Lo primero que podríamos decir de Macedonio Fernández es que fue un escritor de la marginalidad sin serlo exactamente. Formó parte de la leyenda de la literatura de la provincia de Buenos Aires del siglo XX. La primera mitad de esos tiempos era tierra fecunda para disfrutar de la riqueza oral en épocas tempranas del joven Borges, completada por el resplandor de la generación modernista de Leopoldo Lugones.
Macedonio Fernández había nacido el 1 de junio del año 1874 en el seno de una familia acomodada, su padre era un importante estanciero. Cursó sus estudios en el prestigioso Colegio Nacional de Buenos Aires. Fue amigo íntimo de Jorge Borges (padre de Jorge Luis Borges) y escribió para el diario socialista La Montaña, dirigido por Leopoldo Lugones.
Es verdad que se recibió de abogado y ejerció largamente como fiscal en el Juzgado Letrado de Posadas (Misiones) donde además fue Director de la biblioteca y conoció a Horacio Quiroga. La leyenda cuenta que Macedonio perdió su cargo porque nunca condenó a nadie, pero su amor por la literatura, la deconstrucción de ella y la filosofía fueron otras de sus pasiones.
No guardaba respeto alguno por las clasificaciones impuestas por nombres de género y subgéneros, por ello atesoró pensamientos de vanguardia.
Con más de cuarenta años, tras la muerte de su esposa en el año 1920 a causa de una operación que se complicó, sus cuatro hijos quedaron al cuidado de tías y abuelos. Macedonio abandonó la abogacía y se dedicó a vivir austera y nómadamente en pensiones del barrio de Once y Tribunales en Buenos Aires. Se decía que sus únicas posesiones y trastos para cargar de habitación en habitación eran un sartén, un calentador, una pava y una guitarra.
Así Macedonio iniciaba un camino demarcado por la narrativa.
“No todo es vigilia la de los ojos abiertos” (1928) nace con palabras del autor en gran parte dedicadas “al lector joven” donde la pasión, el tiempo, el poder, el conocimiento y la realidad forman parte sólo de “un descuido de su poder de ensueño”. Para poder descubrir luego una conversación “de la vida que tuvieron entre Macedonio y Raúl Scalabrini Ortiz”. Este libro podría ser un enorme y extenso mural donde abunda la técnica del collage, este avanza hacia la ficción de la novela, el humor y la filosofía, aunque por último la fantasía parece ganar terreno.
En 1927 lanzó su candidatura como presidente de la Nación, sus amigos fueron los colaboradores que ayudaron a mostrar que una campaña política también podía ser, aún en aquellos tiempos, inusual y surrealista. Perdió ante Hipólito Irigoyen.
La obra de Jorge Luis Borges estuvo influida por la escritura de Macedonio Fernández, luego de su fallecimiento Borges dijo: “Yo por aquellos años lo imité, hasta la transcripción, hasta el apasionado y devoto plagio”.
A Macedonio nunca lo cautivó el acto de publicar sus libros, un grupo de amigos junto a su hijo Adolfo de Obieta se ocuparon de hacerlo. Gracias a ellos, hoy conocemos parte de su bibliografía.