Durante la última semana sorprendió a muchos el fenómeno migratorio de la caravana migrante, donde mil hondureños partieron desde San Pedro de Sula el 13 de octubre con rumbo final a los Estados Unidos. Con un recorrido de miles de kilómetros, en parte ayudados por colectivos y en su gran mayoría a pie, miles de refugiados buscan abandonar las condiciones precarias de sus territorios y llegar a la frontera americana.
El objetivo final es recorrer unos 4.500 kilómetros en búsqueda de asilo en los Estados Unidos y abandonar una región de las más violentas del mundo: recordemos que Honduras sufre el flagelo constante de las Maras, pandillas que azotan el país y dejan una de las tasas de homicidio más altas del planeta en países que no enfrentan un conflicto bélico.
La masiva movilización generó una crisis en Centroamérica y puso en una situación desfavorable al gobierno mexicano: debió redistribuir recursos en ayuda humanitaria y parte de sus fuerzas armadas para, al principio, controlar la entrada ilegal (requieren visa para su entrada a México) y ahora monitorear el éxodo. Desde el norte la administración Trump se mantiene firme en su política contra los inmigrantes ilegales y su presidente fue terminante: si el gobierno mexicano no los detiene militarizará su frontera. Recordemos que las elecciones de medio término están al caer en Estados Unidos, por lo que republicanos (el oficialismo) redoblan la postura y atribuyen este posible ingreso de miles a la administración Obama y los demócratas.
El fenómeno de migración masiva no es nuevo pero tiene un matiz bastante diferente: si hacemos memoria hubo grandes éxodos de sirios durante el inicio de la guerra civil y la instalación del Estado Islámico; con imágenes de cientos marchando a lo largo de Europa. Usualmente están condicionados por guerras o desastres naturales. En los dos casos recientes en el continente (Venezuela y el fenómeno centroamericano, principalmente de Honduras) las precarias condiciones de vida y el creciente nivel de violencia hacen a los migrantes optar por un destino más próspero.
¿Por qué los Estados Unidos?
Los Estados Unidos históricamente han sido el lugar donde los inmigrantes van a “hacer la América” con miles de testimonios de éxito; donde el trabajo duro y la perseverancia equivalen a una mejor vida. Siempre ha sido el principal destino para mexicanos y centroamericanos que buscan escapar la inestabilidad de sus territorios. Hoy Estados Unidos cuenta con una economía que ha vuelto a crecer y una de las tasas más bajas de desempleo en los últimos 50 años con 3.7%. Se suma a ello que los oficios y principalmente actividades relacionadas a la construcción son bien pagas y abundantes. Desde lo estatal están los denominados santuarios o ciudades refugio, donde los inmigrantes ilegales son bienvenidos y ICE (por sus siglas en inglés del servicio de inmigración y aduanas) no tiene autoridad plena para retener y deportar.
¿Cuál es el estado de la marcha?
Luego de algunos conflictos en la frontera mexicana se estima que cerca de la mitad decidió volver hacia Honduras pero aún unas 3.000 personas mantienen paso firme a través de México. No obstante los números no son claros y en su recorrido la marcha ha sumado nuevos adeptos; cerca de mil salieron de San Pedro de Sula y en la frontera con México algunos hablaban de 5.000 a 6.000 personas.
Una vez cruzado el país (hoy están en la zona de Chiapas) llegarán a la frontera americana. Enrique Peña Nieto, presidente de los Estados Mexicanos, pide ayuda humanitaria de Naciones Unidas para los más vulnerables y parece haber cedido a la presión popular: la caravana migratoria seguirá rumbo al norte.
Por su parte Trump ha exigido a los presidentes de Guatemala y Honduras que detengan la masiva movilización a riesgo de perder las ayudas y beneficios que los Estados Unidos otorga a dichos países. Su postura de militarizar la frontera lo obliga ahora a tratar de disolver la situación antes que la masa migrante esté en sus puertas; dado que deberá dar el brazo a torcer y mostrarse débil ante sus votantes o exponerse a un impasse entre americanos armados y familias con chicos.