La cuarta sesión ordinaria del Concejo Deliberante de Ushuaia, realizada ayer y transmitida vía virtual, prometía abrir el debate político y poner varios temas interesantes en agenda gracias a su frondosa cantidad de proyectos, resoluciones y minutas. Sim embargo, la sesión terminó marcada por un extraño y confuso episodio que desató risa para algunos, e indignación en otros tantos. ¿La causa? La concejal Oviedo entró en un acalorado debate con todos sus pares por la inclusión de la palabra maestra en una minuta.
Expliquemos un poco más en profundidad, porque a primera vista, parece una chiste. La concejal Mariana Oviedo del MPF presentó un proyecto de huertas y granjas de uso comunitario, con el objetivo de aprovechar predios fiscales sin uso y, con ayuda las de las escuelas, concientizar sobre la producción de alimentos y afianzar la seguridad alimentaria. Hasta ahí todo bien, la iniciativa requería, entre otras cosas, una minuta para consultar con el Ministerio de Educación la posibilidad de incorporar al personal necesario para sostener las huertas en época no escolar: el idóneo o maestro huertero. Aquí es cuando la cosa se empieza a descarrilar.
Recordando la ordenanza Nº 5759, que este mismo cuerpo legislativo aprobó en marzo, la concejala Avila mencionó que los proyectos deben contar con lenguaje no sexista, por lo que era necesario modificar la denominación a maestra y maestro huertero. ¿Qué entendemos por lenguaje no sexista o inclusivo? Utilizar terminologías que no tengan un sesgo de género inherente: no hablar de ingeniero, sino de ingeniero e ingeniera o cuando hablamos de un grupo de personas, no delimitarlo a un sustantivo masculino: no hablamos de chicos, sino de chicos y chicas.
Ante esta modificación la concejal Oviedo, prefiere identificarse con el sustantivo masculino, pidió la palabra y recalcó que “para ella estaba de más” y lo dejó a consideración de sus colegas. Ante la negativa de la modificación, la minuta no podía ser enviada, dado que choca contra una ordenanza preexistente. Allí, el presidente del Concejo, Juan Carlos Pino, dejando en evidencia la experiencia acumulada en sesiones, trató de interceder con Oviedo para explicarle que solamente era un cambio de forma y no alteraba de ninguna forma el espíritu de la ordenanza; tratando así de resolver un conflicto que más que político, era de falta de comprensión.
El tira y afloje se extendió por unos buenos 20 minutos de sesión, mientras los concejales Branca y Romano trataban de hacer entender a Oviedo que la modificación era necesaria para avanzar y no producía ningún cambio a la ordenanza, solo la ajustaba a otra ya aprobada: la de equidad. La situación, un tanto absurda y que despertó enojó en los vecinos que estaban viendo la Sesión, parecía una conversación de sordos y empezó a calentarse a medida que se cruzaban argumentos.
Avila, en varias ocasiones que tomó la palabra, recalcó que aún no se han realizado las capacitaciones incluidas en la Ley Micaela, que precisamente aplican a este tipo de casos: brindar herramientas con perspectiva de género para los funcionarios públicos, sean electos o no. Pino recordó a los concejales que la misma está pendiente y fue pospuesta por la cuarentena, mencionando que están analizando alternativas virtuales para que se puedan brindar las charlas.
En el clímax de la discusión, luego de la votación negativa, Oviedo hizo un descargo contra sus pares, aludiendo que la figura es “idóneo o maestro huertero” según el INTA. Luego, un poco bastante fuera de línea, se refirió a que “no debemos utilizar términos que confundan desde la escuela”. El debate había hace rato dejado de ser sobre las huertas y granjas comunitarias. Para Oviedo no sólo le estaban faltando el respeto, sino que intentaban adoctrinar a través de una minuta. Mientras tanto, más de un concejal estaba tentado de la risa.
Recomiendo ver el video de la sesión, puesto que en palabras se pierde un poco la esencia de la discusión y parece haber una temática de fondo, al menos para Oviedo, en el pedido de modificación. Quizá sintió que estaban desacreditando el proyecto, o que buscaban antagonizarla por ser de la oposición; pero simplemente, yo al menos, lo achaco a una falta de comprensión en el mensaje.
La falta de entendimiento, una herramienta que es clave a la hora de desarrollarse en la vida política, terminó derivando en una extensión innecesaria de la sesión y casi finiquita el proyecto, sino fuese porque el presidente Pino pidió reveer el mismo con las modificaciones necesarias al final de la sesión, aprovechando un cuarto intermedio tal vez, para explicarle en términos más mundanos a Oviedo por qué era necesario que cediese en su posición.
Volviendo sobre lo mismo, en un Concejo oficialista como este, Oviedo que forma parte de la oposición tendrá que ser más específica o exigente en las batallas políticas que decide luchar y cuándo conviene retractarse en pos de hacer que el proyecto prospere. Es cierto que recién comienza su recorrido político, pero allí tendrá que apoyarse en sus asesores, que cuentan con más rodaje.
La falta de capacitación en conceptos como lenguaje no sexista y perspectiva de género hoy nos dejó una escena absurda, casi sacada de un sketch de comedia sobre el exceso burocrático, pero denota la ausencia de contenidos importantes para el normal desarrollo de un escenario político. Lo irónico, es que el no “llegar a entenderse” con el otro podría haber derivado en la no aprobación de un muy buen proyecto que brinda, precisamente, capacitación y herramientas para que los chicos de nuestra ciudad conozcan un poco más sobre el funcionamiento de una huerta, los alimentos que pueden crecer en nuestro suelo y provea de ciertos recursos extra a esas familias que tanto lo necesitan. Más que nunca, parece que habrá que hacer alusión a un proverbio: para Oviedo “los árboles no dejan ver el bosque”.