Este pequeño sultanato del Sudeste Asiático, llamado oficialmente Estado de Brunéi Darassalam, decidió confirmar que a partir del 3 de abril tendrá un nuevo código penal. Basado en la sharia (ley islámica), habilitará el uso de apedreamientos como castigo; aplicable a cualquier relación sexual entre dos personas del mismo sexo. Desde 2013 que el sultán venía anunciando la reformar de su código penal a fin de imponer enseñanzas más duras del Islam.
Brunei, principalmente conocido por ser bastante más aislacionista con respecto a los turistas que sus vecinos Indonesia, Malasia y Singapur, es un país que vive principalmente de las recaudaciones de la industria petrolera y tiene cerca de 420.000 habitantes. El idioma hablado es el malayo (aunque no fue parte de la fallida Federación malaya) y se mantuvo como protectorado británico hasta 1984. El Sultán Muda Hassanal Bolkiah, su líder político, cuenta con una de las riquezas más grandes del mundo, siendo valuado alrededor de los 20.000 millones de dólares.
Con una población predominantemente musulmana, Brunéi siempre mantuvo una posición agresiva contra la comunidad LGTB. Antes de la reforma ser gay era ilegal y penado por 10 años de cárcel. La noticia de la reforma explotó en los medios internacionales luego que George Clooney iniciase un boicot contra la cadena de hoteles de la cual es socio el sultán a través de la Agencia de Inversiones de Brunéi.
El estado asiático, no obstante de sostener la pena de muerte, no tiene un ejecución desde 1957. Al parecer, con el nuevo sistema legal impuesto, esta realidad podría cambiar. Delitos tales como violación, adulterio, robo y difamación del profeta Muhammad caen en la categoría de la pena máxima. En el caso de abortar una flagelación pública aplicaría como castigo.
Durante los últimos años, Brunéi ha tomado un enfoque más conservador que sus vecinos (que también son de mayoría islámica) Malasia e Indonesia. Desde 2010 tiene una prohibición total al alcohol, donde solo los adultos no musulmanes pueden ingresar cerca de 2 litros durante su estadía. Otra prohibición es la de compartir hotel sin estar casados: ligada a la ley de adulterio, los hoteles controlan el estado civil de los residentes. Así también, durante Ramadán (festividad más importante del Islam, donde durante un período de un mes durante las horas del día está prohibida la ingesta de alimentos o bebidas). Aunque no se participe de la religión las multas van desde 3000 USD hasta un año de prisión.
La decisión de condenar a la comunidad LGTB no parece surgir solamente desde una posición religiosa. Brunéi es un país rico, pero su crecimiento se ha visto estancado en los últimos años. La recesión económica le ha hecho ganar algunos rivales a la monarquía y parece que un viro hacia el conservadurismo le permitiría ganar puntos con el pueblo así como nuevos socios comerciales en oriente (léase los países árabes). El principal punto de conflicto parece ser que hará China (uno de sus principales socios comerciales). Desde Beijing se evitar opinar o intervenir sobre la política aplicada por un socio, pero quizá haya una revaluación con respecto a inversiones de infraestructura o establecimiento de empresas. El Sultán sabe que las chances de intervención internacional son escasas y eso le permite acercarse a los grupos más conservadores dentro del Islam, presentes en su mayoría en el Golfo Pérsico, pero con presencia en ciertas regiones de Indonesia y Filipinas.
Por el momento, la medida ha sido seriamente cuestionada por organizaciones de derechos humanos, grupos LGTB alrededor del mundo. Grupos de exiliados están buscando herramientas más oficiales a fin de ofrecer una alternativa a los que quedan en el país y temen por su integridad. El caso de Brunéi es una expresión más de la extrema aplicación de la sharia, movimiento en crecimiento dentro del Sudeste Asiático.