“Adán en Edén” pertenece a la extensa obra de Carlos Fuentes (Panamá 1928- México 2012).
La historia hace referencia a Adán, ese primer hombre el cual habita el paraíso perdido. Su cita inicial nace diciendo: “¿Acaso te pedí, hacedor que de la arcilla me hicieras hombre, acaso te pedí que de la oscuridad me ascendieras?”
Claro que ese paraíso es en realidad México donde dos Adanés se traban en múltiples controversias. Por un lado aparece Adán Gorozpe, él es un abogado de origen humilde que ha ascendido socialmente gracias al casamiento con Priscila Holguín (hija de un acaudalado empresario del rubro alimenticio “El Rey del Bizcocho”). Celestino Holguín ha llegado a esa posición social realizando maniobras poco claras con los políticos de turno.
Adán también detentaba el poder, pero los temores de perder su lugar dentro de la familia Holguín aparecen atados a un hombre que comienza a ver con ojos de halcón a su mujer. Claro que él también tiene una amante (Ele es su nombre), con la cual utiliza todo tipo de estrategias para no despertar sospechas. Es un gran estratega, todos sus movimientos en la “casa chica” (así se refiere a su hogar) están perfectamente planificados, pero también su vida social, sus contactos, sus inversiones y demás yerbas cotidianas.
Así el poder económico y el poder político se colocan frente a frente. Nadie se escandaliza porque todos mienten.
El otro Adán se llama Adán Góngora, es el señor que anda medio enredado con Priscila, los coqueteos son discretos pero incesantes (“se tocan las puntas de los pies, (ella) se quita una zapatilla color rosa, (él) un botín y ambos se regocijan en ese encuentro de extremidades que es tan sólo el prólogo de intimidades”). Así se van engañando entre si. Un juego que se va tornando peligroso.
Adán Góngora es militar, recientemente ha sido nombrado responsable de la seguridad nacional, por lo cual ello lo lleva directamente a codearse con los políticos y personalidades más encumbradas de México. Las gestiones que le ocupan la mayor parte del tiempo son proteger a los criminales y reprimir al pueblo.
En esta obra Carlos Fuentes reflexiona sobre los magnates ficticios, la gloria personal, el abuso de autoridad, la manipulación y el mal endémico de América Latina que repite personajes y modelos de poder económico y político.
Quizás Adán Gorozpe pudo haber representado en un inicio a la renovación, pero su altanería, sin jamás reconocer los fracasos, lo acercaron más a la debilidad que al cambio. Su egocentrismo (revelado a través del uso continuo del pronombre yo) lo debilitó.
Fuertes no pierde oportunidad de relacionar directamente el narcotráfico con la política.
Los empresarios luchan en dos frentes de batalla, por un lado con los hombres del poder y por el otro con los señores que mueven los hilos del mercado de la droga y las armas. Allí plantea la doble extorsión.
Indudablemente estamos ante una especie diferente de literatura y podría ser llamada “novela política”.
“No moriremos mientras exista un lector que abra nuestro libro” (Carlos Fuentes).