El fenómeno de KFC en Japón es una constante durante las fiestas desde hace más de 40 años. Para gran parte del mundo es una rareza o hasta algo burdo; la mayoría de los argentinos respondería bastante mal a un pariente llegando a la mesa navideña con comida rápida. Trataremos de proveer un contexto y explicar el por qué de esta curiosidad festiva.
Para empezar, entendamos el sustrato cultural japonés: la navidad aunque reconocida, no se celebra de forma religiosa para gran parte del país [el 1% es cristiano], en los últimos censos sobre religión la gran mayoría se declara budistas y/o sintoístas [Nota: religión propia del territorio nipón; en líneas generales es el culto a los kami o fuerzas de la naturaleza, dicha religión se encuentra ligada fuertemente a la familia imperial; dado que según los textos religiosos descienden de Amateratsu, la deidad del sol]. Aunque resulte algo difícil de comprender para nuestros valores los japoneses, como la gran mayoría de los pueblos en Asia, no perciben las religiones como sistemas cerrados que entren en conflicto; sino como elementos que se integran y complementan, de allí que gran parte de ellos cumpla ritos de una variedad de religiones. El dicho recita: los japoneses nacen sintoístas, se casan cristianos y mueren budistas. ¿Qué quiere decir? En gran medida, los pueblos con sustratos o bases culturales arraigadas en tradiciones como el budismo suelen entender la espiritualidad como algo no exclusivo, pudiendo celebrar una amalgama de ritos o festividades sin esto significar que una se contrapone a otra.
Hasta 1974 el natalicio de Cristo tenía componentes no religiosos, es decir que se ajustaba más a los estándares comerciales: el árbol, los adornos y la figura de Papá Noel con los regalos. Allí surge la idea de Takeshi Okawara, el gerente del primer local de la cadena americana Kentucky Fried Chicken. Según cuenta la historia Takeshi escuchó a unos turistas hablar sobre cómo extrañaban el pavo, plato típico para las fiestas en los países occidentales del hemisferio norte. Ante esta situación él pensó que el pollo frito podría ser un buen reemplazo como cena para las fiestas. 43 años después se estima que 4 millones de japoneses se reúnen en la mesa navideña a comer pollo frito. Durante dicho período, locales franquicia pueden llegar a incrementar 10 veces sus ventas y para procurarse un combo navideño de la cadena se requieren reservas con semanas de anticipación y largas filas. La gran estrategia de marketing del señor Okawara conocida como Kentucky for Christmas le valió ser gerente general de la empresa en Japón entre los años 1984 y 2002.
La pregunta que surge es: ¿Por qué arraiga esta tradición? Como mencionamos antes, no había una tradición específica para dicha festividad; por lo que KFC con su estratogia de marketing vino a llenar un vacío dentro de la tradición nipona. Quizá inició como una simple campaña de consumismo, pero con el tiempo se ha ido convirtiendo en una tradición contemporánea, adaptada a los tiempos que corren. Al no ser un día religioso, la noción de pasar un día cocinando platos tradicionales propios o los que englobaríamos dentro de la concepción occidental no resulta práctico. Hoy en día la propia compañía fue adaptando los menús de navidad a comidas más complejas que involucran torta y vino; pero el pollo frito se mantiene como elemento fundante. Las familias japonesas que acostumbran esta extraña tradición apuntan a la reunión familiar o con los seres queridos; por lo que al final del día, sea KFC, Vital Tone, ensalada rusa o asado la navidad tiene el mismo significado alrededor del globo, sin importar qué se come, la idea es estar todos juntos.
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