Profesional de enseñanza primaria. Docente en contextos de encierro. Representante docente JCyD. Directora jubilada.

Se cree que en el año 1284 llegó a Hamelin (o Hameln) un hombre de aspecto extraño y llamativas ropas, era “El Flautista”.

Con un discurso rimbombante logró convencer a los habitantes que él solo liberaría al pueblo de todos los ratones y ratas existentes. El trato pronto fue cerrado por una fuerte suma de dinero. Así rápidamente el cazador sacó de un pequeño morral una especie de pífano o flautín de tonos muy agudos y comenzó a soplar. Presurosamente los roedores salieron por las calles y él fue el encargado de guiarlos hasta el río Weser donde los repugnantes animalitos se ahogaron. Pero los habitantes del poblado no cumplieron con la promesa de pago, por lo cual el Flautista regresaría a ejecutar su venganza el día 26 de junio (Día de San Juan y San Pedro) muy temprano en la mañana.

Ciento treinta niños siguieron el sonido de su música y todos desaparecieron, excepto dos que se quedaron rezagados del grupo. Uno de ellos regresó mudo y el otro ciego. Así de tiernos eran los cuentos de los hermanos Grimm. También es cierto que no es una versión exclusiva de ellos, sino que es un relato de tradición oral y como todo cuento que fue pasando de generación en generación hay una amplia gama de representaciones.

Se cree que esta leyenda ha sido narrada desde la Edad Media y a lo largo de muchos años ha traído diferentes interpretaciones. Algunas niegan este escabroso final. Aunque como todo relato (infantil y moralizante) de esa época, la recopilación de los hermanos Grimm nos deja como mensaje: la importancia de cumplir con un compromiso pactado. Es un tema de gran arraigo entre los germanos el cumplir con sus deudas y el valor de la palabra empeñada.

En verdad esta leyenda guarda correlación con un hecho histórico que aconteció en el norte de Alemania. El secuestro de esos ciento treinta niños ocurrió durante el año 1284. Todos ellos eran mayores de cuatro años y caminaron en grupo por las calles adoquinadas de Hamelin.

La iglesia de San Nicolás es testigo de la posterior venganza de “El cazador de ratas” (así se conoció originalmente al relato). Allí aún hoy se conserva un grabado donde un hombre vestido con ropas multicolores es seguido de forma hipnótica por una multitud de niños. Ellos se pierden detrás de las montañas que rodean el pueblo. Las referencias mas realistas piensan que pudo haberse tratado de un hombre que reclutaba niños para trabajar. Así los condujo hasta Prusia (norte de Polonia y Alemania). Mucho tiempo después apellidos originarios de la región norte de Alemania aparecieron coincidentemente en esa región.

Otros, sin embargo, hacen referencia al modo en que desaparecieron los niños. Se cree que fue a través de una cueva o zona llamada Calvario (donde se realizaban antiguamente ejecuciones) y salieron por la región de Transilvania. Esta teoría estaría basada en las migraciones que ocurrieron entre los siglos XIII y XV desde Alemania hacia el Báltico.

Otra teoría recuerda la existencia de “los localizadores”. Ellos eran hombres que se dedicaban a poblar y conquistar zonas (con el propósito de incrementar las tierras de los señores feudales) de Europa del Este, secuestrando o comprando niños. Algunos aluden a un hombre el cual creía estar conectado con alguna religión o el inicio de ella.

Mientras tanto, mas allá de las especulaciones, los habitantes de Hamelin han dejado grabado el suceso en el muro de la entrada a la ciudad que dice:” En el año 1284 después del nacimiento de Cristo. En el lejano Hamelin. Ciento treinta niños, nacidos en este lugar. Se fueron con un flautista a la montaña.”

Un mago, un alquimista, un reclutador, un embaucador, un hombre de negocios o un líder que controlaba las energías del Universo; aún hoy no se tienen respuestas exactas, solo acercamientos.

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