El presidente francés estuvo de visita por los Estados Unidos y por supuesto, se reunió con su par americano, el Donald, la figura política de los últimos años. Lo que el martes fue besos y abrazos el miércoles se convirtió en un par de “cachetazos” políticos. Las posiciones son claras: Macron se mantiene en el esquema de multilateralismo, en línea con la Unión Europea. Trump por su lado, se cierra sobre sí mismo y busca poner a “América Primero”. Dicha situación nos permite tomarnos un momento y analizar, como si fuese un objeto de estudio, la política exterior americana.
Estados Unidos, no obstante de ser llamados la “democracia del mundo” o el país más libre, suelen ser un poco cerrados. ¿Por qué decimos que son cerrados? Históricamente los americanos tienen un problema con los organismos supra-nacionales, es decir tener que dialogar. Durante buena parte del siglo XX controlaron (y aún hoy) controlan dichos organismos: podemos decir ONU, OMC, FMI, Banco Mundial (las tres de Bretton Woods). Cuando decimos controlan no hablamos de conspiraciones ni entramados de ciencia ficción; siendo la primer economía, la primer fuerza militar, su presencia cultural y un derecho a veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas los Estados Unidos hacían lo que querían. Siempre tuvieron ese extra para negociar en términos de presión que los otros países no podían igualar. ¿Estados Unidos invade un país sin resolución de la ONU? Las sanciones son vetadas y aquí no ha pasado nada. ¿Estados Unidos frena el debate en la OMC? A los países en desarrollo no les queda otra que tolerarlo. ¿Estados Unidos se financia imprimiendo billetes por billones? La inflación es baja en relación, su moneda se encuentra atada al patrón oro y es la divisa internacional por excelencia. Hasta acá todo bárbaro si uno nació en Norteamérica.
Con el correr del tiempo, el crecimiento de otras economías y el famoso giro hacia el este; el “dominio mundial” americano empezó a resquebrajarse. Es un evento reciente y quizá no fue tan notorio por quién dormía en la Casa Blanca: Barack Obama. Como la mayoría de los demócratas, tiene una visión más abierta y multilateralista. Es decir, busca relacionarse con otros aún cuando es a pérdida. Mientras más integradas están las naciones, más difícil es el trato desigual y las crisis: si pierde uno pierden todos. Si el renminbi o Yuan (moneda china) se devaluase [Como pasó hace algunos años] hay un cimbronazo en la economía mundial. Es más seguro en el sentido de conflictos globales a gran escala, pero cualquier ola puede romper el castillo de arena. Los años corrieron, Estados Unidos siguió en puja de la integración y se acentuaron sus deficiencias. Llegó un buen día Donald Trump y empezó a contar las perdidas:
- La balanza de bienes es extremadamente deficitaria con China.
- Estados Unidos perdió trabajos en el sector industrial, estas empresas americanas hicieron outsourcing (se fueron a países más baratos). El famoso “They took our jobs” (tomaron nuestros trabajos).
- Hay menos trabajo y el que hay está concentrado en las costas (zonas más ricas). El Estados Unidos profundo está en crisis desde el toyotismo y la caída de Detroit.
¿Son todas pálidas? No. Trump marcó muchas fallas del sistema americano, pero no mencionó las compensaciones de las mismas.
La balanza de bienes es deficitaria, pero la de servicios no. Se pierde en el general, pero los números no son tan groseros. La balanza de servicios sigue siendo superhabitaria (viajes, propiedad intelectual, negocios y finanzas). El dólar es una moneda fuerte lo que hace más competitivo importar bienes, hace tiempo que no conviene producir en Estados Unidos, por eso las empresas se instalan del lado mexicano o mueven las fábricas a China. No es algo nuevo y no obstante algo para revisar, no prende ninguna alarma.
