Knut Hamsun (Lom, Noruega 1859- Norholmen, Noruega 1952) integra la lista de los ecritores malditos. Su cercanía y apoyo explícito al régimen nazi y la ocupación por parte de este a su país lo hacen ver como “el renacido”. Amado, odiado, editado y reeditado hoy retorna con sus más y sus menos.
“La senda por la que la hierba crece” (1949) fue su último libro, lo escribió en el manicomio donde fue recluído hasta el día de su muerte.
“Hambre” (1890) se cree que es el máximo exponente de la novela psicológica noruega que llegaba con aires de modernidad. Su obra icónica es esta. En ella el protagonista (el cual no posee nombre explícito) cuenta en primera persona como cada día debe y puede sobrevivir en Christianía o Cristianía (actualmente es la ciudad de Oslo). No solo procuparse el sustento es importante, sino hacer frente al mundo estando en conflicto constante con si mismo.
Sobrevivir, ¿por qué?, ¿para qué?, ¿cómo?. El método es original, único día a día aunque el desánimo lo hunda en un enigmático propósito, pensando para qué desearía vivir alguien el cual no tiene familia. Aunque ya llegará alguien, sí. Esa será Ylayali, una mujer diferente a las de su época, alguien que evoca el misterio, la violencia, la impulsividad. Ella dentro de su contexto salvaje.
Entre el romanticismo, la poesía y las diferencias que atraviesan las clases sociales, ellos solo saben que están enamorados.
Él arrastra su pesadumbre, sin trabajo estable por una ciudad que en cada sonido le recuerda que carga con las entrañas retorciéndose de dolor.
Así nace “Hambre” y dice:”Era el tiempo en que yo vagaba, con el estómago vacío, por Cristianía, esa ciudad singular que nadie puede abandonar sin llevarse impresa su huella…”
Cuenta la historia que Hamsun era un férreo fascista, apoyó abiertamente al régimen nazi desde la difusión de sus ideas (publicando artículos entre los años treinta y cuarenta). Cuando en el año 1920 se lo premió con el Nobel de Literatura su medalla resultó estar destinada a ser un obsequió para Joseph Goebbels (Alemania 1897-1945, ocupó el cargo de ministro de la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich entre los años 1933 y 1945. El 1 de mayo de 1945 se suicidaba junto a su esposa y sus seis hijos en un búnker de Berlín).
Noruega, la tierra de Hamsun, sufrió la ocupación nazi, él le otorgó su apoyo y posteriormente fue condenado por traidor. Muchos de sus compatriotas lo consideran un dios, otros un demonio, pero en ambos casos leen sus libros. Ni tan pelado, ni tan peludo.
Alguna vez confesó que puso su pluma al servicio del Reich con el propósito de posicionar a su país. Ayer y hoy es consumida su literatura por noruegos que apoyaron el régimen y por otros que lucharon contra él.
¿Quién puede juzgar el apoyo total o parcial, velado o manifiesto que se le da a algunos hombres o ideas? Muchos escritores, o artistas en general, fueron, son y serán víctimas involuntarias (o no) de su propio contexto, algo similar ocurre con sus personajes. Otras veces podemos decir que la inteligencia no garantiza el “don de gente”. Pero ¿qué es lo que prevalece en un individuo el arte o la integridad de sus valores?
Mientras tanto Hamsun febril y apasionado, jamás puso una palabra, gesto o acción de arrepentimiento ante el horror.