En una jornada con récords de votación, los Estados Unidos transitaron sus comicios de medio término renovando un tercio del senado y la cámara de representantes así como gobernadores en estados como Colorado, Nueva York, Arizona, Michigan, Texas y Florida.
¿Cuáles son los partidos?
Como bien sabemos Estados Unidos sostiene un bipartidismo, siendo la concentración de independientes muy marginal.
- Por un lado tenemos a los republicanos, asociados con el color rojo, hoy gobierno con Donald Trump y con una mínima mayoría en el Senado previo a las elecciones.
- En la oposición hoy están los demócratas, asociados con el azul, que cuentan con representantes como los ex-presidentes Barack Obama y Bill Clinton.
Como mencionamos, se renovaron parte de las bancas del senado, la cámara alta, así como de la cámara de representantes, la cámara baja, que sería el equivalente a nuestros diputados. De elección directa, estos son los ganadores de elecciones de diversos distritos subdivididos a lo largo de los estados que componen el país. Por ejemplo, estados como Dakota del Norte tienen un distrito mientras California o Nueva York cuentan con una multiplicidad. En el Senado es la distribución es de uno por estado (como en nuestro país).
Cámara de representantes
Aquí la mayoría es demócrata con 218 asientos contra 193 republicanos en un total de 435 asientos (quedando 24 independientes). Hubo un cambio con respecto a la elección previa donde el oficialismo sostenía la mayoría. El cambio, impulsado principalmente por los nuevos votantes registrados (en Estados Unidos no es de carácter obligatorio el voto), será lo que tomen como bandera de victoria los representantes de la oposición.
Senado
La mayoría es republicana con 51 asientos contra 45 demócratas de 100 asientos (son 4 los independientes). Se mantiene la tendencia de las elecciones previas con cambios de partido en 4 estados.
Gobernadores
Como en Argentina, no siempre las elecciones de gobernadores coinciden con el calendario de las generales. Estados como Nuevo México, Kansas, Illinois, Michigan, Wisconsin o Maine pasaron de las manos de los aliados de Trump a sus opositores.
Conclusiones de las elecciones
Los análisis se irán dando con el correr de los días, pero lo cierto es que no hubo un dominio de un partido por sobre el otro; se esperaba desde el lado demócrata un giro contundente oponiéndose a las políticas establecidas por la Casa Blanca, pero el resultado fue dividido. Es cierto que la victoria en la Cámara de Representantes le marcará la agenda al gobierno de Trump y complique las leyes que el ejecutivo proponga, pero no es el cambio que esperaban los liberales americanos. En el correr de 2019 nos vamos a encontrar con más investigaciones al presidente y una cámara baja que bloquea gran parte de los proyectos.
Hubo un cierto cambio entre los votantes latinos: distritos como Miami pasaron de su postura tradicionalmente republicana hacia los demócratas; principalmente impulsados por las reformas migratorias y continuos ataques hacia la comunidad por parte del oficialismo.
Desde la Casa Blanca se mostraron cómodos con el resultado, enfocándose en las victorias de la gobernación de Florida y Georgia así como la victoria de Ted Cruz en Texas contra un candidato que medía bien en el senado.
Los demócratas celebraron la recuperación de la Cámara de Representantes y una presencia más diversa que en elecciones anteriores. Algunos ejemplos son:
- Habrá por primera vez dos mujeres musulmanas en la cámara, representando a Minnesota y Michigan.
- Massachusetts tendrá su primer congresista mujer afroamericana.
- Arizona y Tennessee cuentan con sus primeras senadoras mujeres.
Lo cierto es que la división entre las costas (más liberales) y el centro del país (más conservador) mantiene la tendencia, pero es importante para la oposición la toma de mayoría en la cámara baja, a modo de servir como un instrumento de restricción ante las políticas que proponga Donald Trump a lo largo de los próximos dos años. La grieta americana siempre existió, marcada por un fuerte componente étnico/racial pero a lo largo de los últimos años vió su mayor crecimiento en la espalda de un presidente con el que los conservadores más extremos, léase supremacistas blancos, se sintieron cómodos.