La semana pasada, con el inicio de las Sesiones Ordinarias en los Concejos Deliberantes y la Legislatura, fue una de definiciones políticas, así como revisiones de las diversas gestiones, marcando lo que será la agenda de este 2023.
En el caso particular de Tolhuin, con el discurso del intendente Daniel Harrington, los lineamientos políticos pensando en los comicios de mayo fueron claros: habrá un acompañamiento a la reelección del gobernador Gustavo Melella, así como la presentación para extender en 4 años su novedoso proyecto político en el Corazón de la Isla.
Novedoso, quizás no es el término más adecuado pensando en el gran esquema de las cosas, pero fundamentalmente distinto e innovador a la hora de pensar la política local. Tolhuin, que parecía congelada en una cápsula del tiempo. Hoy a través de lo “simple pero importante”, como remarcaba su intendente, transcurre su tercer año de una gestión con impronta institucionalista, donde la infraestructura de servicios, ya sea agua, cloacas, gas, electricidad, calles o veredas, se piensa en clave de ciudad que busca ser próspera para si como sus habitantes.
Muchas veces, rozando lo peyorativo, hablamos de Tolhuin como “el pueblo” de la isla. Caer en el reduccionismo de pensar que porque un estado es pequeño la lógica de sus misiones y funciones cambia, es un error garrafal que mandatos previos cometieron. Estancados en el “no se pude” o el “le corresponde a otro”, la ciudad se privó de dar ese tan importante primer paso en la dirección correcta.
Harrington, que resaltó en varias ocasiones su “compromiso con mi pueblo y con mi gente” algo que destaca como “intacto”, ha sabido navegar las turbulentas aguas de la política local, sentándose a trabajar con quién haga falta en pos de conseguir algo más para su ciudad. Aquí, es donde el intendente supo aprovechar el factor “pueblo” de Tolhuin, implementado programas que no podrían tener el mismo nivel de efectividad a otro nivel de escala.
La obra pública, que cuenta con un fuerte impulso a lo largo de toda la gestión, fue un eje central de su misiva a la comunidad, recordando la labor de las y los legisladores que establecieron por Ley un porcentual de la coparticipación destinado a las obras de la más joven de las ciudades fueguinas. El resultado para Tolhuin es claro: 120 empleos directos durante la última temporada, lo que en una población de casi 10.000 es un número más que interesante.
En esa línea del trabajar por la ciudad, Harrington también supo reconstruir los puentes con un sector muy golpeado en tiempos previos: el empleado municipal. Si bien queda claro que se han logrado buenos acuerdos salariales en pos de recomponer el poder adquisitivo, el punto de quiebre ha sido jerarquizar a las y los empleados públicos, destacando su labor y acompañando las tareas tan necesarias que hacen para sostener el funcionamiento del ejecutivo y sus programas.
No todas han sido victorias para Harrington, más que claro está, y en un matiz bastante extraño para un político realizó una fuerte autocrítica sobre lo que le ha faltado a su gestión, no por una cuestión de menospreciarse, sino en la búsqueda de encontrar nuevas soluciones a antiguos problemas. Ya sea el eterno periplo de las Termas, el fallido avance en “Dulces Sueños” o la tan discutida recientemente sede de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego en Tolhuin, el mandatario local parece enfocado en “sacarse esos clavos” abriendo la mesa de diálogo a todos los sectores. Harrington, con el pragmatismo tan característico del peronismo de vieja data, busca que la idea funcione, no quién la presenta o se lleva los laureles.
En otro tramo de su discurso, el hoy intendente de Tolhuin aprovechó para tirarle más de un “palito” a su predecesor Claudio Queno (y quizás posible rival en este mayo). Cuando se refirió al tema del fortalecimiento institucional y la transparencia, algo que reforzará a través de sorteos públicos para el acceso a tierra con servicios, recordó que “otros discursos, de los que supieron estar a cargo de esta localidad, borraron con el codo lo que escribieron con la mano”. Así, el mandatario resaltó que “tenemos que mantener un diálogo fluido con el Concejo para dar respuestas a la comunidad y hacer lo simple pero importante, algo que muchas veces quedó olvidado”. Más adelante, mencionó la recuperación de 20 terrenos ociosos, que estaban deshabitados y en lugares claves de la ciudad, evitando la posibilidad para vecinos y vecinas de acceder a una solución habitacional, todo con el objetivo de especular en el mercado inmobiliario. Teléfono para Queno, que lo están llamando.
Abandonando lo político y centrándose en la gestión realizada y la que vendrá, Harrington dedicó un párrafo aparte al turismo, donde en 4 años se han casi cuadruplicado las capas disponibles en los establecimientos registrados, también aumentando la tasa de ocupación promedio del 70% al 85%. Con el turismo sustentable como bandera, el mandatario analizó la situación y señaló que “esto genera actividad económica no solo para el sector, sino para los comercios de los barrios. El turismo es un motor económico sobre el que tenemos que seguir trabajando junto al INFUETUR y con políticas claras desde el Estado”.
La clara mejoría en la oferta cultural, ya sea a través de festivales, fiestas locales o con el fuerte desarrollo de los espacios destinados a las Juventudes, habla de una síntesis en la lógica de pensar el mandato: si bien retiene las bases de la Justicia Social del peronismo más ortodoxo, Harrington está generacionalmente y políticamente marcado por el gobierno de Néstor Kirchner. Es por eso que hay una visión marcada sobre el acompañamiento para las y los más jóvenes, las y los abuelos y un enfoque por las políticas de género que pregonan igualdad.
En un discurso que se extendió sobre un poco más de 2 horas, donde quizás Harrington disfrutó demasiado del fuerte acompañamiento de la militancia, vecinos y vecinas, los temas fueron variados pero el eje central se sostuvo: no prometer, sino volver realidad. Ya sea en materia de salud con la creación de un equipo interdisciplinario, en Juventudes con la inauguración de un espacio, en turismo con números más que positivos o en obra pública con 600 millones de inversión en la última temporada, Harrigton se puso el traje de estadista para mostrarle a la comunidad donde alocó su tiempo.
Si bien la política dijo presente, tanto en su discurso con en las primeras filas que congregaron concejales, intendentes, legisladores y funcionarios provinciales, el intendente de la Municipalidad de Tolhuin no le hablaba a la “rosca”, le hablaba al vecino y vecina que hoy puede acceder a su terreno con todos los servicios, al que consiguió trabajo, potenció su comercio o actualmente cuenta con una sede para reunirse, sea grande o chico.
También le habló al estudiante que espera la sede de la UNTDF, el vecino que espera la llegada del gas natural a su domicilio, un terreno para comenzar el sueño de la casa propia o un servicio de transporte público de pasajeros. Sin promesas vacías, Harrington fue claro: la ordenanza para el servicio de colectivos entrará en breve, el sorteo público para el acceso a una parcela buscará dar chances iguales a todos y todas, habrá un programa complementario al Estado Provincial para ayudar en la conexión al gas y, junto al resto del arco político provincial y el acompañamiento del Ministerio de Educación de la Nación, seguirán las gestiones para llevar la Universidad al tan mal llamado “pueblo”.
En este discurso, que Harrington promete que “no será el último”, se habla de futuro, de progreso y desarrollo. Veremos si las palabras hacia lo que se viene del mandatario se convierten, como en iteraciones anteriores, en realidades.