Profesional de enseñanza primaria. Docente en contextos de encierro. Representante docente JCyD. Directora jubilada.

Nicolás Guillén nació en 1902, coincidentemente también nacía la historia de la República cubana al ser elegido presidente Tomás Estrada Palma, sin embargo los Estados Unidos habían impuesto una enmienda a la Constitución donde se reservaban la “facultad” de intervenir militarmente la isla cuando lo consideraran oportuno. 

El diario Las Dos Repúblicas ya circulaba en su ciudad natal, Camagüey, dando la noticia y dirigido por su padre.

La condición de mulato de Guillén definiría el carácter de la poesía negra o afrocubana.

Es verdad que en el mundo de la literatura es reconocido por ser un poeta popular en cambio él se sentía periodista en primer lugar. También es cierto que las circunstancias de su tiempo lo empujaron a ello.

Así su obra evolucionó rápidamente hacia las inquietudes políticas y sociales de su época.

La opresión y la servidumbre a la que era sometido el pueblo hizo que abandonara la métrica poética para sumar la protesta comprometida con lo humano.

El poema “Balada de dos abuelos”, publicado en 1934, asumió la totalidad de su identidad africana y española dentro de un mismo cuerpo.

Tenía la virtud de hacer sonar en su poesía una canción y una danza unida al origen de su lugar.

Ya en 1937 creó “Poemas de cuatro angustias y una esperanza”, donde plasma todo el horror vivido en la Guerra Civil Española y cuenta el asesinato de Federico García Lorca. 

Su experiencia vivida en las trincheras lo llevó a buscar una poesía concentrada en la realidad social y la desesperanza. 

Su adhesión a la República fue sólida y contribuyó a afianzar sus ideales. Naturalmente fue proscripto durante la dictadura franquista y sus libros no se vendían en España.

En 1964 de la mano de “Antología Mayor” dejó claro su compromiso con la Revolución Cubana y las causas justas que el mundo perseguía incansablemente.

En el libro “La paloma de vuelo popular” recopiló experiencias de sus viajes donde los temas del colonialismo, la injusticia y la esclavitud son simbolizados por medio del trabajo de los obreros de los ingenios azucareros de su patria.

Su poesía afroantillana se insertó en la circunstancia americana ya que el negro y su raza no revestían una condición peyorativa dentro de su obra, muy por el contrario eran reivindicados en sus faenas y  describía las condiciones despóticas que los rodeaban.

Su literatura se sostuvo con ritos, supersticiones y bailes. Se encargó de dignificar al negro, al mulato y su universo.

Aquí un fragmento de Balada de los dos abuelos: “Lengua con punta de hueso/ tambor de cuero y madera/ mi abuelo negro.

Gorguera en el cuello ancho/ gris armadura y guerrera;/ mi abuelo blanco.”

Tan distintos, tan iguales, tan dueños de Cuba, ese “largo lagarto verde, con ojos de piedra y espuma” (Fragmento de “Un lagarto verde” de Nicolás Guillén).

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