Hoy nos toca enamorarnos de Praga, ¿quién no ha escuchado, leído, contemplado el romanticismo de este lugar?. Esta ciudad es la capital de la República Checa emplazada a orillas del río Moldava. Gracias a su patrimonio histórico y su belleza es considerada una de las 20 ciudades más lindas del planeta. Si de historia hablamos, este sitio cobró mucha importancia a partir de siglo XV, siendo capital del Reinado de Bohemia Y Checoslovaquia. A lo largo de los siglos fue tomando más poder, sufrió dos guerras mundiales y la dictadura nazi, todo esto lo vemos reflejado en su arquitectura e historia. Tuvo influencia soviética hasta la llamada revolución de Terciopelo. Tras la caída del muro de Berlín se fue adaptando a las nuevas reglas del mercado global y hoy en día es considerada al mismo nivel de Atenas, Roma y Berlín.
Una vez dada la información correspondiente para tener en cuenta, lo que vamos a ir descubriendo de este destino. Les cuento que llegamos en tren desde Berlín, la duración fue de 4hs aproximadamente, muy buen servicio, para recomendar. Aquí permanecimos 3 noches en un hotel que tiene mucha historia, llamado Century Old Town Prague Mgallery by Sofitel, lo destaco porque funciona en un antiguo edificio neoclásico de finales del siglo XIX donde se comenta que Franz Kafka trabajó en su juventud. De hecho, el hotel ofrece la Suite Kafka en el mismo piso donde se encontraba su antigua oficina. Es un alojamiento boutique con un servicio impecable en todo sentido sin dejar de lado la excelente ubicación.
Una vez que arribamos, si mal no recuerdo fue a mediados de abril, dejamos nuestros petates y fuimos inmediatamente al punto de encuentro de nuestro city tour. Para mi, es fundamental realizar esta actividad el primer día, como siempre digo, esta bueno tener una pantallazo del lugar, nosotros solemos reservar en Sandemans, son tours gratuitos con duración de 3hs. Al finalizar el mismo, solo sugieren que dejes una propina de 10 eur/usd, los tenés en varios idiomas, nosotras elegimos en español por razones obvias. Recuerdo que fue una tarde muy muy fría, de hecho tuve que comprarme guantes en ese mismo momento, comenzamos por la plaza principal de la Ciudad Vieja donde ahí encontramos la Iglesia de Nuestra Señora de Tyn y el famoso reloj Astronómico único en estilo y con alta carga histórica, cada hora, los turistas se ubican frente a él para escuchar su sonido, así como también tenés la oportunidad de subir a su mirador en su parte más alta, donde te permite obtener una hermosa vista de la ciudad. Pasamos por la plaza de Wenceslao, centro de las manifestaciones más importantes que tuvo el país. Como les comenté veníamos de Berlín, donde conocimos un poco más de la dictadura nazi que complementamos con las historias que nos contaba la guía del barrio Judío, sus características, sus procedimientos y el por qué de la arquitectura, todo este combo fue un shock emocional. Realmente fue muy interesante conocer de fondo el avance de la historia ya que de este modo nos permite entender mejor el presente de este destino. Me llamó mucho la atención la vida nocturna, los restaurantes y bares abiertos hasta altas horas de la noche. Por supuesto no podíamos no degustar un plato típico checo en el restaurant Staromestska frente a la plaza principal.
Otro día ha llegado, y por supuesto nos alistamos bien temprano para optimizar los lugares previstos a visitar. La mañana era soleada, un poco más cálida que el día anterior, lo cual nos facilitó apreciar el recorrido. Comenzamos por el puente más famoso y antiguo de la ciudad, Carlos V, el cual une la ciudad vieja (Stare Mesto) con la ciudad pequeña (Mala Strana) esta última Patrimonio de la Humanidad. Hacia allí estábamos caminando, observando cada una de las 30 estatuas que se encuentran aquí, disfrutando el hermoso paisaje de ambas rivieras atravesadas por el rio Moldava, cada vista es digna de fotografía, cuando terminas de cruzarlo, ingresas a este pequeño sector de la ciudad a través de un gran arco, el Tower Bridge, donde te transporta a una ciudad medieval intacta casi como si estuvieras en un cuento. Recorrimos las callecitas, escuchamos un artista callejero tocando música con un violín, cada paso era un sueño hecho realidad, al final de estos pasadizos, llegamos al Castillo de Praga, conocido por ser un símbolo de poder. Compramos la entrada y recorrimos sus jardines, sus vistas espectaculares de la Ciudad Antigua y por supuesto su Callejón de Oro, lleno de casitas coloridas muy pequeñas sobre callejuelas ínfimas, dicen que fueron destianadas a los miembros de la guardia de Rodolfo II, de esta manera los tenía en sus proximidades para que acudan al instante. Hoy se puede visitar y comprar el famoso cristal de Bohemia y joyas de oro. Recomiendo recorrer el castillo en su totalidad, realmente vale la pena. Luego de varias horas transitadas, decidimos almorzar en un lugar con todo lo que está bien, vista panorámica, servicio de primera acompañando un sabroso Goulash, imposible no ceder ante tal tentación.
Queríamos conocer más sobre esta región tan diferente a la nuestra, desde las barreras idiomáticas, su gastronomía y su historia, por tal motivo, decidimos tomar un tren hacia el Castillo de Karlstejn a sólo 39km de distancia. Llegamos al poblado que se encuentra en la base de este destino, hermoso por donde lo mires, de cuento, con la campiña de fondo, caminamos la calle empedrada hasta que accedimos a la parte principal donde compramos los tickets donde comenzamos el tour. Allí la historia se conjuga con la arquitectura, las anécdotas de época que nos contaron de cada rinconcito, hizo que valiera la pena la visita. Obviamente almorzamos por ahí en un barcito muy pequeño comida típica de la zona. Regresamos por la tarde, recorrimos esos lugares que ya habíamos visto y queríamos volver a mirar, claramente no queríamos dejar Praga, pero sin dudas, volveremos porque es un lugar que te enamora a primera vista con todo lo que nos ofrece. Es un destino que debería estar en la lista de cada viajero. Siempre será mi eterna primavera.