Licenciado en Estudios Orientales. Posgrado en Negocios y Comercio de Asia Pacífico e India. Política Internacional; extremismo religioso.

Salimos de Medio Oriente y nos vamos un poco más lejos: China. Desde hace casi un mes que el tema de la reelección indefinida estaba en agenda y en estos últimos días se votó a favor. Primero vamos a tener que explicar un poco la política china y su parlamento.

En primer lugar China es un caso particular: no se ajusta a los estándares de democracia occidentales, ¿Qué quiere decir esto? China cuenta con un sistema de partido único, siendo este el partido Comunista Chino. El Comité Central del partido se reúne cada 5 años y cuenta con 80 miembros, de esos 80, 24 componen el Buró Político y 9 de ellos (los que tienen el mayor poder político) son el Consejo Permanente. Ahí nos encontramos al actual presidente Xi Jinping, el premier Li Keqiang y otros tantos funcionarios. Para pasar en limpio el partido regula en gran medida al Estado y concede casi todos los cargos (los cargos locales si cuenta con votación como la nuestra, los nacionales son votados por las estrcuturas del Partido).

El Estado

China tiene un sistema bien centralizado en las decisiones que afectan al país (economía, energía, soberanía y defensa) y luego abre el juego para que los territorios se autorregulen. Es la definición por excelencia de una meritocracia; fueron los primeros en tener una burocracia similar a la moderna con los mandarines (letrados de la administración pública) dependiendo del Emperador. Hoy los letrados tienen un mayor enfoque en las ciencias y tecnologías, pero la tarea es la misma; que el Estado funcione. Si uno cumple con las expectativas y los objetivos propuestos asciende, sino se estanca o es «retirado» de la función pública. Por cómo lo planteo parece el paraíso político y más de uno debe estar en llamas: China no tiene alternancia política, ergo, es una dictadura. Intentaremos brindar una respuesta que satisfaga a los lectores, pero primero deben entender que no todos los pueblos se rigen bajo los mismos valores o ideas.

China cuenta con más de un partido político ( hay 8 no comunistas) y aunque su representación es nominal y sus afiliados mínimos (900.000 aproximados) son parte del debate político nacional. El PC chino cuenta con unos 82.6 millones (en 2011), cerca del 6.15%. Desde la fundación del país, el PC con Mao a la cabeza formó un acuerdo común con los partidos pequeños para asegurar gobernabilidad, este acuerdo sigue vigente. Vamos a la alternancia: no puede gobernar siempre el mismo. De mayor a menor medida de «siempre gobiernan los mismos» podemos hablar de los últimos 18 años donde Vladimir Putin tiene el control aunque no siempre ha sido el jefe de Estado (este fin de semana sacó más del 70% en las elecciones). Podemos hablar de partidos: México con el PRI (que gobernó el país desde 1930 hasta 2000 sin interrupciones y luego de un mandato de «alternancia» volvió al poder). Japón con el PLD que gobierna las islas desde 1955 con baches en 1993-94 y 2009-12. Hablemos de la democracia más grande del mundo: Estados Unidos. Bipartidismo que nadie parece romper, incluso cuando no prefieren a ningún candidato; un sistema de votación arbitrario que elige delegados que seleccionan candidatos y una división por zonas que invalida el voto popular (presidentes como Kennedy, Nixon, George W. Bush entre otros perdieron en el voto popular). No hablemos de que sus presidentes suelen ser un de un grupo selecto de universidades y familias en gran medida. Podríamos seguir poniendo ejemplos de democracias donde un grupo parece contener más poder que el resto de forma histórica. En definitiva el caso de alternancia en China no difiere tanto del japonés, el ruso o el mexicano. En China lo que rige la política son los planes quinquenales, estos determinan los objetivos del gobierno y las diferentes ramas del partido sólo difieren en la aplicación de medidas. El pueblo, en su mayoría, no tiene mayor interés en el método, busca los resultados.Dadas las aclaraciones sobre los matices de los sistemas estaduales; China no deja de ser una autocracia, pero hay diferencias entre el concepto de dictadura nuestro y el sistema de gobierno chino.

