Licenciado en Estudios Orientales. Posgrado en Negocios y Comercio de Asia Pacífico e India. Política Internacional; extremismo religioso.

Durante la noche del martes la ciudad francesa de Estrasburgo (ubicada al este de Francia, cerca de la frontera con Alemania) sufrió un atentado terrorista. Allí, en el mercado navideño de la ciudad, un joven de 29 años mató a tres personas e hirió a una docena más.

La ciudad francesa es conocida por sus decoraciones y escenario pintoresco durante las fiestas. Un hombre atacó a disparos la concurrida feria y luego apuñaló a un transeúnte. Según testigos, el sospechoso, Cherif Chekatt, gritó Allahu Akbar (Allah es grande, frase vociferada comúnmente en los hechos de terrorismo islámico) mientras proseguía con la matanza. El ataque duró a penas unos minutos, pero el pánico aún persiste no sólo en la región pero todo el país.

Cheriff, el sospechoso que las fuerzas de seguridad francesa buscan incansablemente, tiene 29 años y ha sido sentenciado en 27 ocasiones. Es oriundo de Estrasburgo y fue juzgado en Francia, Alemania y Suiza por robo y actos violentos. Se estima que su radicalización sucedió mientras estaba preso; algo recurrente en los perpetradores de atentados en la actualidad. El hombre disparó y ante la respuesta policial fue herido, escapándose en un taxi que pasaba por la zona. 

Sus vecinos lo describían como callado y reservado. Cheriff habitaba una torre de departamentos en los barrios más humildes de la ciudad francesa, donde residía solo. Estuvo preso en varias ocasiones y se estima que allá por 2015 la inteligencia francesa lo marcó como un posible sospechoso de contacto con células terroristas. Según relata El País : “El sospechoso estaba a punto de ser detenido otra vez cuando emprendió la huida que acabó en ataque terrorista. Las autoridades habían acudido a su vivienda en la mañana del martes. Lo buscaban en relación con un atraco a mano armada cometido en agosto que ‘había acabado mal’.”

La búsqueda y rastrillaje de Chekatt aún persiste en la ciudad y zonas aledañas; su domicilio así como el de sus familiares fueron registrados pero no parece haber rastro del perpetrador. Con este nuevo hecho de violencia Francia se enfrenta a casi 4 años de atentados terroristas. Allá por 2015 fueron los días de furias posteriores a la toma de rehenes en la revista Charlie Hebdo, donde 12 personas fallecieron. 2 días después la toma de rehenes en un supermercado kosher de la capital francesa dejó 4 víctimas. Otro de los atentados que sacudieron al país fue la seguidilla que sitió París en noviembre de 2015, con 130 víctimas y el atropello en Niza (con 84 fatalidades) en el Día Nacional de Francia.

Francia se ha convertido en un caldo de cultivo para células terroristas y este tipo de atentados más improvisados e individuales, en contraposición con los secuestros de aeronaves o las sofisticadas bombas que azotaron a Occidente en la primer década del siglo XXI. El método de Al-Qaeda de grandes objetivos fue reemplazado por otro que infecta de pánico de forma igualmente efectiva: los lobos solitarios. Hemos visto en repetidas ocasiones donde el terrorista maneja hacia zonas transitadas (Niza, Barcelona, Nueva York) o inicia balaceras en lugares públicos.

Los mercados navideños, como el que fue atacado, suelen contar con variadas medidas de seguridad y una gran presencia policial y militar, a fin de responder de forma rápida y efectiva ante cualquier eventualidad. El problema parece radicar en la incapacidad de las autoridades en detectar los potenciales riesgos y detenerlos; sean lugares que están marcados o personas que pueden ser perpetradores.

Hoy Francia vuelve a estar de luto y su pueblo sigue apuntando a la unidad en estos tiempos de crisis. La pregunta debería ser si las autoridades están haciendo lo necesario para prevenir nuevos atentados o simplemente reaccionan a los ya cometidos.

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