Licenciado en Estudios Orientales. Posgrado en Negocios y Comercio de Asia Pacífico e India. Política Internacional; extremismo religioso.

 

Desde los orígenes de la humanidad, hubo intercambio de bienes y servicios. En su primera etapa dependía del trueque; donde se buscaba las equivalencias entre los bienes y/o servicios a cambiar. El método se perfeccionó y para el 1100 antes de nuestra era se establecieron elementos de referencia, lo que hoy llamaríamos monedas, en la dinastía Shang de China. Con el tiempo, surgieron las primeras monedas acuñadas, provenientes de la región de Anatolia para el 600 a.C. Pasó milenio y medio hasta que los chinos (dinastía Song) implementaron un sistema que hoy denominaríamos papel moneda. Para inicios del Siglo XVII dicho mecanismo estaba en funcionamiento en Europa y era de gran utilidad para los comerciantes y viajantes: se carga con una letra por el valor del depósito en vez del oro o plata equivalente. Entrados ya en el Siglo XX aparecen las tarjetas de crédito, con un par de prototipos iniciales más similares a una tarjeta de beneficios en un comercio, se introducen en la segunda mitad del siglo empresas como Diners, American Express. luego Visa y MasterCard. En la historia reciente, más de uno recordará su primera transacción online, aparece el e-commerce (que aún hoy es novedad en los países en vías de desarrollo). PayPal, creación de Elon Musk hoy CEO de Tesla y SpaceX, es de los primeros en 1998. La historia no se quedó ahí y con la masificación de los Smartphones otros métodos salieron a la luz: el pago vía móvil, sea en e-wallets, pagos persona a persona con aplicaciones como Venmo, servicios internacionales como Apple Pay, Google Pay o Amazon Pay o las tan famosas y volátiles criptomonedas (furor este verano). Como vemos, los métodos de pago surgen como una respuesta a la necesidad de mayores facilidades en el intercambio de bienes y servicios. 

Ahora bien, ¿A qué viene todo esto? En los últimos días fue noticia en nuestro país la obligación para los comerciantes y autónomos de ofrecer otro método de pago que no sea efectivo. Sacando los conflictos por las tasas altas, el costo por los dispositivos de cobro y el nulo control de nación sobre la regulación; la reglamentación permite hacer un análisis global sobre los métodos de pago.

Podríamos decir que hay tres fases o puntos en el proceso: Argentina entraría dentro de nuestra primer categoría, los que tienen un comercio donde el efectivo es el método de pago predominante. Otro ejemplo (en mayor medida) es el caso indio, donde además de manejarse en papel moneda el pago con tarjeta es extraño y limitado. Aquí nos manejamos con pesos, las tarjetas de crédito o débito quedan reservadas para las compras grandes; sobre todo por el beneficio de las cuotas.

Por otro lado tenemos las economías donde el uso de efectivo es más reducido y casi todo pasa por las tarjetas; podríamos nombrar a los países europeos o Estados Unidos como referencia. No se suele pedir documento para corroborar la identidad del portador de la tarjeta y, por lo menos hablando de Europa, hasta el transporte público se paga con tarjeta (sean viajes o carga de saldo). En esa misma línea la ciudad de Ámsterdam pasó todas las transacciones de transporte público (bus, tranvía y tren) a pago con tarjeta: monedas y billetes son cosas del pasado.

En el otro extremo, nos encontramos con un caso curioso, y parte del origen de este artículo: China y el pago vía móvil. Alipay (de Alibaba, equivalente a Amazon Pay u los otros mencionados) y WeChat Pay (equivalente a Whatsapp, que hoy está testeando un sistema de pago) funciona como una suerte de cuenta madre a donde se vinculan las bancarias u otros métodos. ¿Vas a la verdulería?¿Vas al kiosco? El vendedor te va a ofrecer un código QR para leer (o leerá uno tuyo) y así se realiza la transacción. No hay problema de billetes falsificados ni inconvenientes con el cambio. ¿Salís con amigos y llegó la hora de pagar? Se pueden generar cuentas individuales o que pague uno y el resto transfiere, no hace falta ir a la romana (dividir por igual).

¿Es el pago vía smartphone perfecto? Claro que no, como todo método de transferencia es susceptible a vulnerabilidades. Un celular puede ser hackeado, al igual que una tarjeta con chip clonada o un fajo de billetes robados. Pero es el siguiente paso, es más cómodo, más rápido y más seguro (requiere verificaciones de varios pasos y puede ser configurado para que reconozca huella digital en dispositivos que lo permitan). 

Vamos a los números: hoy China es la segunda economía en el mundo (tercera si contamos a la Unión Europea como un solo territorio), representando algo así como el 15% del PBI mundial  y el país más poblado con unos 1.379 millones para 2016. El pago móvil movió unos 5 billones de dólares en 2016, Ali Pay tiene el 54% del mercado y WeChat Pay el 40%. 5 billones de dólares equivale (redondeando a favor de Japón) al PBI de los nipones, un nada despreciable 6% de la economía mundial (4.4 billones de USD). El volumen es tan grande que se vuelve difícil imaginárselo, pero es la cantidad de divisas que se mueven de forma digital en China. Uno puede pagar bienes o servicios, transferir o invertir.

Este método de pago no se limita al territorio chino; países que reciben gran cantidad de turistas en las cercanías como Japón o el territorio de Hong Kong aceptan este formato. 

¿Por qué funciona? Menos burocracia, control en tiempo real y seguridad. Se evitan trámites (ahora el gobierno comenzó a regular de forma más severa dichas transacciones) y hay menos burocracia que con operaciones bancarias tradicionales.

¿Existen otros métodos de pago? Las tarjetas de crédito y débito internacionales son tomadas en lugares turísticos, pero en los comercios “locales” se acepta la red crediticia china (Union Pay) equivalente a Banelco o Link. En el caso del efectivo, las falsificaciones son extremadamente comunes y muchos prefieren no recibirlo. China creció a pasos agigantados desde la apertura a los mercados, por lo que “saltó” algunas etapas de los procesos de desarrollo; llámese industrialización o métodos de pagos. Pasaron de una economía en efectivo y sin recibos a una totalmente digital en la que el Estado tiene acceso a los datos de forma directa y en tiempo real.

¿Y por casa como andamos?

Hoy por hoy no hay ningún sistema de pagos móvil que sea masivo en Argentina. Se hicieron intentos de aplicaciones de las redes de cajeros para la transferencia vía móvil, pero fiel a la línea de nuestro país, resultaron incómodas y burocráticas [Nota: el autor realizó la prueba cuando surgió pagos Link, la cual contaba con problemas de validación y funciones limitadas]. Lo más cercano podría ser MercadoPago, pero se encuentra limitado al e-commerce (donde Mercado Libre tiene un monopolio por el momento). Con la nueva reglamentación en el país, dicha empresa surge como alternativa a los pagos con tarjeta de crédito y débito tradicionales, pero aún falta tiempo para ver cómo se adaptan los consumidores a su uso o si un gigante se instala y copa el mercado. Lo cierto es que no está generalizado y no se utiliza en transacciones tan cotidianas, aquí el efectivo es rey (cada vez más comercios ofrecen la posibilidad de usar sus cajas como cajeros automáticos). En fila para el trono viene la tarjeta de crédito, no por su utilidad o beneficio, sino por el sistema de pago en cuotas. Elemento que siempre aparece como opción en un territorio con elevada inflación, aún cuando el costo financiero haga el precio final sea más de lo mismo.

DEJA UNA RESPUESTA

Please enter your comment!
Please enter your name here