Ray Bradbury (su verdadero nombre era Raymond Douglas Bradbury, nació en Illinois, Estados Unidos en 1920 y murió en Los Ángeles, California, Estados Unidos en 2012) uno de los autores que popularizó el género de la ciencia ficción, quizás más conocido por sus novelas. Unas de las más renombradas sin duda son: “Crónicas marcianas” (publicada originalmente en el año 1950), “El hombre ilustrado” (publicado originalmente en el año 1950, aquí vale la pena aclarar que este libro está compuesto por dieciocho cuentos unidos a la piel tatuada de un vagabundo que van tomando vida y creando historias) y Fahrenheit 451 (publicado originalmente en el año 1953).
Ahora bien, fue también el literato que creó más de doscientos noventa cuentos. La mayoría de ellos fueron publicados en las revistas “pulp” (las cuales hoy forman parte de lo que se llama mítico dentro de la literatura, pero fueron denostadas en sus comienzos sin piedad por los propios escritores y los infaltables críticos) aunque ya había conocido el éxito de la mano de sus obras más ilustres.
Hoy optamos por uno de los cuentos favoritos de Bradbury, “El pequeño asesino” (publicado en el año 1946).
Alice y Davis Leiber serán padres por primera vez. El nombre elegido por el propio padre para el niño será Lucifer (muchas veces este nombre es adjudicado como sinónimo de Satanás, sin embargo en latín significa “portador de luz” y en la Biblia se lo presenta como “uno de los ángeles favoritos de Dios, el cual fue expulsado del Cielo cuando se rebeló contra su poder”).
El matrimonio se encuentra absolutamente convencido que el bebé posee autonomía de pensamiento y acción desde que nació, por lo cual creen que este planea darles muerte.
Esta historia, aparentemente simple en su argumento, deja al descubierto aquellos pre-conceptos con los que cargamos como sociedad ante el nacimiento de un nuevo ser.
Sabemos que las mamás primerizas deberán desarrollar en tiempo record un sinfín de habilidades para proteger a ese niño que depende absolutamente de ella. El amor, en otra forma, se reconfigura, las perspectivas cambian y el día es una verdadera montaña rusa de sentimientos, no obstante vemos aquí que el padre responsabiliza al bebé de la muerte de la madre.
Lucifer cuenta con cuatro meses y tras esa carita rosada, de ojos profundamente azules y boca diminuta parece esconderse un asesino cruel.
La locura de esos padres extrae argumentos de un lugar donde no los hay.
Alice se siente sola, lo cual no es tan extraña sensación en una mamá primeriza. La profunda desconexión de ella se cruza con el terror psicológico del relato.
Sólo resta leerlo para justificar la respuesta a estas preguntas: ¿Alice se enfermó o fue asesinada? Y David ¿se suicidó o lo mataron?
Mientras tanto en la cuna el Dr. Jeffers le mostrará al bebé “¿una cosa brillante, una cosa bonita!” Un escalpelo.