Profesional de enseñanza primaria. Docente en contextos de encierro. Representante docente JCyD. Directora jubilada.

En el libro “El Rey de Amarillo” (o también traducido como “El Rey Amarillo”, publicado en el año 1895) Robert William Chambers (Brooklyn, New York, Estados Unidos 1865- New York 1933) compila cuentos de amor, de ciencia ficción, fantasía y misterio.

En esta obra aparece uno de los mejores cuentos de este autor, “El reparador de reputaciones”. En él un hombre, Hildred Castaigne, que vive en la ciudad de New York (veinticinco años en el futuro del autor) cae accidentalmente de un caballo y a partir de esta situación todo cambia. Con el fin de recibir tratamiento (a cargo del Dr. Archer) permanecerá en una residencia psiquiátrica. Allí conseguirá una copia de un libro prohibido, maldito, “El Rey de Amarillo”. Junto a Wilde, el reparador de reputaciones, y su gato salvaje, chantajean a hombres poderosos. Estos han cometido algún tipo de desliz y merecen ser salvados del escarnio.  Wilde cree que en verdad lidera una organización capaz de limpiar el pasado de sus seguidores. Por otra parte, vale aclarar que Hildred se ha puesto cada vez peor, su familia afirma que demuestra insania.

En esta distopía Chambers crea una sociedad norteamericana próspera que había logrado salir recientemente de una guerra con Alemania. Una nueva élite aristocrática es la encargada de erradicar la pobreza y los lugares antiestéticos. Todo debe verse bello, perfecto y funcional.

Un “Congreso de Religiones” ha eliminado la intolerancia y el fanatismo. Aparentemente nada queda librado al azar, pero estas reglas contrastarán con la exclusión de negros, judíos y el férreo control de la inmigración.

Como si esto fuera poco el gobierno vigila la creación de la totalidad de las expresiones artísticas. No falta casi nada. Aunque todavía queda algo peor. Esta ficción se desarma frente a la creación de cámaras especiales en las cuales la gente puede quitarse la vida si así lo desea.

Con total desenfado un político dirá en la inauguración de un nuevo dispositivo de suicidio que esta “medida solidaria” (aparentemente) pretende cumplir el deseo de las personas. En verdad esto encubre la idea de eliminar a los débiles. Es claro, hay un plan y está enmarcado dentro de prácticas despreciables.

 Entonces Chambers escribe: “Muchos creyeron que había llegado el milenio de la felicidad y abundancia, cuando menos es un nuevo mundo, que después de todo es un mundo de por sí…” Nada que agregar.

Así el autor va jugando con la mente de nosotros los lectores hasta el punto que uno descree que lo que acontece sea real. 

Si recapitulamos sobre el origen del libro “El Rey de Amarillo” gira alrededor de la idea que aquellos que osaran leer la obra se volverían locos o les ocurriría alguna fatalidad. Una obra endemoniada.

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