Profesional de enseñanza primaria. Docente en contextos de encierro. Representante docente JCyD. Directora jubilada.

“Las ciudades invisibles son un conjunto de muchas cosas: memorias, deseos, signos de un lenguaje, son lugares de trueque, como explican todos los libros de historia de la economía, pero estos trueques no lo son sólo de mercancías, son también de palabras, de deseos, de recuerdos” Italo Calvino (Cuba, 1923- Italia 1985). 

Publicó por primera vez en noviembre del año 1972 en Turín, Italia “Las ciudades invisibles” y fue traducida en el año 1998 por primera vez al español. Esta composición de notas sueltas (la forma más frecuente de escribir de Calvino) reúne las travesías realizadas por Marco Polo y emula en parte a “El libro de las maravillas”. Así él cuenta a Kublai Kan, emperador de los mogoles, el cual se llamó en verdad Gran Kan de los Tártaros, cómo son esas ciudades no reconocibles, todas imaginadas a las cuales se les otorgó nombre de mujer.

“Las ciudades invisibles” es una obra rica en posibilidades de lectura, contiene nueve capítulos. En el primero y el último describe diez ciudades. El resultado total nos dará la sumatoria de cincuenta y cinco ciudades, ya que el resto de los capítulos cuenta el acontecer de cinco ciudades en cada una de ellos. Puede leerse como una novela o como un ensayo.

Allí aparecerán la ciudad de Diomira donde “el cielo se multiplica sesenta veces”; Isadora donde sus escaleras caracol se abren y cierran abrazando palacios impresionantes; Dorotea donde se dibujan segmentos, canales rectilíneos, barrios, puentes levadizos y murallas con siete puertas; Anastasia, en ella no sólo abundan las figuras concéntricas  y estereotipadas, también hay rectángulos, cuadrados y triángulos, aunque ella es la “reina de la concentricidad”, la ciudad de Tamara donde el ojo puede ponerse en figuras que no siempre son lo que parecen o en las prohibiciones cercanas a lo lícito o ilícito según el buen saber y entender del hombre que interpreta los símbolos. Y así podríamos continuar sin pausa y sin prisa recordando que este libro no necesariamente debe ser leído de forma lineal. Es más bien un laberinto propio de la corriente o grupo OULIPO (fundado por Raymond Queneau, escritor francés nacido en el año 1903 y fallecido en 1976 y Francois Le Lionnais, ingeniero químico y escritor francés nacido en 1901, fallecido en 1984) donde la lectura se puede estructurar como piezas de un rompecabezas que encajan perfectamente del modo que lo decodifiquemos. Al derecho y al revés.

Para Calvino un libro “es un espacio donde el lector ha de entrar, dar vueltas, quizás perderse, pero encontrando en cierto momento una salida, o tal vez varias salidas, la posibilidad de dar con un camino para salir”. En este camino de poco sirven los instrumentos que nos ubican en tiempo y espacio, estos espacios físicos, pero también de ensueño, de futuro y de pasado “como ramas secas” nos desafían a ceñirnos no sólo a objetos, sino a palabras y recuerdos. Itinerarios que se traducen en tramas dentro de la geografía literaria.

DEJA UNA RESPUESTA

Please enter your comment!
Please enter your name here