Profesional de enseñanza primaria. Docente en contextos de encierro. Representante docente JCyD. Directora jubilada.

“Resurrección” fue la última novela publicada por León Tolstói (Rusia 1828-1910). Escrita en el año 1890 y nueve años después se divulgaba por entregas en el periódico Niva. En ella refleja las preocupaciones propias de alguien que palpita el final de su camino. Ya casi con setenta años Tolstói se interna en una escritura que le abra una ventana a la justicia social, donde los privilegios de la aristocracia rusa se vayan desvaneciendo. Sueños de un hombre que creía que las cosas podían cambiar si corría el pesado velo que esclavizaba a la población campesina. Es así como el protagonista de esta novela, el príncipe Nekhlyudov (o Nejliúdov) y su antigua criada Katia Máslova construyen una relación tormentosa. El príncipe vive entre el lujo y el ocio, pero Máslova es de otra clase social. En sus tiempos de juventud el destino los une, la vida del aristócrata sigue sin mayores sobresaltos, pero la chica, mucho menor que él, emprende un camino de dificultades y privaciones.

Tolstói coloca la pluma y el ojo sobre las desigualdades de una sociedad que presenta dos situaciones bien diferentes con escenarios muy distintos: el campo y la ciudad. Las luces y las sombras. La opulencia y la resignación.

En medio de las contradicciones morales que enfrenta el príncipe, se lo convoca para formar parte de un jurado. Máslova ha perdido el brillo que le prestaba la juventud, está acusada injustamente. Este será el segundo encuentro de ambos. Nekhlyudov se empeñará en torcer el destino de esa mujer a la que irremediablemente le espera la cárcel.

Las divagaciones internas del príncipe, el cual se convierte en este camino literario en el alter ego de Tolstói, lo llevan a pensar en situaciones punibles que no son juzgadas de la misma forma en diferentes clases sociales. Muestra brutalmente como la justicia hace desfilar a la gente pobre hacia Siberia, mientras les es ajeno el sufrimiento humano. 

Tolstói desea fervientemente que esa violencia arraigada en la revolución traiga vientos de arrepentimiento y perdón. Aspira ver una sociedad sin prisiones y con igualdad de derechos sin importar la clase social de la persona a juzgar. Puesto que “… cada hombre lleva en si mismo los gérmenes de todas las cualidades humanas…” ( “Resurrección” de León Tolstói).

El remordimiento al que debe someterse el protagonista le propone el auto-perfeccionamiento moral. Ese tirón brusco y desgarrador entre el yo espiritual y el yo animal.

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