolares en distritos pobres.

Conclusiones

Argentina y el FMI tienen una relación enferma: los odiamos (por lo menos en el imaginario popular) pero somos dependientes, nos han financiado en más de una oportunidad. El Fondo Monetario Internacional, como todos los organismos crediticios el FMI impone condiciones a la hora de prestar o extender los pagos. Con Venezuela (en sus épocas mozas de mucho petróleo a un precio alto) era una cuestión de alineamiento político y las tasas no eran generosas. Si el día de mañana vamos al AIIB (hoy en período de ingreso), el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura, los chinos nos van a realizar otra serie de exigencias: serán más de compras estatales. China suele entregar créditos en infraestructura, por ejemplo para que Pakistán tenga trenes que conecten al país, las vias y los vagones los ofrece China a una tasa diferencial de financiamiento, por lo que tiene todo el circuito: la plata para prestar y los bienes para vender.

Todos los organismos crediticios, aunque sean gubernamentales o supra-gubernamentales, no prestan por bondad de su corazón: es un medio para un fin. 

En el caso del FMI durante mucho tiempo fue ser un instrumento de presión americano durante la Guerra Fría, cuando los soviéticos pasaron a ser un recuerdo fue sostener un modelo neoliberal que beneficia a los mercados de capitales; donde los americanos tienen peso y trayectoria. Los chinos lo hacen como una forma de mantener su inmensa cantidad de reservas operativas y fomentar el consumo de sus bienes. El problema no es que exijan, el problema es cuando caemos cíclicamente en dichos organismos y aceptamos a ojos cerrados. Argentina es víctima de los movimientos globales, pero también su propio victimario: tiene una larga tradición de tomar medidas en detrimento de su intereses.

El 25 de Mayo parte de los sindicatos, personalidades vinculadas al anterior mandato y organizaciones sociales convocan a una manifestación en contra del acuerdo con el FMI bajo la consigna “La Patria está en peligro”. El debate sobre el proyecto económico argentino no debe ser si el Fondo si o no; sino sobre qué medidas coyunturales, así como las proyecciones planificadas a mediano y largo plazo son necesarias para cambiar el rumbo del país. Nuestra crítica a los organismos crediticios no debe ser desde el desconocimiento. Es crucial abandonar el rol de víctima y dejar de culpar a los otros por nuestros errores.

1 COMENTARIO

  1. No creobquecseacemovional ni de l imaginarioblo qecse save del fmi. Esusted muy hipocritacy escrive desde su vision funancusra del mundo.es sabido que los prestamos se oagan con ajustes y que los gobiernos qebtomanestos creditos usureros sonbestafadores decla voluntad del publo y no saben gobernat con lo propio. Dediquese a seguir admistrandovenbvez de escribir oavadas que el mundo sabe muy vien de wue se trata el fondo minetrario internacionalvy de los paisescwue lo manejan manipulandova lis pueblos wue como el nuestro tienen gobiernis wue no defienden la soverania nacional. Señor usted no save de loqe escoasar hambre solo habla de numeroscasquerisis

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