“Gótico botánico. Cuentos de un verdor perverso” es una antología que une a varios autores como John Coller, Roald Dahl, Arthur Conan Doyle, H.G. Wells y Nathaniel Hawthorne entre otros. Ellos dan ese toque inquietante y exótico al terror de principios del siglo XIX hasta mediados del siglo XX.
En ella viven árboles espeluznantes, orquídeas antipáticas, vides aterradoras con raros patrones de crecimiento. Hay hongos que se vuelven letales, bosques enteros que accionan ante aquellos que han osado masacrarlos, robles que viven la vida de los que cuidaron de ellos, enredaderas que trepan abrazadas a paredes que guardan secretos inconfesables, cercanos al delito. Ese mundo vegetal y silencioso (o no tanto) al cual deberíamos rendir culto o al menos respetar es aquel que mejora nuestra calidad de vida, pero aquí nos quita el sueño y lo convierte en pesadillas.
Casi una veintena de cuentos nos recuerdan que el mundo vegetal también almacena vida al igual que el reino animal.
Sólo por hacer referencia a uno de los cuentos contenidos en esta antología “La hija de Rappaccini” de Nathaniel Hawthorne (Estados Unidos 1804-1864) fue publicado por primera vez dentro de una colección de narraciones. Allí el romanticismo oscuro se muestra más tenebroso y maléfico que nunca. En este relato corto Giacomo Rappaccini posee un extenso jardín donde abundan las plantas venenosas. Su hija Beatrice, a fuerza de ensayo y error, se ha vuelto inmune al veneno de estas. Su padre lo ha logrado.
La ciudad de Padua será el escenario de este paisaje exótico, el cual se cree que está inspirado en leyendas hindúes que realzaban el poder “tóxico” de algunas mujeres despechadas que hacían centro en el corazón de hombres “inocentes y enamorados”.
Beatrice parece flotar cual fantasma, su aspecto bello y virginal atrae a los insectos al lúgubre y húmedo jardín, pero su aliento letal les quitará la vida al instante. Ese “Edén bíblico” parece traer sólo muerte. Claro que Giovanni Guasconti, un joven estudiante que llega a esa ciudad no lo sabe.
La lección para él será aquella que le recuerde que la belleza, a veces, puede ser peligrosa.
Una vez más la naturaleza toma protagonismo vinculado a la mujer, específicamente a Beatrice. Aquella que es capaz de dar vida o quitarla en igual medida dentro de su jardín, su mundo cerrado, aislado.
La alegoría del veneno encierra la pasión, el deseo de la vida y la muerte. Beatrice esparcirá su toxicidad con el propósito de destruir a Giovanni. Ocasionalmente la fuerza poderosa de la naturaleza puede ser beneficiosa o ser mortífera. Esa dualidad perfecta entre el bien y el mal.