Xi Jinping

El caso de Xi Jinping es digno de análisis: hijo de un veterano del partido, pasó por una decena de posiciones donde probó su virtud hasta llegar al nivel más alto del país. Enfocado en la unidad del partido, la lucha contra la corrupción y un endurecimiento en la censura en la red, su figura se ha vuelto emblemática como pocas otras en China. Con la reelección indefinida las obligatorias comparaciones con Mao Zedong comienzan. Una figura paternalista que engloba al Estado en sí. Desde mi visión, la comparación cae por tres cuestiones: llegada al poder, contexto y posición ideológica.

Llegada al poder

Mao tuvo una guerra civil contra el Kuomintang (el partido nacionalista que luego se desplaza a la isla de Taiwán), luego (mediante alianza con todos los partidos chinos) contra los japoneses en el contexto de la 2da Guerra Mundial y reunificar el territorio. La Larga Marcha (donde el ejército rojo chino cruzó el país a pie) suena un poco más desafiante que ser hijo del partido y pasar por algunos cargo públicos. Mao tenía un apoyo incondicional porque liberó un territorio plagado de conflictos y muerte. Xi Jinping tomó un barco bastante estable por parte de su predecesor Hu Jintao.

Contexto global

El contexto es otro, porque la realidad en China difiere mucho hoy de hace 70 años: las matrices económicas son diametralmente opuestas, la cantidad de población; cómo se agrupan geopolíticamente los países del mundo y mil variables más. Hoy China está completamente integrada a una comunidad internacional bastante unificada en la mayoría de los temas de agenda.

Posición ideológica

La posición ideológica es otro punto: Mao siempre tuvo una posición firme e interpretación de la colectivización, lo cual derivó en  unas cuantas «equivocaciones» (lenguaje del partido para mencionar El Gran Salto Adelante [ 30 millones muertos por hambrunas] y la Revolución Cultural que no dejó tantas víctimas pero destruyó a la clase intelectual china, los técnicos y una buena parte del patrimonio histórico de la civilización. Xi Jinping es un pragmático, no va a tomar decisiones que pudiesen dejarlo mal parado sea para adentro o afuera del país; se propone como un dialoguista y líder de la comunidad internacional.

En todo caso, el actual presidente chino tiene más similitudes con quién sucediese a Mao e impulsase al país hacia la economía de mercados: Deng Xiaoping. Figura interesante de la historia del siglo XX, dónde fue expulsado del partido y reinstaurado, manejando los hilos económicos de China durante años previo a su mandato presidencial. Quizá es recordado por dos cosas: la protesta en la Plaza de Tiananmen (donde autorizó la represión) y la siguiente frase: «No importa que el gato sea blanco o negro; mientras pueda cazar ratones, es un buen gato». Esta frase define un poco su ideología y gobierno. No obstante de no otorgar mayores libertades políticas o sociales, liberalizó la economía entendiendo que la situación post-revolución Cultural era insostenible. El proletariado de los 80’s que se mudó a las zonas económicas abiertas de las costas puso el cuerpo en condiciones extremas e insalubres de las fábricas para que China prospere y crezca. Fuertemente criticado por su visión más abierta, Deng continuó con su apertura económica hasta sus últimos días. Su pragmatismo se asemeja a la inteligencia de Xi Jinping y su capacidad de leer el contexto internacional, tomando las riendas en las organizaciones supranacionales que los Estados Unidos supieron dejar de lado (OMC, acuerdo París entre otras).

Levantar las restricciones de reelección no es más que un dado de visto bueno por parte del partido a Xi Jinping, permitiéndole enfocarse en los problemas de fondo como la corrupción y el medio ambiente, pero que quede claro: si él no se muestra efectivo el partido propio no tendrá el menor miramiento en removerlo de su cargo. En China no importa el color del gato, sino que cace ratones.

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