Profesional de enseñanza primaria. Docente en contextos de encierro. Representante docente JCyD. Directora jubilada.

“La rebelión y solo la rebelión, es creadora de luz y esa luz no puede tomar más que tres caminos: la poesía, la libertad y el amor”. 

André Breton (Trinchebray, Francia 1896- París, Francia 1966) andaba transitando su vida por caminos de compromiso político y libertad creativa. Creía en los cambios basados en las modificaciones de las estructuras tradicionales de poder.

Fue poeta y ensayista, pero también estudió medicina y psiquiatría.

Su literatura nació de la preocupación estética y moral, de asociaciones libres y la encendida imaginación, del eterno desafío de crear la perseverante experimentación.

Breton era esencialmente surrealista, su “Manifiesto surrealista” coloca la piedra fundacional del movimiento que nace en el año 1920 basado en la expresión espontánea, el pensamiento sin restricciones, la asociación libre de ideas, el despojo del esteticismo, la unión de la realidad con la fantasía y la imaginación, la escritura automática sin cuestionamientos, la fascinación no solo del empleo de la palabra, sino el destaque de la imagen.

 En “Los campos magnéticos” hace uso de estos recursos intentando internarse en el campo territorial a modo de collage, quizás por ello la brevedad de los relatos asemejan a fotografías instantáneas. Este texto fue creado en el año 1919 como una composición a cuatro manos por Breton y Soupault (Francia,1897-1990). La idea fue experimentar, escribir sin ir y venir, sin red, sin correcciones, con agilidad y sin mayor repaso por la estética literaria. Esos jóvenes (de veintidós y veintitrés años respectivamente) hallaban en la primavera parisina una “ebriedad por descubrir sin cesar” según las palabras del propio Breton. Aunque el surrealismo también ocupó el campo de la pintura y la escultura. No obstante la génesis del movimiento brotó desde la literatura. Así lo reflejó Breton en “Los campos magnéticos” donde afirma: “no distingo entre poesía y pintura”.

“Nadja” fue publicado en el año 1928 y es la síntesis de lo que se espera del formato de una novela sin serlo. André, el protagonista camina por la calle, ve como se acerca una bella silueta que no es otra que la de Nadja, siente el impulso de entablar una conversación que irá hilando momentos que coronarán una escena romántica. Ella no es común, mucho menos corriente, ve cosas que otros no pueden ni siquiera imaginar, sus límites se desdibujan. Eso la hace tan misteriosa y atractiva a la vez. El amor platónico en todo su esplendor.

Quizás la comprensión de André solo se ve apoyada por su sensibilidad, pero ambos comparten una mirada diferente de la sociedad que habitan. Tienen muy claro que en ella el desequilibrio y la irracionalidad se castiga con encierro cuando no es comprendido.

“Hace algunos meses me dijeron que Nadja estaba loca. Tras algunas excentricidades suyas cometidas, parece, en los pasillos de su hotel, tuvo que ser internada en el manicomio de Vaucluse…” “Nadja” (1928) André Breton.

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