Profesional de enseñanza primaria. Docente en contextos de encierro. Representante docente JCyD. Directora jubilada.

Para que se logre producir una comunicación asertiva, esos pensamientos, sentimientos y emociones deben transformarse en útiles. La capacidad de expresar un valor, una actitud se aprende, de esa forma se vuelve activa. La actitud positiva actúa como el motor principal a la hora de comunicar; quizás por ello otro factor importante es dejar de lado las descalificaciones y las agresiones. Conversar, departir, dialogar son parte corriente de la interacción entre las personas. Gran parte de nuestras vidas lo dedicamos a ello. Aunque nos resulte difícil creerlo, poseer una buena práctica conversacional nos ayuda en la disminución del estrés, eleva nuestra autoestima y nos favorece a la hora de tomar decisiones. Es verdad que no solo comunicamos, también escuchamos. Ya lo dice un viejo proverbio turco: “Si hablar es plata, escuchar es oro”.

Al realizar estas dos acciones nuestra cultura, educación y valores van construyendo lo que decimos. Muchas veces solo escuchamos para responder y no para comprender. Eso nos conduce por el camino cuesta arriba donde debemos tomar la decisión de “decir” sin dejar de ser nosotros mismos.

La confianza en uno es la mejor herramienta para comenzar, desarrollar y finalizar una conversación eficaz.

La persistencia es otro factor que nos ayuda en el diálogo sobre todo si nos encontramos ante una situación un tanto exasperante.

Quien no ha tenido que lidiar alguna vez con un agente de alguna empresa que parece no comprender el reclamo que se le hace. Ni que hablar de los cambios en los boletos de transporte aéreo ya dentro del período de la pandemia plena.

Muchas veces la justicia va atada a la persistencia. Por ejemplo: si el vuelo fue cancelado, las preguntas deberán girar en torno a las opciones que se nos presentan, qué líneas poseen esa ruta, la frecuencia, los horarios, las escalas, etc.

Ser directo y simple formarán parte de la comunicación asertiva. Mantener la calma, conservar un tono de voz medio, colaborarán con el pedido. La mayoría de las veces los gestos que realizamos al hablar son una expresión de nuestro lenguaje y denotan la importancia del mensaje que queremos dar (en todo su contenido o en parte).

Si mezclamos la empatía, el reconocimiento, la habilidad social, la calma y el respeto por nuestros derechos y los de los demás, la seguridad personal, una postura corporal y gestos apropiados esta labor se traducirá en beneficios para nosotros y nuestro entorno.

Podríamos decir en el ámbito familiar: “los platos están sin lavar desde ayer cuando me prometiste que lo harías y te comprometiste a hacerlo. Sabemos que no me gusta que esté todo desordenado, me parece desconsiderado que esperes que me canse de verlos y lo haga yo…”

Es mejor que decir:” esto es una mugre, es un asco vivir así…”

Para decirlo en otras palabras (reflejado en un muro): “Entre: lo que pienso, lo que quiero decir, lo que creo decir, lo que digo, lo que quieres oír, lo que oyes, lo que crees entender, lo que quieres entender y lo que entiendes, existen nueve posibilidades de no entendernos”.

Buena suerte.

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