Charles Baudelaire (París, Francia 1821-1867) puede circunscribirse bajo el término de “poeta maldito”. Aunque Alfred de Vigny (Loches, Francia 1797- París, Francia 1863) se cree que fue el primero en utilizar este témino, puntualmente lo hizo en “Stello” donde describe a los poetas como “…la raza que siempre será maldita para los poderosos de la Tierra…”. Pero el origen nos transporta al poema “Bendición” del libro “Las flores del mal” (publicado en el año 1947).
Así Baudelaire decide cruzar los puentes de lo diferente, lo misterioso, sintiéndose delirante ante el papel vacío de contenido que muestra en “Bendición” un camino atestado de dolor, angustia y profunda rebelión ante la injusticia. Por lo cual toma a la felicidad como un privilegio reservado para algunos. El poema actúa como un medio comunicacional casi autobiográfico donde la inadecuación dentro de su contexto social y familiar son nada más que el muestrario de una infancia y una adolescencia espinosa.
“Cuando, por un decreto de las potencias supremas/el poeta aparece en este mundo hastiado, su madre espantada y llena de blasfemia/crispa sus puños hacia Dios, que de ella se apiada:/-¡Ah! no haber parido todo un nido de víboras,,,/
Quizás el poema remite al intenso dolor de sentirse ajeno a su entorno al punto de ser evidente el odio en él. Pero como no solo lo marcó el sufrimiento pudo continuar cruzando puentes junto a otros poetas (como Stendhal, Proust o Balzac) del expresionismo ensamblando la pintura y la literatura. Allí crea “El pintor de la vida moderna”, el cual fue escrito en el año 1959 y 1960.
La idea de indagar sobre las transformaciones de los artistas dentro de la sociedad moderna lleva a Baudelaire a pensar las implicancias del arte como mercancía, la compra y la venta, disociada del disfrute estético. Nace con él la propuesta de la plena contemplación secundada por la decisión de poner palabra firmemente en cada una de las acciones políticas y económicas de la sociedad.
Apuesta a los sentimientos del artista por encima de las convenciones sociales y materiales impuestas por la modernidad.
Su obra podría ser explicada como el arte libre y provocativo, alejado del respeto por las reglas instauradas, rodeada de misterio, metáforas, simbolismos, cercanas al desaire sobre lo que la sociedad considera temas tabú. Pero para comprender a Baudelaire es necesario dar un vistazo a su generación, fue aquella que imaginó la revolución como algo más que el mero acto de matar al Rey. Hacer notar que el mundo era un sitio imperfecto no fue una empresa nada fácil y sus acciones jamás pasaron desapercibidas.
El 31 de agosto de 1867 le llegó la muerte. Lamentablemente su propiedad intelectual fue vendida en una subasta pública. Una vez más el arte como mercancía le jugaba la última mala pasada.