Estados Unidos perdió trabajos industriales, pero son de bajos salarios y baja capacitación. Los empleos de servicios o de alta tecnología pagan mejor y abren oportunidades a la creación de más. ¿El problema? Se concentran en los centros educativos y de investigación y desarrollo; alejados de las históricas zonas industriales (el centro-norte del país). Otro inconveniente es el poco acceso a educación de calidad por sus altos costos, lo que aumenta la brecha entre los que tienen y los que no.
Trump tiene razón en los problemas, la falla surge en sus soluciones. Si hay déficit comercial con China salir a poner trabas al país que es dueño de tu deuda no suena razonable. Si no hay trabajos industriales generar precios artificiales para que sea rentable tampoco parece lo más razonable. La administración americana se maneja como si el resto no tuviese más opción que aceptar; y para muchos países la discusión es así: dependen más del comercio con USA que los americanos de dicha relación, pero no es el caso de todos.
Como mencionamos antes, la dependencia americana se redujo con el surgimiento de nuevas potencias, así como aliados históricos que ya no negocian en bloque. El mejor ejemplo es el TPP (transpacific partnership en inglés) El Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económico fue un proyecto negociado durante la gestión Obama y junto con el RCEP (la versión asiática) buscaban establecer un acuerdo multilateral de reglas para el comercio de bienes y servicios, regulaciones, propiedad intelectual y otros tantos puntos. El acuerdo estaba en un impasse durante el final de la gestión anterior y con la llegada de Trump y la revisión de todos los acuerdos (como el TLCAN con México y Canadá) el TPP se abandonó. Lo lógico, o lo que esperaban los americanos, es que fuese a parar a un cajón. Lo cierto es que el resto de los países, bajo el liderazgo chino, hicieron modificaciones y lo firmaron. Algo parecido fue lo del Tratado de París: Estados Unidos lo negoció con Obama y Trump se salió; lejos de caerse China tomó la posta y junto con la Unión Europea son los principales impulsores. La OMC, si hacemos memoria a la ministerial de Buenos Aires vinieron funcionarios de comercio de todo el mundo, pero USA tomó una postura más de presencia y no dirigió la charla; aunque las conversaciones no avanzaron de forma sustancial no hubo retroceso como algunos esperaban. Espacio que se cede, espacio que se pierde. China hace las veces de Estados Unidos o la conversación toma un rumbo plenamente multilateral sin haber un claro liderazgo. Su aliado más incondicional, Japón, se sentó a negociar el TPP aún cuando Estados Unidos se salió.
Otro ejemplo más cercano es el de los bancos en Asia: durante mucho tiempo el financiamiento en la región provino del Banco Asiático de Desarrllo, institución con control japonés y un peso importante de los americanos. Ya hace unos cuantos años con la Belt Road Iniciative o “Nueva Ruta de la Seda” China propuso un masivo proyecto de infraestructura en más de 50 países y creó un banco para dicha financiación: El AIIB (Argentina inició el proceso de ingreso).
A mi entender, la administración de Donald Trump identificó las problemáticas del país; ya sean económicas, políticas o sociales. Su discurso fuerte y controversial le valió los votos en los estados más afectados que buscaban cambio. Ahora la cuestión es otra, no han sabido resolver estos problemas. Con decisiones de mucho ruido y pocas nueces o una falta de entendimiento del contexto internacional Trump parece no recibir validación de ningún otro líder con peso. En Europa se preocupan al escucharlo y entender que ese es al futuro que apuntan; en América Latina la presión política y comercial hace que le den la razón, mientras que en Asia lo dejan jugar su juego sin inmutarse; entienden su postura y las medidas que toma, por lo que responden de forma proporcional, ni más ni menos.
El 3 de noviembre de 2020 (los que así lo deseen) irán a votar a lo largo y ancho de los Estados Unidos de América su presidente número 59º. Para muchos será abandonar este reality show en el que se metieron y para otros respaldar una gestión que viene a romper con la política tradicional, el lobby y el no resolver nada. La linea está trazada, quedará ver si Trump tiene las armas para cerrar un buen mandato, retener a sus votantes y convencer a los que dudaban.