Profesional de enseñanza primaria. Docente en contextos de encierro. Representante docente JCyD. Directora jubilada.

Elsa Bornemann creó mundos extraordinarios donde habitaban y sobrevivían (en algunas épocas): “Un elefante ocupa mucho espacio”, “Socorro”, “No somos irrompibles, “Tinke- Tinke” y muchos más.

Sin dudas su modelo de escritura llevaba un cartel que decía: rompiendo moldes. Sus obras fueron clasificadas dentro del género de literatura infanto- juvenil. Pronto llegaron los premios y los reconocimientos a nivel nacional y mundial. Nació en el año 1952 en Buenos Aires, más precisamente en el barrio de Parque Patricios, su papá era alemán, Wilhelm Karl Henri Bornemann y se dedicaba a reparar campanarios, relojes pequeños y grandes, esos que aparecían en las torres de la ciudad porteña. Su mamá se llamaba Blanca Nieves Fernández (dos nombres en uno, quizás, como un anticipo de su futuro) y era descendiente de españoles.

Elsa era maestra jardinera (hoy llamada maestra de preescolar). El doctorado en Letras de la Universidad de Buenos Aires llegaría muchos años más tarde.

Siempre se sintió responsable ante la escritura que llenaba de estrellas la niñez, acaso por ello fue tan brillante. Aunque su resplandor no la hizo estar exenta de las prohibiciones en el período de la última dictadura militar. Junto a “La torre de Cubos” de Laura Devetach, “Un monte para vivir” de Gustavo Roldán, “Un elefante ocupa mucho espacio” fue considerado un cuento que contenía “una finalidad de adoctrinamiento que resulta preparatoria para la tarea de captación ideológica del accionar subversivo (…) “ (octubre de 1977, Decreto 3155, firmado por la Junta Militar).

Esos textos “rebeldes” parece que solo alejaban al público infantil del derecho al descanso. Así Víctor, ese elefante de circo decidía ser y pensar en “ser elefante”, poco importaba su cuerpazo y mucho menos la censura. Así que la huelga general dejaría desierta la función, ni la autoridad del rey león se salvó. El final feliz llegaría volando en dos aviones que partirían con “el grupo rebelde” conformado por las jirafas, los monos, el león y el loro. Víctor viajaría en el segundo avión, uno exclusivamente para él porque “un elefante ocupa mucho espacio”.

“Un elefante ocupa mucho espacio” dio origen al cuento del mismo nombre, pero en realidad su embalaje se completaba con catorce cuentos más.

“El libro de los chicos enamorados” (1977) contenía poemas de amor, ellos estaban especialmente creados para niños y niñas. En la carta de inicio, Elsa explica como este libro posee “… poemas que cantan o lloran las distintas sensaciones que produce el amor – niño…” Los poemas recorren escenarios cotidianos (el barrio, la casa, el colegio, etc.) para llegar a crear la atmósfera ante el amor ausente, la declaración de amor, el amor roto, el amor no correspondido y muchos otros amores más.

Elsa Bornemann falleció en el año 2013 dejándonos la sensación de disfrute a grandes, jóvenes y niños. Sus historias y poemas bailoteaban entre la fantasía y el terror, el amor y la triste realidad, lo cotidiano y lo estrambótico. ¡Si hasta nos contó como se mató un tomate!

He aquí las excentricidades de Elsa.

Se mató un tomate

“¡Ay! ¡Qué disparate! ¡Se mató un tomate!/ ¿Quieren que les cuente?// Se arrojó a la fuente/ sobre la ensalada/ recién preparada// Su vestido rojo, /todo descosido/ cayó haciendo arrugas/ al mar de lechugas…”

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