Podríamos definir a la ambición como el deseo intenso de conseguir algo, ello puede ser visto como una virtud o como un defecto. Las personas ambiciosas pueden despertar admiración, pero también críticas. En defensa de la ambición podríamos decir que es el deseo ferviente de conseguir o poseer algo que no se tiene.
León Tolstói (Rusia 1828-1910) escribió en el año 1886 el cuento “¿Cuánta tierra necesita un hombre?”. En él expone una alegoría sobre la ambición del ser humano. El relato inicia cuando dos hermanas describen las virtudes de la vida en el campo y en la gran ciudad. Esta última estaba casada con un comerciante, ella alaba su vida refinada, culta y sus ropas ostentosas. La del campo, la hermana menor está casada con Pajóm. Cuenta como transita una vida tranquila y segura, sin temor a perderlo todo a mano de los malvivientes.
Pajóm (o Pakhom en algunas versiones) era un hombre trabajador, el cual se dedica a la faena en el campo. En un inicio este poseía unas pocas tierras, pero poco a poco fue sumando más y más. Aunque ya nada le alcanzaba, cada vez necesitaba más. La obtenía, pero seguía siendo profundamente infeliz. Las oportunidades se sucedían y se transformaría al fin en un hombre poderoso e influyente. Finalmente se le ofrece todo el terreno que pueda abarcar andando desde la salida del sol hasta el atardecer. Así comienza su cruzada. Salta, corre, camina, se apura, se obsesiona con la distancia y la tierra, hasta que su corazón dice basta. Ya no será necesario tanto espacio, sólo unos pocos metros bastarán para enterrarlo.
Tolstói no sólo fue el ilustrísimo escritor ruso por excelencia, sus obras reflejaron en detalle sus pensamientos religiosos, sociales y políticos. Sus personajes serían el vehículo elegido para lograrlo. Eran como el espejo de su alma.
Tolstói hace girar la historia en torno a la ambición desmedida, su instrumento es el diablo, el ser humano es débil y posee una naturaleza intrínseca poderosa, pero a veces letal. El final es francamente fantástico, así cierra una historia extraordinaria y sencillamente.
“El sirviente recogió la pala y cavó una tumba en la que Pajóm cupiera y allí lo enterró. Dos metros de tierra, de la cabeza a los pies, era todo lo que necesitaba.” (“¿Cuánta tierra necesita un hombre?” de León Tostói).