Profesional de enseñanza primaria. Docente en contextos de encierro. Representante docente JCyD. Directora jubilada.

Si buscamos en el diccionario la palabra mariposa dice:” insecto de boca chupadora, con dos pares de alas cubierta de escamas y generalmente de colores brillantes, que constituye la fase adulta de los lepidópteros”. En verdad dicha definición no parece tener ningún tipo de proximidad con la literatura en general y mucho menos con los poetas en particular.

Ellos le han rendido homenaje hasta a la mismísima metamorfosis la cual transforma un huevo en larva y asombrosamente finaliza con un ser tan especial la cual pesa el equivalente a dos pétalos de rosa. Aunque su vida es efímera el encanto de algunas de las más de doscientas mil especies ha atraído la mirada del hombre el cual se ha ocupado de describir más de ciento treinta mil.

Ellas siempre representan al poeta enamorado, Lope de Vega (Madrid, España 1562-1635) en “El acero de Madrid” la describe ciega, indefensa acercándose a la luz o quizás esta no era otra cosa que el calor del amor (“… porque ciega el amor viendo, / más te acercas y te allegas./ Y si en allegarte das/ mariposilla serás: quemaráste si te ciegas”/)

Vladimir Nobokov (San Petersburgo, Rusia 1899- Montreaux, Suiza 1977) fue el autor de “Lolita” ella contiene poesía en sus páginas, pero “Habla, memoria” (publicado en el año 1951) relata el deslumbramiento que le produjeron estos bellos insectos en aquel niño de tan sólo siete años. Luego de emigar a Estados Unidos su predileccion por las mariposas lo llevó a observar, describir y concebir una teoría sobre su origen basado en las mariposas azules. El planteaba que esta especie tuvo su origen en Asia, posteriormente migró a América por medio del Estrecho de Bering para así llegar hasta Chile. Fue un romántico para describirlas, pero el basamento científico faltó. Ello no le impidió seguir escribiendo sobre ellas y su clasificación.

En la obra “En el tiempo de las mariposas” de Julia Alvarez (Nueva York, Estados Unidos 1950) nos encaminamos hacia República Dominicana en la época que ese país se encontraba bajo la tiranía de Rafael Leónidas Trujillo. Patria, Minerva, María Teresa y Mirabel eran las mariposas que metamorfoseaban su miedo en resistencia. Sólo Dedé sobrevive. Su padre le decía:”…nos enterrarán a todos con seda y perlas…” y casi así fue.

Cuenta la leyenda que el día domingo 12 de febrero de 1984 cuando fallecía Julio Cortázar, que por cierto amaba las mariposas, un aluvión de ellas se dejó observar en París. Varios días después un biólogo especialista en lepidopterología (ciencia que se dedica al estudio y clasificación de las mariposas y polillas) explicó las causas de tal fenómeno. Según parece en las zonas rurales aledañas, el calor y la humedad hicieron su trabajo para que la belleza volara bien alto. Hoy elijo creer que su espíritu andaba con ellas. Ese mismo que en su libro “Salvo el crepúsculo” (su último libro) escribe:”… me apenaría que a pesar de todas las libertades que me tomo, esto tomara un aire de antología: nunca quise mariposas clavadas en un cartón; busco una ecología poética…” Cortázar de principio a fin.

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