Periodista de Tierra del Fuego.

Las elecciones PASO se acercan y, desde varios círculos de la política, corre un rumor cada vez más fuerte: FORJA no presentaría una lista para los próximos comicios legislativos en octubre. Desde San Martín 450 entienden que los resultados servirían como una especie de plebiscito y recibir un resultado negativo equivaldría a mostrarse debilitado para los dos próximos años de gestión.

La rutilante victoria de Gustavo Melella en primera vuelta allá por junio de 2019 quedó lejos y, con la situación actual del país y la provincia, el oficialismo entiende que pagará los platos rotos de la cuarentena y el plan de vacunación atrasado. Otro problema que se suma a ello es la no presencia de Melella en la boleta: fueron terceros en diputados y senadores detrás del Frente de Todos y Juntos por el Cambio. De ese 55% de la dupla Melella-Urquiza solo un 17% se transfirió a sus candidatos legislativos. No obstante de haber algunos funcionarios con aspiraciones al Congreso, nombres como el de Cubino y Castillo circulan en encuestas preliminares, no parecen acarrear un caudal de votos significativos para que FORJA se arriesgue en las urnas.

¿Por qué hablamos de un resultado que muestre una gestión debilitada? La política hoy, en todos sus niveles, tiene una vinculación directa en aprobación de la gestión con las medidas sanitarias. La pandemia y la subsecuente cuarentena determinan cómo los votantes perciben una gestión, y en el caso de la gobernación, quedó atrapada entre los resultados que proveyeron tanto los municipios como el Gobierno Nacional. Si hacemos un análisis de las medidas con más impacto en la provincia, sea negativo o positivo, veremos mayor presencia nacional o municipal. Los polos sanitarios y las campañas del DetectAR, si bien de fondos nacionales, fueron aplicadas por los municipios, que hoy cuentan con ese capital político extra de “hacerse cargo de la salud”. En el tema vacunación, sea por la aplicación de las mismas o los escándalos del vacunatorio VIP, todo hace mención al gobierno de Alberto Fernández. Melella, en el tema de mayor importancia en la historia de la provincia de Tierra del Fuego, ha pasado sin pena ni gloria. Si bien no ha recibido ningún golpe significativo por las medidas sanitarias, su figura y la de sus funcionarios ha quedado desligada de un tema que ha ganado muchísima importancia en los argentinos a la hora de premiar o castigar una gestión.

Si salimos de lo sanitario nos encontramos con algo parecido: las obras de vivienda, infraestructura vial y espacios de recreación son de fondos nacionales, pero su construcción e inauguración (el que se saca la foto) recae en los municipios. De lo que ha inaugurado el gobernador junto a su equipo, casi la totalidad de dichas construcciones eran parte del plan de obras de la gestión anterior, algo que la ex-gobernadora Rosana Bertone disfruta de recalcar en redes sociales cada vez que se da la ocasión. De las obras que no ha terminado, también iniciadas por su predecesora, es de donde surgen la mayoría de las críticas: la famosa Fibra Óptica, el interconectado eléctrico y otras tantas.

A ciencia cierta Melella solamente ha logrado las recomposiciones salariales, que si bien no son poca cosa, caen por debajo de la inflación y tienen un impacto positivo de corto plazo en la memoria de la población. Acordó con los docentes pero no pudo iniciar las clases a tiempo y tampoco aprovechó los varios meses extra que tuvo para arreglar las escuelas. Pudo firmar un aumento con la administración pública, pero la medida quedó empañada por el aumento más que generoso que se dio a su propio salario y el de su gabinete, que recordamos está postergado y se cobrará de forma retroactiva.

Con funcionarios que no han brillado lo suficiente para despegar sus alas y cargar con la responsabilidad de hacer campaña pensando en las dos bancas de Diputados disponibles, las perspectivas negativas se suman y presentarse en octubre es un riesgo que parece innecesario. Con el apoyo nacional casi exclusivo que recibirán los candidatos que se surjan de las negociaciones del peronismo, hoy con poder en los municipios y la Legislatura, la cantidad de votos que podría obtener FORJA están más acercados a partidos independientes o de poca presencia histórica en la provincia. Sacar un 15% o 20% de votos sería poder un pie en la tumba política para Gustavo Melella. Gestionar por dos años luego de ese tipo de derrota sería extremadamente complejo y casi nulificaría las perspectivas de una reelección. Pensando en un 2023 donde casi seguro la contienda será contra Vuoto, con todo el apoyo nacional y un Alberto Fernández o Máximo Kirchner en su boleta, empezar a perder en 2021 solo aceleraría que desde Buenos Aires comiencen a soltarle la mano. Quizá conceder octubre, mejore las chances a futuro.

No obstante las predicciones y análisis que podamos hacer ahora, la información sigue siendo limitada y, en política, cualquier cosa puede suceder de un día para otro. Melella deberá esforzarse por recuperar aquella imagen que lo llevó a la gobernación, como un intendente innovador y con una muy buena gestión, para desdibujar la percepción de administrador de consorcio que nos muestra hoy. También será menester de sus funcionarios dejar las oficinas y hacer política en la calle, tratando de sumar apoyos en los distintos barrios de la provincia, si es que tienen sus ojos fijados en Buenos Aires. El gobierno Provincial, si es que se presentase, no la tendrá nada fácil para asegurar aunque sea una de las dos bancas de Diputados que están en juego.

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