Periodista de Tierra del Fuego.

Ya con la pandemia transitando la apertura en Tolhuin, tuvimos la chance de hablar con uno de los empresarios locales de la ciudad. Julio tiene varios emprendimientos turísticos, y nos contó como los afectó el parate y cuál es la fórmula, si es que la hay, para recuperarse.

Julio Ramirez, además de ser un emprendedor turístico, es un antiguo poblador de Tolhuin. Según su perspectiva, la ciudad venía creciendo en visitantes, “veníamos de temporada tras temporada y la cosa iba mejorando, con las nuevas autoridades municipales veíamos que había intenciones de progreso. Un ejemplo que te puedo dar es que en el feriado de carnaval, ese feriado largo, entre los dos negocios, el restaurante y Bar Estudio, entraron casi mil personas. Vemos mejoras y organización desde el estado.”

En otro tramo de la charla Julio destacó la gestión de “Danielito”, al que llama así porque dice conocerlo de “pibe”.”El apoyo ayuda mucho para que uno pueda seguir creciendo, claro que eso era hasta que llegó la pandemia. Hasta ese momento, los dos negocios trabajábamos de martes a domingo. Esperemos que esto pase pronto para poder seguir creciendo”.

Haciendo un poco de historia, para entender más del vínculo de Julio y Tolhuin, nos remontamos unos 40 años, cuando por febrero de 1980, llegó a la isla. “Mi esposa y yo veníamos procedentes de Buenos Aires con mis dos hijos que eran bebés. A mediados de 1985 me instalé en el pueblo, primero montamos un almacén, que comenzó vendiendo puertas, tornillos, de todo. Con decirte que en esa época éramos 20 familias en el pueblo. Había más gente en el aserradero Khami que en el pueblo”.

En una charla donde repasó su historia en la ciudad con el periodista Oscar Heredia, Ramirez contó que ya por 1996 se animó en el rubro de la gastronomía. “La experiencia era que mientras manejaba camiones me especializaba en la cocina de olla, como los guisos, y así fue como empezamos. Tomamos gente y yo cocinaba, dándole forma al restaurante. Después se pudieron hacer más cosas porque la familia se fue sumando, y entre mi hijo y su esposa se hicieron cargo de Bar Estudio. La situación se complicó con la cuarentena, nosotros habíamos realizado inversiones importantes para seguir adelante con una distribuidora de fiambres, carnes y mariscos; pero nos hacía falta una cámara de congelados que la compramos previa a la pandemia. Pero al no poder volver a abrir el proyecto quedó truncado, fue como un balde de agua fría. Lo sobrellevamos con algunos ahorros y la asistencia financiera del gobierno provincial y nacional. Tenemos 10 empleados que sostuvimos pagando salarios en tiempo y forma. Fueron momentos duros pero nos pudimos recuperar, ya hace más de 20 días que estamos trabajando con modalidad de delivery”.

Ramirez no es exclusivo del rubro gastronómico: también cuenta con una cabaña en el bosque y un hostel sobre la ruta, antes de la bajada de Kaikén. Este fin de semana largo que pasó ya tuvo movimiento de visitantes, y hasta cuenta con reservas para el próximo fin de semana. Ahora, la preocupación pasa por Río Grande, la principal fuente de turistas, que atraviesa un momento complejo luego de conocerse que hay una nueva oleada de contagiados.

No obstante, Ramirez se muestra conforme con las gestiones del municipio durante la cuarentena y tiene esperanza porque “el intendente es un joven del pueblo. Armó un equipo con jóvenes de acá y creo que de a poquito vamos a ir saliendo. Dependemos mucho del turismo, más allá de los vecinos que vienen y consumen, el fuerte está en la gente de Ushuaia y Río Grande. Tenemos que prepararnos porque todos dependemos mucho del turismo internacional”.

“Tolhuin debe ser una villa turística, la organización edilicia, el planeamiento y empezar a tomar conciencia que este debe ser una maquinaria turística que nos va a llevar a todos al bienestar. Si no hay un ordenamiento, si no hay un cuidado como los años que estuvo el anterior intendente va a ser difícil para el turismo. Todavía nos falta, nos faltan servicios, pero también vemos que se está embelleciendo la ciudad, que hay más compromiso”.

La historia de Julio, es una que vemos reflejada en cientos de emprendedores de la isla. Fueguinos por adopción que han puesto sangre, sudor y lágrimas en crear algo para que los que nos visitan puedan apreciar la tierra que a ellos los enamoró. No son grandes conglomerados ni mucho menos: las cosas se hacen a pulmón y cada situación adversa afecta mucho más que en otros casos. Hay familias detrás de ellos: la de sus empleados y de los negocios que se nutren de abastecerlos. Es bueno escuchar que no obstante de lo complejo de la situación “Don Ramirez” se muestra esperanzado por el futuro y expectante por las políticas que el estado pueda impulsar para reactivar al sector turístico.

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