En el día de ayer desde su búnker Narendra Modi, primer ministro indio, agradeció a los votantes por una histórica victoria. Con una mayoría abultada en el parlamento, el líder del BJP logrará algo que no pasaba desde 1984: la victoria de un partido por dos elecciones consecutivas (El partido del Congreso Nacional contó con Rajiv Gandhi sucediendo a su fallecida madre Indira).
La muestra de confianza del pueblo y la validación de sus políticas más nacionalistas viene en un momento complejo para la economía india: hay una creciente tasa de desempleo, la actividad industrial se contrajo y hay riesgo de recesión.
Con una campaña enfocada sobre su figura y la polarización entre los hindúes, más propios de políticas nacionalistas que sus pares musulmanes, y algunos programas de seguridad social, logró imponerse cómodamente. Otro punto importante fue la cuestión de defensa: Modi tiene una postura más dura contra los conflictos de frontera con Pakistán. Un atentado en febrero con más de 40 muertos, derivó el enfoque más activo con respecto a la región de Cachemira
Con ese fuerte apoyo del pueblo por “la protección de la nación” Modi pareció esquivar los golpes en la economía del país. La clase media no ha cambiado sus parámetros de consumo como se esperaba y sumado a nuevos impuestos que reducen su poder de compra; han puesto por el piso la venta de la industria automotriz. La falta de ocupación en complejos inmobiliarios preocupa en la capital Delhi.
Ahora con el viento en popa y todo el capital político posible, Modi buscará propulsar las reformas restantes (ya hizo una monetaria) en apartados como el fiscal, el mercado laboral o el gasto público. Con una proyección de integrar a la India en un escenario más global, Narendra tendrá que balancear la agresividad contra Pakistán y su amistoso lazo con los otros países del mundo.
Del otro lado su rival, Rahul Gandhi, hoy a cargo de la dinastía política, concedió la derrota y se enfrenta a una seria reestructuración del partido del Congreso. Con una pérdida de peso importante en los últimos años, la agrupación que llevó al poder a padre, hija y nieto, ha pasado a ser una minoría más y a estar más cerca del tercero que del primero.
Restará ver cómo encara sus reformas el primer ministro y si endurece aún más la postura con la vecina Pakistán, por lo pronto cuenta con gran apoyo popular a pesar de los problemas que afectan su economía.