Hoy recorreremos la capital irlandesa, llena de encanto y de historia, fundada por los vikingos a principios del siglo IX, ha sido escenario de guerras y conflictos hasta llegar a definir su propia identidad en el siglo XX. Gracias a su pasado, Dublín es hoy una capital moderna y rica en historia. Curiosamente, está partida en dos por el río Liffey, con zonas bien delimitadas. Un viaje a Dublín te lleva por un recorrido a través de sus edificios históricos como el Castillo del S.XIII o la imponente Catedral de San Patricio pero, sobre todo, te gana en sus tradicionales pubs irlandeses del Temple Bar donde no falta cerveza Guinness, cuya Guinness Brewery es visita obligada, o por la animada calle peatonal Grafton. Cuentan que a fines del siglo XVIII se quiso atraer a la alta burguesía a esta parte de la ciudad y aún quedan las casas señoriales con sus características puertas multicolor, numerosos museos, avenidas principales cargadas de símbolos y muchos otros puntos de interés. Lo lindo de esta ciudad es que defiende esa intersección entre el legado de la Irlanda mágica y rural, y el espíritu cosmopolita de una de las ciudades más pujantes de Europa. Semejante equilibrio entre modernidad y encanto supera las expectativas de sus visitantes.
La mejor época para visitarla sin dudas es durante el verano donde los días son templados, con temperaturas de entre 15º y 20º, y hay luz hasta alrededor de las 22 hs. La primavera y el otoño son una opción a considerar.
Como dato de color, dicen que viajar a Dublín y no pisar un pub es no haber estado ahí. Según el último censo hay alrededor de 600 pubs. El precio de una pinta de cerveza en Dublín arranca en usd5, aunque en el área de Temple Bar el flujo desmedido de turistas lo ha hecho aumentar a usd7-8. Esta info va dedicada a los amantes de cerveza.
Cuando llega la hora de planificar qué ver y que hacer en Dublín, las opciones, sobre todo en una visita corta, pueden llegar a marearte. Lo que sigue es una selección de los imperdibles o puntos clave que ayudan a organizarte mejor.
La avenida O’Connell es una de las más concurridas, junto a Grafton Street, al sur del río. En ella encontramos comercios, bares, el impresionante The Spire (El espiral, una gran aguja de 120 metros de altura) y estatuas dedicadas al «Libertador» Daniel O’Connell, la de Jim Larkin o la de James Joyce. En esta avenida también encontramos la General Post Office, símbolo de la revuelta de 1616, una rebelión que tuvo lugar en Irlanda contra la autoridad del Reino Unido, el lunes de Pascua de abril de 1916. La Oficina de Correos General fue uno de los escenarios de esta rebelión que constituyó el más conocido intento de tomar el control del país por parte de los republicanos para lograr la independencia del Reino Unido. Su espectacular pórtico jónico aún muestra agujeros de bala.
Seguimos por el Parnell Square, coronando la Avenida O’Connell, es una plaza diseñada por Benjamin Moose en 1760 y junto a ella se encuentra un jardín muy especial, el Garden of Remembrance, Jardín del Recuerdo. Inaugurado en 1966, está dedicado a todos los caídos por la independencia de Irlanda. En el centro hay un estanque formado por un mosaico realizado a partir de fragmentos de armas y una escultura.
Junto a la iglesia Abbey Presbytrian y el Jardín del Recuerdo se encuentra esta parada imprescindible en una ruta literaria por Dublín, el Dublin Writers Museum o Museo de los escritores, inaugurado en 1991 en un señorial edificio del siglo XVIII. Alberga colecciones relacionadas con las letras irlandesas en los últimos mil años.
Muy cerquita, encontramos la Galería Municipal de Arte Moderno Hugh Lane, que exhibe una importante colección de artistas irlandeses y europeos desde el siglo XIX. Uno de las mayores obras del museo es el Estudio de Francis Bacon, una reproducción de la caótica habitación en la que trabajaba el artista en su casa londinense.
En el barrio de Joyce también encontramos el Centro Cultural James Joyce, para los fans del escritor o su mayor obra, «Ulises». Situado en una casa restaurada de estilo georgiano, en él aprendemos sobre las distintas rutas que hay en la ciudad para seguir los rastros del artista y se exponen biografías de unos 50 personajes de “Ulises” que se basaron en dublineses reales.
Dejamos de lado lo históricos para encarar un mercado callejero lleno de vitalidad, el mercado Moore Street Market, ubicado en la céntrica calle Henry Street. En él podemos encontrar frutas, verduras, embutidos y pescado a un precio interesante y los vendedores intentarán convencernos de esto. Está abierto de lunes a viernes desde primeras horas hasta las cinco de la tarde.
Por último, terminamos este recorrido de cara al río Liffey desde la Custom House («Casa de aduanas»), un majestuoso edificio neoclásico diseñado por James Gandon en cuya fachada destacan los escudos de armas y 14 cabezas que simbolizan los 14 ríos de Irlanda. Hoy en día alberga oficinas ministeriales del Gobierno.
Como habrán visto, esta ciudad tiene de todo, muchísima historia para conocer a través de sus museos, pero también, del otro lado, tenemos muchísima variedad de cervezas, especialmente para quienes son amantes de tales bebidas, es un destino único para conocerlo a fondo, Gracias Dublín por tanto!