La crisis política en Venezuela, hoy más que nunca, genera interés y opiniones encontradas en nuestro país. La relación política que mantuvieron ambos estados durante más de una década, la fuerte inmigración venezolana en los últimos años a nuestro territorio y la utilización política del conflicto venezolano hacen que tenga un impacto mayor al de otros procesos políticos en el subcontinente.
Las informaciones, dependiendo del medio, son bastante encontradas: en algunos sitios veremos “acuerdos secretos” para el paso del poder entre Maduro y Guaidó, mientras que otros hablan de un Golpe de Estado fallido. Lo cierto es que Venezuela atraviesa un complejo proceso político marcado por una grave crisis económica y aún no parece estar definida la continuidad del gobierno de Maduro o un reemplazo por parte de la oposición.
Ahora, Juan Guaidó, jefe del legislativo y reconocido como presidente por más de 50 país, busca establecer una huelga general que quite del poder a Nicolás Maduro, electo en elecciones. Se suma a esta dinámica la de Leopoldo López, una figura importante de la oposición que fue liberado días atrás.
Las manifestaciones en distintos puntos del país, los choques entre policía y manifestantes sólo han aumentado la tensión ya establecida. Guaidó le pide a su gente que sigan saliendo a la calle, que eso va a generar un cambio. La acumulación de víctimas fatales y heridos en los años de conflicto parece no mermar y no hay vistas de una mejora inmediata.
Del otro lado, Maduro da por fallido el Golpe de Estado orquestado en Washington D.C, según él los golpistas están derrotados y solos, por lo que comenzaría ahora una etapa de enjuiciamientos y encarcelación para aquellos que, según él, son traidores a la patria.
Nuestro país, en concordancia con la línea de política exterior, denunció el gobierno de Maduro y pidió por la restitución de la democracia en el país. Así también, optaron por apoyar a Guaidó Brasil y Estados Unidos. Desde la Unión Europea, con declaraciones más conciliadoras, se pide por una resolución pacífica del conflicto.
Si tuviésemos que determinar escenarios posibles, habría tres claro: por un lado un multitudinario apoyo a Guaidó podría significar la caída de Maduro y llevar al poder al jefe del legislativo. Así, Venezuela iniciaría una etapa de reconstrucción política y económica más acercada a los Estados Unidos y las principales potencias de la región. En contraparte, Maduro podría obtener los apoyos necesarios para diluir las manifestaciones, probablemente encarcelar a los líderes de la oposición que acusa de traidores y así continuar en la línea establecida por Chávez con un poco más de gobernabilidad.
El escenario más factible es uno intermedio: el conflicto se prolonga al mediano plazo, hasta que la crisis alimentaria y de salud derivadas de la económica hagan tal mella que el gobierno no tenga más opción que ceder el poder. Maduro no parece irse sin pelea y tratará de extender la situación hasta que vientos más favorables lo acompañen. Sus aliados no son muchos internacionales no son muchos pero pueden ofrecerle herramientas para afianzarse en el poder, pero en algún punto si el país no produce los acuerdos caerán por su propio peso.
Aún en un clima de incertidumbre, tanto los que están a favor o en contra ven con gran expectativa la huelga general. El éxito de la medida determinará en gran parte si las aspiraciones de Guaidó o la estructura de Maduro son las que surgen como vencedoras al final de todo. Mientras tanto, la gente sigue pasándola mal en las calles.