Heinrich Teodor Böll nació en Colonia (Alemania) el 21 de diciembre de 1917. Comenzó a trabajar en una librería para poder pagar sus estudios secundarios. Combatió en la Segunda Guerra Mundial y estuvo prisionero en un campo estadounidense al este de Francia. Ya en los años 60 regresó a su Colonia natal a estudiar Letras. Su primer relato data del año 1949 y se llamó “El tren llegó puntual” (clasificada como literatura de postguerra). Posteriormente su temática dio un giro, según él mismo lo llamó “estética de lo humano” donde aborda temáticas comprometidas con el contexto social, político y religioso, además de producir ensayos en esta línea. Esa sociedad, según él lo entendía estaba marcada por la incomprensión y fanatizada por el peso de las ideologías. Cuestiona así, a un mundo obsesionado por el poder, la eficacia y el dinero.
Para comprender a Böll debemos analizar, aunque más no sea sucintamente, su evolución como ser creativo partícipe de los cambios que se daban en su persona, su comunidad, su país y el mundo. A pesar de haber sido Premio Nobel de Literatura en el año 1972 muchas veces quedó relegado en el rincón oscuro de las bibliotecas, ese olvido selectivo estuvo atado al poder de los que había criticado abierta y públicamente. Muere en Langenbroich el 15 de julio de 1985.
El cuento “La balanza de los Balek” cuenta la historia del abuelo de Heinrich. Esta trama no por repetida es aceptable y nos remonta al valor de la justicia o no entre los poderosos y su pueblo.
Es necesario destacar que este cuento forma parte, además, de “Cuentos que me apasionaron” (selección de cuentos y relatos para los que acepten la felicidad de la literatura) de Ernesto Sábato.
¿De qué tipo de poderosos habla Böll?
Habla de los poderes que hacen a la organización de un pueblo, la justicia, los mandatarios y la iglesia.
¿Quiénes eran los Balek?
Eran una familia poderosa, que gozaba de excelentes contactos en todos los estamentos que existían en el pequeño pueblo. Era la feliz poseedora de la única balanza con la que se pesaban la mayoría de los productos que la población producía o recogía en lo más profundo del bosque (hongos, hierbas aromáticas, flores, etc.) Un dato no menor que esa balanza era la única en varias comarcas a la redonda y su exclusiva existencia estaba apoyada por una sospechosa legalidad que prohibía toda existencia de tal instrumento de medición (quien además simboliza, aún en nuestros tiempos la justicia y la equidad para todos sin distinción). Resumidamente los Balek controlaban todo.
¿Cuál es el papel del abuelo de Henrich?
Por aquel entonces su familia recolectaba setas para los Balek, luego de llevarles los productos y ser prolijamente pesados y anotados en un libro, se los remuneraba en relación proporcional a su peso. Cuando el niño descubre el engaño de una balanza ajustada para dar menos peso del real (situación que comprueba yéndose a otro pueblo que contaba con una báscula) les cuenta a sus padres el terrible engaño al que han sido sometidos por generaciones. La verdad sale a la luz. El pueblo entero se revela, sin embargo, los regidores envían al ejército a calmar tal revuelta. Así muere la hermana menor del niño. La gente regresa a trabajar tras enfrentarse con el ejército y el párroco del lugar. La familia debe abandonar la comarca con las pocas pertenencias que posee. “Los padres de mi abuelo tuvieron que abandonar el pueblo y la reciente tumba de su hijita…”
Esta es la historia de un niño valiente que se atreve a desafiar la ley impuesta, aún a costa de saber las consecuencias de las acciones que su proceder acarreará. Elige pensar las cosas mirándolas de otro modo y perseguir la verdad. Así Böll establece la parábola acerca de los abusos de quien se enriquece a costa de los demás.
¿A cuántos les faltarán 4 onzas para una libra en la balanza de la justicia?
¿Cuántos saben que tienen una balanza de los Balek que mide mal en el día a día?
¿Cuántos se retiran de las oportunas contiendas individuales o colectivas, sabiendo que dejan lo más preciado detrás?
¿Cuántos ostentan hoy una balanza de los Balek sobre sus opulentos escritorios?
La injusticia duele y los segregados lo seguirán siendo porque siempre existirá un Sr. Balek.
La verdad y la justicia enaltecen, no sin dolor.