Licenciado en Estudios Orientales. Posgrado en Negocios y Comercio de Asia Pacífico e India. Política Internacional; extremismo religioso.

El domingo por la mañana, Carles Puigdemont fue capturado en la frontera entre Alemania y Dinamarca, luego de casi 5 meses de auto-exilio. Esa misma tarde, los catalanes salieron a la calle: más de 55.000 personas marcharon ante la sede de la Comisión Europea. La protesta se caldeó y terminó con un enfrentamiento entre los Mossos (policía local) y los manifestantes; dejando un centenar de heridos y 9 detenidos.

Puigdemont es hoy la figura del independentismo catalán, luego de su paso por la presidencia de la Generalidad de Cataluña (un organismo que regula la región autónoma). En ese período, luego de un referendúm, se realiza la Declaración Unilateral de Independencia (DUI de 2017). La misma fue rechazada por el Senado español, basándose en la Constitución de 1978. Esto derivó en la disolución del gobierno y el pedido de captura a su presidente.

Vamos por partes: ¿Por qué los catalanes quieren separarse?

Con una historia vasta y de hace casi 1.000 años, los catalanes (como otros pueblos englobados en España) son una entidad separada. Antes de la Guerra Civil Española gozaban de gran autonomía y fue con la llegada de Franco que vieron mermados sus derechos. Con la vuelta de la democracia recuperaron parte de esa autonomía y de hecho para 2006 son referidos como «nación» en el contexto del país. Dichas libertades, sobre todo en lo referente a lo financiero, tuvieron un retroceso en 2010. La crisis no impactó solamente en la autonomía de la región; sino que encendió un resentimiento local apaciguado. Se comenzó a volver sobre el tema: España toma mucho en impuestos pero hace poco.

El referendúm, del que se esperaba una mayor tendencia separatista, dejó imágenes de conflicto entre la policía y los votantes, abriendo viejas heridas de la época de Franco. Algunos analistas mencionan que la crisis se podría haber evitado si Rajoy (presidente de España) hubiese devuelto las libertades financieras, entre otras concesiones, a los catalanes.

Si vamos a los números fríos; de las 4 regiones que componen Cataluña (Tarragona, Lleida, Girona y Barcelona) Barcelona sacó el menor porcentaje de votos separatistas (44%). Probablemente el contar con una ciudad cosmopolita y llena de inmigrantes afectó dicho resultado. En contraposición, nos encontramos con Lleida y Girona (con casi el 64% de promedio) zonas más relegadas (al norte y noreste de Barcelona) del apoyo nacional.

Ahora miremos más cifras: Cataluña como región engloba a 7.5 millones de habitantes; cuenta con una de las ciudades más visitadas del continente en Barcelona y es de las regiones más ricas de todo el país. Aporta casi el 20% del producto bruto interno nacional.

En caso de una separación, por lo menos en número directos, España pierde unos 260 mil millones de USD en su producto bruto interno (hoy está en 1.300 mil millones) que sería algo así como la mitad del producto bruto interno argentino al año 2016. Como verán perder ese volumen de dinero pondría en una situación más que delicada a España, ni hablemos del quiebre en las cadenas productivas o globales de valores. Una separación abrupta entre España y Cataluña rompe ambas economías. Después, como mencionamos en el artículo de Brexit, viene los problemas de visados para los residentes y turistas (Barcelona es una ciudad turística), el problema de los españoles y miembros de la UE viviendo en la región y hasta podemos hablar de dónde jugaría el Barcelona de Messi.

Este parece el año del separatismo: podemos mencionar Cataluña y en menor medida Italia con la victoria de la alianza del Movimiento 5 estrellas (que se autodenomina como euroescéptico) y La Liga Norte (también con sectores separatistas). La Unión Europea no parece tan firme como décadas atrás y hoy por hoy se ve un rol activo de la Canciller Merkel (Alemania) en pos de colaborar con quiénes buscan mantener la unión a toda costa [parte de las protestas fueron contra la sede alemana en Barcelona, dado que consideran fundamental la ayuda de dicho país hacia España en la captura de Puigdemont]. Lo cierto es que el proceso de separación recién da sus primeros pasos y es probable que requiera muchos años más y que ciertas tendencias se mantengan para ser una realidad; casos como el mencionado podrían cambiar el mapa (no sólo político sino económico) del viejo continente.

 

 

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