Profesional de enseñanza primaria. Docente en contextos de encierro. Representante docente JCyD. Directora jubilada.

“Para luchar contra el pragmatismo y la horrible tendencia a la consecución de fines útiles, mi primo mayor propugna el procedimiento de sacarse un buen pelo de la cabeza, hacerle un nudo en el medio, y dejarlo caer suavemente por el agujero del lavabo. Si este pelo se engancha en la rejilla que suele cundir en dichos agujeros, bastará abrir un poco la canilla para que se pierda de vista” (“Historias de cronopios y de famas” de Julio Cortázar).

La historia de la belleza de la humanidad en diferentes culturas y tiempos ha estado atada al pelo. La cabellera (especialmente, aunque no exclusivamente, entre las mujeres) era denominada en la Edad Media como “la corona real de la feminidad”.

Los padres de Sansón, desde su nacimiento, sabían que no debían cortar jamás su cabellera. El tiempo pasó y se convirtió en un hombre fuerte y valiente para el pueblo judío. Se enfrentó a un león, comió miel directamente de un panal, tomó por la quijada, con sus propias manos, a un asno y fue el protagonista de infinitas batallas contra los filisteos. Claro que una mujer haría tambalear su fuerza, Dalila ejercería la función de una “especie de espía”. Detectar dónde radicaba su vigor y resistencia era su meta. Luego de varias mentiras, Sansón le confesará su secreto mejor guardado. Dios siempre estará de su lado. Esto le viene al pelo. 

Quizás los egipcios fueron los primeros en considerar al cabello como un elemento fundamental de la belleza física. Los esclavos eran los encargados de mantener bellas las cabezas de sus amos. 

Las ondas y los rulos llegaron en la época de Grecia antigua. 

En Esparta los niños llevaban el cabello corto, pero al crecer ya lo podían usar largo. 

En Roma por el contrario se obligaba a los soldados a mantener el cabello corto y prolijo. 

Si nos acercamos a nuestras tierras el cabello para las culturas ancestrales americanas era un verdadero tesoro, se creía que él establecía una conexión mágica con la Tierra, la salud y la espiritualidad. Era un símbolo de fortaleza, sabiduría y poder.

Y si de cabello largo hablamos no podemos olvidarnos de Rapunzel, un cuento de los hermanos Grimm del año 1812. Esa historia no es tan tierna como la que conocemos y fue versionada por Disney. La original estuvo basada en la vida de quien fuera Blanche Monnier, la cual permaneció secuestrada por su familia durante veinticinco años y revela los peores horrores a manos de sus propios familiares.

Así el cabello puede representar poder, pero también peligro como en el caso de Medusa, la cual según cuenta la mitología griega era un monstruo con rostro de mujer y serpientes por cabellos. Quienes se atrevieran a mirarla a los ojos se convertirían en piedra.

A fin de cuenta desde la prehistoria el cabello ha sido un elemento visto desde el aspecto mágico y ceremonial. Distintos, peinados, cortes, tintes y hasta con la cabeza rapada han representado poder, fe, belleza, estatus social, amor.

Ya lo dijo el célebre Charly García: “…Si me gustan las canciones de amor y me gustan esos raros peinados nuevos…”

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