Se sabe que las primeras formas de expresión basadas en pictogramas se encontraron hace alrededor de 4000 años a C. en el Antiguo Egipto y la Mesopotamia. Cada dibujo representaba una palabra, pero qué se sabe del surgimiento del habla y la modificación del tracto vocal como vehículo de la diferenciación de sonidos y la pronunciación diversificada.
La mayoría de las especies que habitan el planeta Tierra se logran comunicar de diversas formas. Aunque ninguna ha llegado al grado de especificidad y variedad del ser humano.
El lenguaje como tal es difícil de definir, ya que posee expresiones temporales y efímeras que no dejan rastro tangible. Aunque el habla nos hace únicos, nos permite desarrollar ideas, explicarlas y lo más valioso arraiga en el intercambio entre pares.
El desarrollo del habla nació mucho antes del “Homo Sapiens”. Su origen data de 27 millones de años y prueba de ello lo acredita el descenso de la laringe como primer paso hacia lo que hoy conocemos como lenguaje. Si bien este fue el inicio de la investigación, se pasó posteriormente a analizar restos fósiles de los huesos del oído. Ya no todo se centraba en el aparato fonador. Si tuviéramos que hacer referencia al idioma más antiguo que se escuchaba en otras civilizaciones, nos remontaríamos al babilónico o el egipcio. Aquí radica una de las discrepancias puntuales entre los estudiosos del tema y es la antigüedad. Algunos estiman que podrían tener hasta medio millón de años. Es posible además que pese a la diferencia de idiomas que existen en el mundo, todos desciendan de un antepasado común. Como siempre África es la génesis.
Aprendimos a hablar y siempre lo acompañamos con gestos. Pusimos el acento en la respiración y la escucha, ello nos llevó a la modificación de nuestro cuerpo. Mejoramos el control muscular de nuestro diafragma, los nervios se engrosaron a la altura de nuestra médula espinal y se expandió la columna vertebral.
Desde luego las pre-adaptaciones fueron la base que dio paso a estas modificaciones. Estuvimos atentos a las miradas, diferenciamos los sonidos, les dimos significado, los memorizamos y los reprodujimos lo mejor posible. Lo intentamos, fallamos, pero siempre valoramos el error. Así nos transformamos y prosperamos.
Según los investigadores han identificado un gen concreto que podría estar vinculado a los antiguos orígenes del lenguaje hablado. Ello podría tratar problemas relacionados con el habla. Encontrar caminos con el propósito de superarlos o mejorar la calidad de vida de algunas enfermedades fonológicas.



