Este último año y medio tuvo a la República Popular Democrática de Corea en las tapas de los medios internacionales. Entre las amenazas y pruebas de misiles de Kim Jong-Un y un Donald Trump que no parecía dar el brazo a torcer la situación tuvo más de una escalada en declaraciones y dejándonos algunas «joyitas» más propias de una pelea de patio escolar que entre dos líderes mundiales con acceso a un arsenal nuclear.
En base a unas declaraciones del mandatario norcoreano (donde llama a su par americano viejo) Trump le retruca con que nunca lo llamaría petiso y gordo. Que él trata de ser su amigo y espera que un día pase.
No, no es un chiste; si buscamos en su cuenta @RealDonaldTrump nos vamos a encontrar con ambas declaraciones.
Pasando en limpio: Donald dice, en base a unas declaraciones sobre «siempre tener el botón nuclear a mano» de Kim Jong-Un, que alguien de su empobrecido y hambriento país le avise que el suyo es más grande, poderoso y si funciona.
[Nota: el botón nuclear (como en las películas) no existe, en el caso americano es un maletín que, dentro de un protocolo sumamente controlado para verificar la autoridad del Presidente, permite el lanzamiento del arsenal nuclear americano].
Desde este tironeo entre Trump y Kim Jong-un (que no fue hace tanto) ha pasado mucha agua bajo el puente. Las relaciones del Norte y Sur han mejorado sustancialmente ya sea con el gesto simbólico de compartir delegación en los juegos de invierno de Pieonchang (al sur del parelelo 38°) donde se vió a la hermana del líder norcoreano (Kim Yo-Jong) en una visita diplomática y tener contacto con los mandatarios del sur durante el partido de hockey de dicha selección, y no estar a más de tres metros del vice norteamericano Mike Pence. Desde entonces el diálogo ha continuado y se habla de una especie de «teléfono rojo» (una línea directa entre los gobierno del norte y sur) así como la posibilidad de abandonar los proyectos no pacíficos nucleares desde Pyongyang. Habrá que ver qué pretende Kim de este acuerdo y cuán dispuesto se encuentra Trump a negociar. Al parecer los norcoreanos buscarían bajar la presencia americana en la región así como recibir algún tipo de promesa de estabilidad para su régimen (y probablemente un buen bono económico para palear las hambrunas a las que se suele enfrentar el país).
La mayoría de los analistas ve esta posición como un giro hacia las políticas del difunto líder: Kim Jong-Il (padre del actual e hijo del fundador del país). Que durante los principios de este siglo supo balancear una posición internacional que le permitiese obtener ayudas humanitarias sin dejar de lado su ambición nuclear. Recordemos que para 2004 George W. Bush venía en una cruzada contra el Eje del Mal (después de invadir Afganistán e Irak) y parecía que Corea del Norte era el que seguía. Con una buena cintura política y un acercamiento a China el mandatario compró tiempo hasta anunciar la posesión de arsenal nuclear y empezar a negociar, consecuentemente, un acuerdo que le brindase frutos económicos en pos de desistir de la producción de armas de destrucción masiva.
También ayuda el contexto en este acercamiento entre hermanos de la Península Coreana. El presidente Moon, que tiene una postura mucho más amena que la destituida Park. Busca activamente la re-unificación, así como los previos liberales en el poder: Kim Dae-Jung y Roo Moh-hyun, de quién fue jefe de personal.
Los liberales del sur quieren establecer lazos significativos con el norte; han hecho intentos de integración industrial, viajes turísticos al monte Paektu (de significado simbólico en el mito de creación del pueblo coreano) y otros tantos proyectos. El norte parece entender ahora que la soga puede cortarse en algún momento y es necesario distender: Estados Unidos está más combativo que durante la época de Obama y Trump da la sensación de ser más «gatillo fácil» por lo menos desde sus palabras.
China y Rusia
Son los otros dos poderosos del área y ambos tienen una postura similar en el caso de Corea del Norte, desescalar el conflicto pero que sigan siendo dos países independientes. ¿ Por qué? que no haya conflicto inminente le quita excusas a Estados Unidos para mantener una presencia tan fuerte en el área del Pacífico, que China reclama como área de influencia. A su vez, ninguno de las dos potencias ve con buenos ojos una posible incursión americana y perder un estado «tapón» con el que limitan.
¿Por qué no los seduce la reunificación? Mismo punto, la pérdida de un estado intermedio que les saque a los americanos de la frontera y les de margen de «juego» en el escenario internacional quita posibilidades. Por otro lado, en el caso de una eventual reunificación una nueva mano de obra y población activa (recordemos que Corea tiene una pirámide poblacional con más ancianos que niños) le daría un empujón a la ya bien establecida economía sur-coreana, si a la mano de obra intensiva le sumamos los recursos naturales del norte; Corea pasa a de ser un vecino incómodo a un rival directo.
Los coreanos han estudiado en profundidad las reunificaciones (sea la alemana como punto comparativo directo o características de la vietnamita, yemení o de China con Taiwán) y hay más de una postura en caso de que hubiese una chance de reabsorber al Norte. Desde aquí creemos que no es factible ni al largo plazo: lo más probable es que integren su producción con el norte y deriven allí todas las tareas de manufactura por un tema de competitividad de precios, generando una relación de dependencia pero no un sólo país.
Por ahora no debemos adelantarnos y comenzar a sacar conclusiones apresuradas, no es la primera vez que hay una mesa de diálogo con la entrega de armas nucleares en la mesa, pero el contexto parece ser diferente. El panorama internacional permite una mesa de diálogo seria y con perspectivas positivas entre los involucrados, habrá que esperar y ver cuáles son los pedidos y demandas de las partes.