Durante mucho tiempo parecían algo traído de una película de ciencia ficción, pero hoy los autos eléctricos existen, aunque son un nicho de mercado. No estamos en un futuro utópico, sino más bien a mitad de camino. Los autos eléctricos aún son caros y limitados a un puñado de marcas y modelos. En los últimos años, con el crecimiento de la conciencia sobre el medio ambiente y el desarrollo de algunas economías emergentes como pueden ser la china o india; el proceso de conversión de combustibles fósiles a energías limpias parece haber tomado envión. Primero fueron los indios, bajo Narendra Modi, que propuso una industria totalmente eléctrica para el año 2030. Por otro lado tenemos a sus vecinos los chinos, que desde 2017 son los principales compradores de autos eléctricos. A eso le podemos sumar proyectos como el francés o inglés, que pretenden la presencia única de dicho bien en el mercado para 2040. Noruega es otro de los jugadores fuertes en el rubro; cuenta con un tercio de su flota sin uso de combustibles fósiles.
Ahora bien; podemos atribuir la presencia de automóviles que no contaminen a una conciencia social y presiones a los estados por regulaciones más verdes en Europa; pero no diríamos lo mismo de los dos gigantes asiáticos. Allí las regulaciones no van desde abajo hacia arriba, sino que los mismos estados buscan activamente políticas de energías limpias y reducción de la contaminación. No hace falta mirar más lejos: China e India son dos de los países más contaminados. En pos del crecimiento y desarrollo de sus territorios, ambos se expusieron a las consecuencias más terribles de la industrialización: India cuenta con dos de los ríos más contaminados del mundo en el Ganges (debatible por su significancia religiosa) y el Indo. China por su parte tiene el Yangtsé (Río azul) tercer río más largo del mundo, el Huanghe (Río amarillo) sexto más largo, se suma a ellos el Salween [Nota: Aunque surge en China y cruza buena parte de Yunnan, la contaminación se concentra en su paso por Myanmar y Tailandia, donde desemboca). Pensemos que eran, y en algún punto aún son, países con regulaciones flexibles a fines de atraer inversiones y en ellos se instalaron industrias extremadamente contaminantes, como pueden ser las químicas (agroquímicas), electrónica y minera entre otras. Siempre se menciona el caso de Shenzhen (una de las ciudades más prósperas) donde una empresa vació tinta de impresora en un río que cruza la ciudad.
Ambos estados cuentan con las poblaciones más grandes, bien por encima de los mil millones, y cuentan con un territorio cultivable que no puede abastecer dichas necesidades, si a ello le sumamos la desertificación por construcciones y tala indiscriminada, la contaminación del agua potable y de riego así como el cambio climático coronado por una agricultura de pequeñas parcelas que produce en menor cantidad que un latifundio… parece que ambos requieren medidas drásticas a fin de “recuperar la tierra”. De ahí surgen las inversiones en energías renovables, alternativas para limitar el consumo de combustibles fósiles (otro commodity en el que son importadores). El pragmatismo y la necesidad de una seguridad energética y alimenticia lleva a China e India a alinearse con los intereses medioambientales, colaborando de forma proactiva en nuevas propuestas y sumándose a las iniciativas globales, como podría ser el Acuerdo de París.
Enfocándonos más en el caso chino, no sólo son de los principales compradores, son de los principales productores. Marcas como Chery, BAIC, BYD, Hawtai y SAIC (algunas internacionales, como las dos primeras, todas con porcentaje estatal) vendieron en el año 2017 cerca más de 400.000 unidades (la mitad de las ventas totales). Para ponerlo en contexto: las ventas de autos eléctricos comenzaron en 2013 y al año siguiente rondaron los 100.000. En menos de 4 años la industria creció el 800%. La polución china deriva en gran medida de los vehículos que funcionan en base a combustibles fósiles. Con esta conversión el país espera volver a ver sus cielos despejados.
¿Es el cambio siempre bueno?
Uno de los puntos que más se critica de la reconversión a eléctrico es que las otras opciones no fueron consideradas en profundidad. Ante el proyecto antes mencionado por el premier indio, hubo una serie de críticas por parte de las automotrices. El CEO de Mercedes-Benz en India, se pronunció a favor de los autos que funcionan a base de hidrógeno, mencionando el uso total en el país de e-cars como una idea apurada. En China las empresas son estatales, así que se entiende que la política a favor de las baterías eléctricas es general.
El gran problema de las baterías
El principal problema con cualquier artefacto que opere a electricidad son las baterías. Fue un problema en la autonomía de los autos, hoy más afectado por las velocidades de carga y costos generales de producción. Un avance dentro del funcionamiento de las baterías en otro rubro, no obstante importante, fue la planta de almacenamiento en Australia. La compañía Tesla (que a su vez produce autos eléctricos) estableció una batería de 100 MW en el sur de Australia, donde por una oleada de calor los cortes se volvieron frecuentes en la región. La cosa arrancó como una apuesta por Twitter de Elon Musk (cabeza de la compañía) y en 60 días (la apuesta era por 100) desarrolló una batería tres veces más potente que las existentes. ¿Qué hace? Estabiliza los consumos energéticos de la ciudad, con su carga total puede abastecer cerca de 30.000 hogares por una hora. ¿Qué cambia? En los últimos tiempos las energías renovables se han propuesto como una alternativa de complemento; principalmente por su incapacidad de almacenar. El viento o el sol que se “cosecha” en energía no se guarda. Si se dependiese de energía solar únicamente en el momento de mayor consumo (la noche) no tendríamos fuente de poder. Las baterías vienen a solucionar este problema, pero por sus altos costos e incapacidad de almacenar tanto volumen, dichas energías se han vuelto un complemento a las plantas nucleares o de combustibles fósiles. Baterías más baratas y más efectivas significa más opciones de las fuentes energéticas verdes así como mayores posibilidades para los autos eléctricos.
Hoy el futuro parece lejano, más en Argentina, donde el mercado de energías renovables es pequeño pero en crecimiento y los autos eléctricos pertenecen más a un showroom que a las calles. Lo cierto es que el país cuenta con todas las oportunidades para explotar el negocio verde: ya sea energía eólica en Patagonia (Río Grande destaca entre posibles lugares) o la solar en el norte del país. Esto sin nisiquiera mencionar opciones como la geotérmica o hidroeléctrica. A su vez, el NOA, territorio siempre relegado, cuenta con la tercer reserva mundial de litio, componente fundamental en la creación de las baterías. Parece entonces que no sólo contamos con la fuente de energía sino con el material para almacenarla. La industria verde para Argentina no sólo será por lo ecológico, sino por la entrada de divisas.
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