Periodista de Tierra del Fuego.

El 2020 ha sido una año anómalo y complejo para mucho sectores, pero quizá uno de los más afectados ha sido el turismo, y por consiguiente, el aeronaútico. Las noticias de las aerolíneas que abandonan sus operaciones en Argentina, combinado con el cierre del aeropuerto low-cost de El Palomar, parecen ser indicadores no sólo de un año terriblemente negativo para el sector, sino de una profunda crisis económica que afecta el poder de compra y viaje de todos en el país.

Hoy, con la temporada de verano a pocos días de comenzar, todo pasa por un sólo lugar: Ezeiza. Con el cierre de El Palomar y Aeroparque en reparaciones de sus pistas hasta el primer trimestre del 2021, el Aeropuerto Internacional Ministro Pistarini concentra la gran mayoría de las operaciones aéreas del país. Allí, a pesar del distanciamiento social y las medidas sanitarias, vemos una escena que parece lejana: mares de gente desplazándose, sea para ir de vacaciones, volver a sus casas o algún turista internacional que decidió visitar la Argentina.

Detrás de toda esa estructura, catelería y controles, está el personal aeronaútico, o al menos una parte de los más afortunados. Los trabajadores de empresas como LATAM, Andes, Avian y Flyest hoy se encuentran a la deriva, luego de la retirada de sus respectivas compañías. Esto, sumado a la falta de una recomposición salarial de parte de Aerolíneas Argentinas hace 15 meses e Intercargo hace un año, caldea los ánimos entre sindicatos. A pesar de la existencia de un diálogo fluido entre los Sindicatos Aeronaúticos Unidos, que abarca a todos los trabajadores aeronaúticos y el Gobierno Nacional, parece que la disputa salarial y la resolución sobre los casos de los trabajadores despedidos aún no encuentra resolución favorable.

Desde El Copérnico, decidimos consultar diversas fuentes, para ver si esta situación compleja que transita el sector es algo sobre lo que deberíamos preocuparnos o una situación que está pronta a arreglarse.

Primero, al consultar dentro de los pilotos, nos destacaron un par de cuestiones: el sindicato APLA, que agrupa a los pilotos, tiene a cargo a Pablo Biró, una figura cercana el Gobierno Nacional, principalmente al presidente de la Nación, Alberto Fernández. Considerando que la crisis sanitaria y económica ha tenido un impacto considerable en la imagen del presidente; un paro a escala nacional en pleno período de vacaciones podría ser una medida demasiado extrema cuando hay una relación política de por medio. No obstante, la cercanía de Biró con el Albertismo, produce choques con la histórica presencia de la agrupación política “La Cámpora” en la aerolínea de bandera. Uno de esos puntos de cruce, es el viaje que se realizará para traer la famosa vacuna rusa Sputnik a la Argentina. La disputa partidaria, pasaría más por quién elige al personal de la comitiva, y si es más favorecido tal o cual sector.

Los problemas no parecen terminar ahí: Aerolíneas Argentinas hoy encuentra su flota de aviones diezmada, dado que una docena de sus aeronaves quedaron en Aeroparque, donde hoy no hay pistas para llevarlos a Ezeiza y ponerlos en funcionamiento, limitando la cantidad de rutas y horarios que la compañía puede ofrecer. Al parecer, nadie planificó que la obra se fuese a extender en el tiempo, o estimaban un escenario más regresivo en lo que respecta a volver a la actividad. Esta situación tiene un impacto directo en los turistas nacionales y extranjeros: vemos vuelos reprogramados o menos frecuencia en algunas rutas.

Si bien es cierto que nunca en la historia de la industria aeronáutica el servicio se vió interrumpido por tanta cantidad de tiempo y, con la retirada de varias empresas el problema se agravó, hoy Aerolíneas Argentinas tiene que volver a reconstruir su calendario de vuelos y ver cómo se modifican los parámetros de consumo de los destinos, sin siquiera hablar de los protocolos sanitarios de desinfección que alteran los tiempos entre vuelo y vuelo tradicionales. Esto lo vemos reflejado en el caso de la provincia: Tierra del Fuego hoy cuenta con un solo vuelo diario, cuando durante las últimas épocas contó con al menos 4. A partir de enero, si realizamos una búsqueda de vuelos, veremos 4 disponibilidades horarias para llegar a Ushuaia, así que parecería que el problema estaría por solucionarse.

Ya más en el detalle gremial, permanecen dos puntos de conflicto ubicados por fuera de la disputa política o los errores de planificación con respecto a Aeroparque. Primeramente, el tema del aguinaldo. Según nos cuenta un piloto, siempre contaron con un aviso días previos a la cancelación del mismo, mientras que hoy 17 de diciembre, todavía no han recibido noticias sobre el mismo. A ello, se le suma otro problema de planificación: la fusión de Aerolíneas Argentinas y Austral en una sola compañía habría tenido un fuerte impacto en lo que refiere a derechos adquiridos de los trabajadores. Por como se dio la fusión, un problema podría surgir: los pilotos más antigüos de Austral, quedan por debajo en la escala de comando con respecto a otros con menos años en servicio de Aerolíneas Argentinas.

Del lado de los clientes, también hay serias críticas a la aerolínea de bandera nacional. Hoy casi todo el mercado y rutas de vuelo dependen de AA, pero dicha empresa no tiene en funcionamiento sus callcenters u oficinas de atención al público. Las quejas, dudas, consultas o reclamos de los pasajeros pasan por un sistema de Whatsapp que ha demostrado poca efictividad a la hora de soluciona inconvenientes, derivando en reclamos y protestas a lo largo de todas las redes sociales. Si bien hay un interés en solucionar el problema, principalmente de los actores turísticos de las distintas provincias, incluida la nuestra, volver a las oficinas podría ser otra disputa entre gremio y empresa.

Si bien desde varios sectores mencionan que el conflicto no parecería escalar, hay varios puntos de conflicto entre los trabajadores de Aerolíneas Argentinas, la cúpula y el Gobierno Nacional. En el medio de esas disputas partidarias, problemas de coordinación y un sistema de atención que no ha logrado adaptarse a la nueva normalidad, quedaron los pasajeros. Viendo que nos acercamos a las fiestas, siempre que hay problemas con los gremios, surge la duda de si podremos volar o quedaremos varados en el aeropuerto. Del sector turístico, también hay cierta preocupación por esto: un paro podría ser el broche de oro para un año olvidable. Aunque la situación parece para no preocuparse por adelantado, será una situación para estar atentos.

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